TENGO UN POEMA:
LA PROFESORA DE PARVULARIO
Irene de Lucas
Hagar es bastante hermosa.
Bastante para mí.
Bastante para mí.
Lluvia de oro cae sobre su casa.
Verdadero sol de Dios.
Hagar, Nadav Lapid (1)
El cineasta israelí Nadav Lapid compuso este poema con apenas cuatro años, el primero de un centenar durante el periodo que él mismo califica como la cima de su potencial creativo: entre los cuatro años y medio y los seis y medio de edad. Su proceso creativo era siempre el mismo: decía repentinamente “Tengo un poema” y empezaba a deambular de un lado a otro mientras lo murmuraba en voz alta. Su niñera transcribió los ciento veinte poemas que recitó durante esos dos años, desde Hagar (un poema sobre su amor no correspondido por la hermana mayor de un amigo) hasta El punto de ruptura, un poema al que subyacía su despedida de la poesía, pues nunca más volvió a escribir un poema: “En torno a los seis años y medio tomé la decisión o llegué a la conclusión de que ser poeta era algo irracional en nuestro mundo. Sentía que la poesía no tenía futuro y dejé de escribir poemas”. (2) Durante treinta años sus poemas hibernaron en el fondo de un cajón de su casa paterna, “no los miraba, no quería saber nada de ellos, hasta que un día decidí abrir el cajón… y podría decirse que esta es la génesis de la película”. (3)
1. La traducción me pertenece, a partir de la traducción al inglés en el filme. Este es el único de los poemas del filme original que se conservan en su remake americano, si bien ligeramente modificado: Anna es hermosa. / Lo bastante hermosa para mí. / El sol brilla sobre su casa amarilla. / Es casi como una señal de Dios. [Anna is beautiful. / Beautiful enough for me. / The sun hits her yellow house. / It’s almost like a sign from God.]
2. Entrevista de Nadav Lapid con la distribuidora Kino Lorber sobre los orígenes de The Kindergarten Teacher, recuperada de https://www.youtube.com/watch?v=iH1EzazT8bQ&source_ve_path=Mjg2NjY
3. Ib.
La película a la que se refiere es La profesora de parvulario (Haganenet, Nadav Lapid, 2014), el segundo largometraje del guionista y director, que se estrenó en la Semaine de la Critique del festival de Cannes con un éxito inusitado de público y crítica, lanzando la carrera del cineasta. Lapid construyó el argumento a partir del referido episodio autobiográfico: una profesora de guardería –y poeta diletante– descubre que uno de sus alumnos de cinco años es un prodigio de la poesía y su fascinación inicial desemboca en una obsesión por preservar y cultivar su talento, que la conduce a arriesgarlo todo. La reflexión que subyace a esta historia es la misma que empujó al director a abandonar su vocación poética en la infancia: ¿Hay espacio para la poesía en este mundo? Esta pregunta adquiere una dimensión más retorcida al situar el contexto del relato en Israel, enmarcando la génesis de esta historia individual en un trasfondo social –y colectivo– de violencia y desconfianza, de miedo y rencor, que el director hace extensivo a toda la humanidad.
El éxito que obtuvo el filme de Lapid llevó a los productores a buscar un remake americano, y así, cuatro años después, se estrenó una segunda versión de la película en Sundance, con el mismo título y protagonizada por una excelente Maggie Gyllenhaal bajo la dirección de la cineasta Sara Colangelo, en el que sería también su segundo largometraje (The Kindergarten Teacher, Sara Colangelo, 2018). Colangelo confiesa que el argumento original le fascinó –”era una historia tan bella con una estructura tan sólida” (4)– y le atrajo la idea de transplantar este relato a un contexto completamente distinto, el de la vida norteamericana, para plantear si la poesía tiene cabida en una sociedad líquida, pragmática y consumista, regida por la instantaneidad, la sed de gratificación inmediata y la urgencia de lo superfluo.
4. Entrevista de Sarah Bradbury a Sara Colangelo para The Upcoming: “Sara Colangelo on The Kindergarten Teacher: ‘I’m attracted to the moral ambiguity’”. El video puede consultarse en https://www.youtube.com/watch?v=_DKNL7iz7bg&list=PL8k_Gbmf3nIsVhhKpPTEXP2RtuDKqOp0_&index=57
No suele ocurrir que un filme original y su remake sean igualmente sugerentes y profundos, como es el caso, pues muestran dos caras de la misma moneda, de una misma reflexión temática. A nivel argumental, Colangelo reproduce la trama casi al milímetro desde el inicio hasta el final. Los mismos personajes (la profesora y el niño, el entorno familiar de ella y su profesor de poesía, la niñera, el tío y el padre de él…), las mismas situaciones y los mismos golpes narrativos, la misma evolución dramática del relato e idéntico arco narrativo de la protagonista. Sin embargo, Colangelo consigue introducir sutiles y significativos virajes respecto al filme original, siendo el más evidente el cambio de escenario del relato. El trasfondo histórico-cultural de la sociedad norteamericana contemporánea no sólo se traduce en un tratamiento marcadamente distinto a nivel visual –con una imagen mucho más luminosa, contrastada y colorida que en la versión original–, sino que le permite operar una substracción temática de un motivo subyacente pero omnipresente en el filme israelí. Al prescindir de la violencia latente en la historia de Lapid y sustituir este motivo temático por la banalidad de la vida estadounidense (un aspecto que se desprende directamente de las rutinas y del entorno familiar de la protagonista), Colangelo reduce el metraje en casi media hora, concentrando más si cabe el foco argumental en sus dos protagonistas.
Pese a que este trueque supone la pérdida de un poderoso elemento de contraste que en el filme original permite articular la impracticable supervivencia de la poesía en un entorno que se nutre de un ciclo perpetuo de dolor, odio, rabia y violencia, libera un espacio argumental que el remake aprovecha para desplazar el foco narrativo al personaje de la profesora. Ello permite profundizar en sus carencias y en sus motivaciones, e introducir en la trama cambios narrativos sutiles pero fundamentales para ahondar en las razones del personaje, en sus acciones y reacciones. Más aun porque, a diferencia de la versión de Lapid –en la que muchos de los planos se sitúan a la altura del niño, cortando así a la profesora–, Colangelo opta por priorizar el punto de vista de la protagonista a lo largo del filme, forzando la identificación del espectador con este personaje, un mecanismo que se revela perverso a medida que avanza el metraje. Al introducir al espectador en el espacio mental de la protagonista desde el inicio del relato, Colangelo alimenta un vínculo intelectual y emocional con este personaje que se vuelve cada vez más ambivalente e incómodo para el espectador. Y es que en el remake no sólo somos testigos, observadores distantes de sus transgresiones, sino partícipes en cierto modo, al ser capaces de compadecer al personaje, e incluso compartir su motivación última.
De modo que ambas películas dialogan ofreciendo dos visiones ligeramente distintas pero complementarias en torno a una misma cuestión. Dos aproximaciones diferentes a una misma reflexión sobre el lugar que ocupa la poesía –y lo que esta simboliza– en la sociedad actual y en nuestras propias vida. Dos caras de una misma historia que, en definitiva, no deja de ser un réquiem de despedida de la protagonista, del niño, y de ambos cineastas a la improbable supervivencia de la imaginación, de la creatividad y de la poesía en el mundo que habitamos.
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