Botonera

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3.7.24

II. "TIEMPO ELÁSTICO. LA EXTRAÑA TEMPORALIDAD EN LAS ARTES AUDIOVISUALES DESDE LOS AÑOS '70", Roger Ferrer Ventosa, Valencia: Shangrila, 2024

 

MANUAL DE INSTRUCCIONES
PARA LA MÁQUINA DEL TIEMPO


Hijos de los hombres, Alfonso Cuarón, 2006


El sueño va sobre el tiempo 
Flotando como un velero.

Federico García Lorca, La leyenda del tiempo
 

Este ensayo es una invitación a investigar una máquina flamante, tan reluciente como un diamante recién pulido; posee una tecnología que tal vez no sea la más avanzada, pero sí que es la más sutil y la menos costosa: las palabras o las imágenes sugerentes; en ambas modalidades gozan de la posibilidad de inagotables recombinaciones formando historias con las que persuadir, embellecer, sugestionar y, por qué no reconocerlo, también entretener a cada generación. Todavía no se ha creado una tecnología más poderosa que la de las artes narrativas con su poder máximo: arrastrar en su torbellino a las conciencias, con tal fuerza que suspenden temporalmente el yo cotidiano.

Para realizar el estudio aprovecharemos igualmente la vieja tecnología de la palabra y de las imágenes, mediante las cuales profundizaremos en el estudio crítico de cómo han mostrado lo temporal diversas artes narrativas, con especial atención a aquellas audiovisuales del cine y de las series televisivas, pero con esporádicos comentarios sobre novelas, comic-books y otras disciplinas artísticas. 

Aunque para el teórico de las artes y eximio investigador de lo posmoderno Fredric Jameson en este periodo priman categorías espaciales por encima de las temporales (1), en este libro se defenderá que se trata de una idea errónea. En Tiempo elástico se estudiarán las muchas e innovadoras concepciones del tiempo pergeñadas y convertidas en materia estética durante las últimas décadas del siglo XX y las primeras del XXI, tal y como han quedado reflejadas en algunas obras de arte, sobre todo películas, algo que puede observarse tanto en la vertiente formal como en la dimensión narrativa de las obras. 

1. JAMESON, Fredric, Teoría de la postmodernidad, Madrid: Trotta, 1998, p.37.

Aunque con esporádicas incursiones a años anteriores o posteriores, el marco temporal principal de las películas y series escogidas irá desde finales de los setenta hasta la crisis de 2008, en lo que podríamos llamar el arco de promesas de la globalización en los ochenta y noventa, su plena consolidación en la década siguiente, para terminar con la puesta en duda que implicó la crisis de 2008, que alimentó la creciente sospecha de que estaba fallando la promesa moderna, la confianza en la tecnología y el progreso económico del triunfante capitalismo frente a sus competidores ideológicos.

Referente a la temporalidad, durante la época lo que más destaca de la consideración sobre este tema en su vertiente argumental es la capacidad para concebir saltos temporales que superan las limitaciones del fluir cotidiano del tiempo, formas de experimentar esta dimensión en las que un personaje logra invertir la flecha que lleva del pasado al futuro, o puede adelantar bruscamente esa flecha de un punto presente hacia otro de un futuro más o menos lejano. A menudos estas fantasías han utilizado una máquina que permitiría desplazarse hacia esos pasados o futuros, convertidos en presente para unos personajes anacrónicos a dicha realidad.  

Una modalidad de la anterior se da cuando el viaje al pasado pretende infundir un sentimiento de nostalgia entre la audiencia por una edad de oro periclitada, en el caso de la sociedad de la globalización estadounidense hacia sus cincuenta; ese caso particular permitirá adentrarse en la singular y original manera de concebir la memoria del posmodernismo, en la cual se objetiva e incluso puede llegar a instalarse o desinstalarse de la mente por procedimientos informáticos. Como en cualquier otro tiempo histórico, las formas de vida en el capitalismo de la globalización influyen al imaginar una realidad posible. Pero esa no constituye la única singularidad temporal. La revolución cuántica o la noción de universos paralelos han generado atrevidas e innovadoras formas de concebir la cuestión, unas originales teorías sobre la física que presentan correlatos en el arte. 

Según el crítico literario y filósofo del lenguaje Mijail Bajtin, el espacio y el tiempo de un mundo ficcional van unidos indisolublemente a lo que él denomina cronotopo, el continuo espacio-tiempo de ese universo diegético. (2) De manera que este estudio se concibió de manera simultánea con Ciudad podrida (3), en que se analizó el espacio empleando para ello una metodología y estructura similar. La búsqueda de claves en un aspecto aconsejaba examinar la relación dicotómica en el cine del periodo entre el espacio urbano claramente estratificado y el bosque como espacio del caos (y de la libertad) por un lado, y por el otro la innovadora y enmarañada visión del tiempo. 

2. BAJTIN, Mijail M., Teoría y estética de la novela, Madrid: Taurus, 1989.

3. FERRER VENTOSA, Roger. Ciudad podrida. Nociones de espacio en el cine de la posmodernidad, Madrid: Ápeiron, 2020.

Comenzaremos nuestros saltos por el tiempo ofreciendo unas breves pinceladas sobre la transformación radical en la concepción de la temporalidad desde el posmodernismo. ya no considerada como una sucesión lineal, sino una dimensión que se puede manipular, influida por teorías físicas y avances tecnológicos. Desde la relatividad de Einstein hasta las teorías de los universos paralelos, las artes han explorado diversas formas de representarlo, en especial dentro del género fantástico. Esta evolución ha influido en la estética contemporánea, generando obras que desafían las convenciones cronológicas y exploran la multiplicidad de realidades y perspectivas. Los cambios culturales analizados se reflejan en todos los estratos artísticos cinematográficos, desde la serie B, pasando por el cine de autor, hasta los blockbusters.

En “Jugando a la rayuela temporal”, se explora cómo la física moderna desafía la idea de una flecha del tiempo única y cómo esto se refleja con mucha creatividad e innovación en las artes. Se analizan películas como The Terminator (James Cameron, 1984), Minority Report (Steven Spielberg, 2002) y Perdidos (Lost, Bad Robot Productions / Touchstone televisión / ABC studios – Jeffrey Liebre / J.J. Abrams / Damon Lindelof, 2004-2010), donde el futuro influye en el pasado, generando paradojas temporales. En estas películas o series se discute la noción de destino y libre albedrío en el contexto de los viajes en el tiempo o de los presagios del futuro, así como las implicaciones éticas y filosóficas de cambiar el pasado. Por su parte, en Paycheck (John Woo, 2003) se muestra un futuro dominado por empresas multinacionales que pueden controlar una memoria que ha sido cosificada. Películas distópicas como Children of Men (Alfonso Cuarón, 2006) ejemplifican la preocupación por catástrofes sociales y ambientales, reflejo sombrío que ponen de manifiesto la incertidumbre, desconfianza hacia el progreso, y el temor colectivo experimentado esas décadas. 

La tecnofilia, arraigada en la sociedad moderna, se refleja en la fascinación por esta tecnología punta, que despierta un sentido futurista de admiración. En el siguiente capítulo se comentan películas con la máquina definitiva, aquella que permite viajar por el tiempo como se viaja por el espacio, a partir de adaptaciones del libro que inició este tema: La máquina del tiempo de H.G. Wells. Pero la máquina del tiempo por antonomasia del periodo en el imaginario colectivo es el DeLorean de Regreso al futuro (Back to the Future, Robert Zemeckis, 1985). Filme surgido de la estética cinematográfica heredera del Nuevo Hollywood, muestra la nostalgia que los Estados Unidos de Ronald Reagan sentía hacia los años cincuenta. La trama se centra en la necesidad de evitar las paradojas temporales. La saga, con posteriores viajes hacia el futuro y hacia el lejano oeste, promovió un mensaje optimista sobre la capacidad de mejorar el destino.

Precisamente en la nostalgia se centra el siguiente capítulo, una añoranza por un pasado idealizado que puede limitar la experiencia del presente, con el riesgo de convertirse en un obstáculo para vivir con plenitud. Para los miembros del Nuevo Hollywood y sus herederos estilísticos, la década de los años cincuenta del siglo XX fue idealizada como la edad de oro de la cultura estadounidense, los años en que se fijó una cultura teenager, con el rock’n’roll como gran manifestación cultural, pero también las sombras de la paranoia y la represión de la Guerra Fría. American Graffiti (George Lucas, 1973) y Peggy Sue se casó (Peggy Sue Got Married, Francis Ford Coppola, 1986) evocan ese sentimiento por una época de inocencia y estabilidad. Películas como Pleasantville (Gary Ross, 1998) o varias producciones dirigidas por David Lynch no abandonan la nostalgia, pero al mismo tiempo también muestran una perspectiva crítica, que intenta revelar los conflictos y la falta de libertad detrás de la fachada de la perfección suburbana.

El siguiente capítulo se centra en la original manera cómo la posmodernidad cinematográfica abordó la memoria, con ella como eje central del sentido del tiempo humano y de su identidad. Este tema se estudia desde cuatro ángulos: en primer lugar, la cosificación de la memoria y el poder de la tecnología para manipularla, en obras como La memoria de los muertos (The Final Cut, Omar Naïm, 2004); como segundo ángulo, la promoción de la amnesia en pos de un mayor control social, en Desafío Total (Total Recall, Paul Verhoeven, 1990), por ejemplo; a continuación, se analiza cómo el recuerdo también se ha utilizado como revelación de la verdad en filmes como Aeon Flux (Karyn Kusama, 2005) y ¡Olvídate de mí! (Eternal Sunshine of the Spotless Mind, Michel Gondry, 2004); finalmente, se comenta brevemente la figura del fantasma en el cine de las décadas de la globalización.

El siguiente capítulo, “Mundo Möbius”, investiga una de las características más insólitas del cine de las últimas décadas: su utilización de bucles temporales, con obras organizadas como si fueran cintas de Möbius, con argumentos estructurados circularmente, cerrados sobre ellos mismos, creando una estructura perfecta y autosuficiente. Esa tendencia aparecerá en blockbusters de Robert Zemeckis, J.J. Abrams y Rian Johnson, pero también en películas que buscan cierta independencia respecto a las imposiciones comerciales, de autores como Terry Gilliam, Chris Marker, Apichatpong Weerasethakul y David Lynch. De hecho, la cinta de Möbius, quizá destaque como la clave fundamental en el estilo de David Lynch. En cierta medida, el enigmático estilo lynchiano o las alambicadas estructuras de Nolan trasladarían al arte el asombroso universo de las partículas subatómicas y su funcionamiento. Los bucles han enriquecido y aportado complejidad a la diegesis del periodo, pero no solo eso, sino que han configurado una nueva manera de concebir la música, desde el minimalismo hasta muchas de las corrientes electrónicas.   

Como último tema, se estudia la superación de la dimensión histórica por el retorno del tiempo mítico. Muchas de estas obras presentan temporalidades herederas de la cosmovisión mítica, y no con la racional sistematización del tiempo en la física posnewtoniana. Se analizará desde tres perspectivas. En primer lugar, bajo la idea del eterno retorno; diversas sociedades han incorporado rituales que conectan con una temporalidad arquetípica entendida como la de los ancestros, basada en ciclos cósmicos, una forma de pensamiento que se detecta en culturas antiguas como la griega y la hindú, pero también en rituales de la sociedad moderna, desde celebraciones deportivas hasta la forma de organizar sus emisiones de la televisión. Para esta primera perspectiva se comentarán películas como Sacrificio (Offret, Andrei Tarkovski, 1986), en la que el cineasta ruso profundiza en el poder del ritual mágico, enraizado en una cosmovisión mítica; gracias a actos rituales, como una hierogamia sagrada o la renuncia a lo que uno más quiere, se busca revertir el fin del mundo.

La segunda perspectiva girará en torno a la primacía del instante presente sobre el pasado y el futuro en la cosmovisión posmoderna, con una segmentación de los momentos y expansión del instante actual, en una percepción contemporánea influida por la tecnología, las prácticas de consumo y la industria mediática. La estética de Wong Kar-wai lo ejemplifica. Su estilo se caracteriza por una poética de la espera y la elusión de momentos cruciales. Además, emplea técnicas cinematográficas que desafían la linealidad temporal convencional. De hecho, las artes diegéticas posmodernas jugaron con diversas técnicas, como la simultaneidad de tiempos, a la busca de crear una unidad transtemporal, la de la narración, diferente respecto a la temporalidad que unía la flecha del tiempo de San Agustín con la poética clásica aristotélica. En Las vidas posibles de Mr. Nobody (Mr. Nobody, Jaco van Dormael, 2009), el personaje Nemo experimenta múltiples líneas temporales y destinos en universos paralelos, en un cuestionamiento de la identidad única y el tiempo lineal, en un contexto cuántico y tecnológico.

Como tercera perspectiva, se analizará la consolidación durante esas décadas de un fenómeno cultural de retorno al pensamiento mítico, influido por el orientalismo y la contracultura. Esta recuperación de lo mítico desafía la mencionada concepción lineal del tiempo histórico, para rebatir una idea simplista de progreso y racionalidad. Por ejemplo, en Take Shelter (Jeff Nichols, 2011), donde las visiones premonitorias del protagonista desafían la manera posilustrada de entender la realidad y representan las ansiedades de la clase media estadounidense, sin que la trama argumental pruebe que se equivoca, como sí sucedería en un filme convencional de una época anterior. En Cielo sobre Berlín (Der Himmel über Berlin, Wim Wenders, 1987) hay una dicotomía entre el tiempo del mito (el de los ángeles) y el de la historia de los humanos. El tiempo mítico puede derivar en rituales secretos perversos, como en Eyes Wide Shut (Stanley Kubrick, 1999) o El hombre de mimbre (The Wicker Man, Robin Hardy, 1973), con su choque entre lo pagano y lo moderno, o también en la mirada elegíaca hacia el mito de La princesa Mononoke (Mononoke Hime, Hayao Miyazaki, 1997) o de la estética cinematográfica de Apichatpong Weesarethakul.

El valor de lo onírico y lo mítico se hacen presentes en La última ola (The Last Wave, Peter Weir, 1977) una película que objeta la manera de entender la realidad consensuada hegemónica desde la Ilustración, para indagar en la conexión entre el hombre moderno y sus raíces ancestrales a través de la experiencia visionaria. La existencia de un tiempo circular mítico, paralelo al lineal histórico, se convierte en argumento en Carnivàle (HBO / Daniel Knauf – HBO, 2003-2005) y en Primavera, verano, otoño, invierno… y primavera (Bom yeoreum gaeul, gyeoul geurigo bom, Kim Ki-duk, 2003). En esas obras se sugiere que cada final es un nuevo comienzo.

Para concluir esta introducción, citaremos a Thomas Pynchon, probablemente el gran autor cuyo universo estableció muchas de las coordenadas del arte contemporáneo posmoderno:

La Serpiente que anuncia: “El Mundo es algo cerrado, cíclico, resonante, que retorna eternamente”, será parida en un sistema cuyo único objetivo consiste en violar el Ciclo. Tomar y no dar nada a cambio, exigiendo que la “productividad” y los “salarios” aumenten con el tiempo, sacando el Sistema estas enormes cantidades de energía del resto del mundo para que su minúscula y desamparada fracción siga consiguiendo beneficios; y no solo la mayor parte de la humanidad…, también la mayor parte del Mundo, animal, vegetal y mineral, es asolada en el proceso. El Sistema puede o no comprender que solo está comprando tiempo. Y que, en primer lugar, el tiempo es un recurso artificial, sin valor para nadie o nada salvo para el Sistema, que, tarde o temprano, deberá morir, cuando su enviciamiento por la energía sea mayor que lo que el resto del Mundo puede proporcionar, arrastrando con él a almas inocentes todo a lo largo de la cadena de vidas. (4)

4. PYNCHON, Thomas, El arco iris de la gravedad, Barcelona: Tusquets, 2012, pp.613-614.

Como siempre, el precursor posmodernista enuncia una de las peculiaridades del estilo, en este caso la singular concepción del tiempo; o más bien las singulares, ya que hay varias en liza.





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