Botonera

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9.11.23

XI. "DESERTAR. FORMAS DE SALIR DEL MUNDO. REVISTA SHANGRILA Nº 44, Mariel Manrique (coord.), Valencia: Shangrila, 2023



LA CARRERA DEL DESERTOR
TRAS LAS HUELLAS DE UNOS PASOS EN FALSO
[Fragmento inicial]
Ricardo Baduell



Coriolanus (Ralph Fiennes, 2011)



Know, good mother, 
I had rather be their servant in my way 
than sway with them in theirs.
William Shakespeare, 
Coriolanus, Act II, Scene I



1
El lazo tendido


“Para mí, cualquier ortodoxia es un desvío”. Así podría hablar un taoísta o aspirante a serlo, al verse confrontado con las solicitudes, ofertas y demandas de una u otra militancia política, social o religiosa. Pero el taoísmo es un devenir y no se nace taoísta, sino a lo sumo con una inclinación hacia esa práctica. Sí se nace, en cambio, de una madre y, en general, dentro de una sociedad empeñada en educar de un modo u otro. El lazo social es ambiguo: cordón umbilical a la vez que cadena, provee al individuo de sentidos dados en potencial conflicto con su propia capacidad de inferir o producir otros. Matriz de discordia y motor del progreso, este disenso origina leyes y dramas, desequilibrios y fundamentos. El valor de un sujeto está determinado, para él así como para quienes se suponen sus semejantes, por su grado de representatividad y autonomía en un tablero que, según las circunstancias, favorece a uno u otro de estos polos, cuyo margen de influencia o predominio crece y se contrae de acuerdo con una medida tan difícil de definir como la que regulaba el fuego para Heráclito. 


2
La ilusión de escapar


“Madre”, dice Coriolano a la aristocrática patricia Volumnia, cuando debe solicitar su voto al pueblo para ser electo cónsul, “preferiría ser su sirviente a mi manera a dominar con ellos a la suya”. Este héroe shakesperiano desciende de la más rancia estirpe romana y se le nota. Hijo de la casa de Marcio, nieto a su vez de Numa Pompilio, sucesor de Rómulo, fundador de la ciudad, en el trono de Roma, nada más alejado de su posición que la perspectiva o la experiencia de un esclavo. ¿Qué sirviente imagina cuando habla así? Porque se trata, con toda evidencia, de uno imaginario, surgido de su mente y no del pueblo llano al que desprecia por cobarde y voluble, no lo bastante romano, es decir, no lo bastante representativo de la patria y la virtud que se anudan en Roma. Y A mi manera, por otra parte, es una canción que reivindica al individuo y su singularidad, no una llamada al deber. Pero es este acuerdo consigo mismo, aparte de la sociedad que exige otros compromisos, a lo que el héroe del campo de batalla buscará aferrarse después de haber cedido en el terreno político. Es por esa unidad tan ilusoria como el hipotético rol en el que cree que encontraría refugio que se convertirá en desertor. Y esa deserción es posible en todas las épocas. Por eso existe un Coriolano contemporáneo con el rostro de Ralph Fiennes. 

3
El horizonte del soldado


“¡So perro! ¿Es que crees que vivirás para siempre?”. Con tales apócrifas palabras de aliento arengaba Federico de Prusia a un soldado que vacilaba en morir por él, cuyo cuerpo encarnaba a la nación alemana en su visión de déspota ilustrado. Dueño de la razón, ejercía un terrorismo como el que Hegel definiría en el siglo posterior: “la dictadura total del espíritu”. Que se ejerce, fatalmente, sobre la carne y la tierra, objeto desde la era del hielo hasta el calentamiento global actual de todo tipo de abusos y violencias, espontáneos y planificados. La razón de tal dictadura, a la vista de las cicatrices que ha dejado, más que puesta en duda es rechazada de plano tanto por las masas menos reflexivas como por los demócratas más consecuentes: todos los villanos son sádicos con proyectos de este tipo. A la vez, con sus soluciones pragmáticas y consignas simples, que no elaboran un discurso sino que canalizan conductas dentro de una ética sin juicio inadmisible para la conciencia, técnica y autoritarismo ganan adeptos. La crítica es desoída por estos ejercicios de poder, en lugar de prohibida como en el Antiguo Régimen. Los potenciales tiranos no se muestran como tales, sino como tribunos al asalto de un orden caduco. En todo caso, la brutalidad con rostro humano manifiesta en el insulto y la pregunta del rey guerrero ejerciendo su pleno derecho pertenece claramente a otro tiempo. Pacifismo y democracia han ido alcanzando tal grado de legitimidad en las conciencias a partir de la segunda mitad del S. XX que la condición de carne de cañón del reclutado previo resulta impensable para un ciudadano al que la sola idea colma de indignación y de horror. Sin embargo, quizás lo que ocurre en esta breve escena legendaria es que Federico hace un descubrimiento: efectivamente, lo que quiere el esclavo es vivir para siempre, al contrario que aquel que cifra su inmortalidad en la gloria, como Coriolano. La victoria que Hegel le augura está en esa supervivencia, una vez que cada amo haya conquistado su mausoleo. 


[...]




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