Botonera

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19.10.23

IV. "CRIMEN, HUELLA Y REPRESENTACIÓN. ESPACIOS DE VIOLENCIA EN EL IMAGINARIO CULTURAL", Anacleto Ferrer Mas y Jaume Peris Planes (coords.), Valencia: Shangrila, 2023


PERSÖNLICH SEHR GUT

EPIFANÍAS FOTOGRÁFICAS DEL MAL EN SOBIBOR Y EN BUCHENWALD (28)

[Fragmento inicial]

Anacleto Ferrer

(Universitat de València)


Aquí y allá, escondida entre cientos de snapshots banales,
descansa una imagen que ofrece posibilidades de exploración.

Man Ray


1. Schöne Zeiten

El 20 de agosto de 1943, Johann Niemann le escribe una cariñosa misiva a su esposa Henriette. Ambos son todavía jóvenes, él tiene 30 años, ella apenas 22. Tienen dos hijos pequeños: 

He recibido tu carta y tu paquete, las manzanas aún estaban bien. ¿Qué tal tú? ¿Sigues bien? Es un alivio saber que todo va bien por casa, a mí me va personalmente muy bien [mir geht es persönlich sehr gut], solo que mis pensamientos están siempre con vosotros, me gustaría tanto volver a ver a August y a Hanne. (29)

28. Este texto ha sido concebido en el marco del proyecto «De espacios de perpetración a lugares de memoria. Formas de representación» (PROMETEO/2020/059), Generalitat Valenciana.

29. Bildungswerk Stanisław Hantz und Forschungsstelle Ludwigsburg der Universität Stuttgart (ed.) (2020), p.334.

Nada distinguiría esta carta de tantas otras remitidas por los soldados alemanes a sus familias durante la guerra, si no fuera porque está expedida desde Sobibor, uno de los campos de la conocida como Operación Reinhard, el nombre en clave del plan secreto de los nazis para exterminar a los judíos polacos en el territorio del Gobierno General de la Polonia ocupada. 


Figura 1. Carta de Johann Niemann a Henriette. Arriba puede leerse: «Sobibor den 20. 8. 43». United States Holocaust Memorial Museum, Sobibor, documentos 1918, 1930-1970, archivo 10.


Johann Niemann, el entregado padre de familia y amante esposo al que le van «personalmente» tan bien las cosas, fue uno de los técnicos en ejecuciones colectivas que ejerció en dicho enclave, en el que fueron gaseadas hasta su definitivo arrasamiento alrededor de un cuarto de millón de personas. 


Figura 2. Johann Niemann, el segundo por la izquierda, en la terraza del casino nuevo situado en el Vorlager, el área de alojamiento de la dotación del campo de Sobibor, en la primavera de 1943. United States Holocaust Memorial Museum, Sobibor, 1942-1943, imagen 58 de 122.


Entrevistado por Gitta Sereny, Stan Szmajzner, uno de los cincuenta y ocho supervivientes conocidos de Sobibor, donde ingresó con tal solo quince años, describe a Franz Stangl, comandante del campo entre marzo y octubre de 1942, como alguien en quien era evidente el placer «que sentía con su trabajo y su situación»:

Ninguno de los demás (aunque fueran, de distinta manera, mucho peores que él) lo mostraba de aquel modo. Exhibía esa sonrisa perpetua en su rostro... No, no me pareció que fuera una sonrisa nerviosa; era simplemente la de un hombre feliz  (Sereny 2009, 186).

Estos testimonios de complacencia «personal» con la actividad criminal masiva los encontramos, con diferentes modulaciones, en otros perpetradores de primera fila. Todos creían firmemente que estaban haciendo historia y eso les hacía felices.

Rudolf Höss, comandante de Auschwitz-Birkenau entre julio de 1941 y diciembre de 1943 −adonde regresó entre mayo y septiembre de 1944 para dirigir el exterminio de alrededor de 424.000 judíos deportados desde Hungría−, recuerda en sus memorias la apacible vida en familia en el bucólico ejido del mayor campo de exterminio del Tercer Reich: 

Todos los miembros de mi familia tenían mucho interés por la agricultura y los animales. Todos los domingos los llevaba a recorrer los campos, visitábamos las caballerizas y no dejábamos de echar un vistazo a las perreras. Queríamos mucho a nuestros dos caballos y al potrillo.

En el jardín, los niños siempre tenían animales de toda clase traídos por los reclusos: tortugas, lagartos, martas, gatos. Siempre había algo nuevo e interesante. En verano chapoteaban en el pequeño estanque del jardín o en el río Sola. Su mayor alegría era que me bañara con ellos; pero apenas tenía tiempo para participar en sus juegos.

Eso sí, su actividad profesional le absorbía tanto tiempo y energía a Höss que, según cuenta, su esposa le «sermoneaba» a menudo diciéndole: «No pienses solo en el servicio, también estamos nosotros» (Höss 2009, 151-152).

Una hoja del álbum fotográfico incautado en un registro domiciliario durante la detención, en diciembre de 1959, de Kurt Franz, el último comandante de Treblinka, aparece encabezada con la inscripción «Schöne Zeiten» (Bellos tiempos). Pese a que la palabra «Schöne» había sido borrada en 1945, aún era legible. La página consta de cuatro fotos: una central en la que se ve a Franz en algún lugar de la costa adriática; una, a la izquierza, de la estación de Treblinka; una, a la derecha, con su hermano; y una inferior en la que aparecen él y Franz Stangel, que le había precedido en la comandancia del campo, delante de la barraca del comandante en Treblinka. (30)

30. Klee, Ernst; Willi, Dreßen; Rieß, Volker (ed.) (1988), p.206.

Karl Otto Koch, el violento comandante de los campos de concentración nazis de Esterwegen, Sachsenhausen, Buchenwald y Majdanek, este último situado en la Polonia ocupada, fue un fotógrafo amateur que inmortalizó los destellos de una feliz vida familiar en el hayedo de Buchenwald, junto a su hijito Artwin y su esposa Ilse, a la que los reclusos apodaron por su crueldad «la bruja». «Schöne Tage in Esterwegen» [Hermosos días en Esterwegen] es el rótulo que pone a un par de páginas de fotos de su «álbum de servicio» (Wrocklage 2019, 192).


Figura. 3. «Juli 1939. Warme Tage in Buchenwald» [Julio 1939, días cálidos en Buchenwald]. National Archives and Records Administration, Washington D.C., 135-IK-2-66.


La dicha «personal» de la mayoría de estos victimarios quedó registrada fotográficamente en álbumes personales o familiares que antes o después han llegado hasta nosotros. Bellos recuerdos de un tiempo hermoso. De los de Niemann y Koch, nos ocuparemos en las páginas que siguen.

[...]




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