Botonera

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18.5.23

IX. "UNA VUELTA MÁS", REVISTA SHANGRILA Nº 42-43, Valencia: Shangrila, 2023.




AMARES
EL AGUA (ELENA LÓPEZ RIERA, 2022)
[Fragmento inicial]

Shaila García Catalán


El agua



Ay, como el agua.
Ay, como el agua.
Como el agua.

Si tus ojillos fueran
aceitunitas verdes
to’a la noche estaría muele, que muele,
muele que muele.

Como el agua
Camarón de la isla, 1981


1. ¿Ya no se lloran (2) los amores a mares? 

Estamos asistiendo a una interesante conversación cruzada. Mientras una buena cosecha de películas (de) españolas están rastreando las raíces de un orden simbólico interrogándose por los vínculos, las divas del pop cantan con despecho reivindicando que pueden bailar solas. Podemos notar el salto entre esa Rosalía que se ahoga en sus propias lágrimas, solita en el infierno de ese destino que es Bagdad (2018) (Figura 1) y esa Rosalía veraniega cantando Despechá en el mar sabiéndose arrimar a otras generaciones (Figura 2). Pero lo sorprendente del canto despechado es cómo las mujeres asumen una posición viril que se instala en el goce de la cuenta, de lo medible, y esbozan un horizonte autosuficiente sin hombres y sin conversación amorosa: 

ROSALÍA (Despechá, 2022)
Un mambo violento y fin del problema. […]
Yo te adelanto por la derecha, mmm, mmm, mmm

SHAKIRA (BZRP Music Sessions #53, 2023)
Las mujeres ya no lloran, las mujeres facturan. […]
Yo valgo por dos de 22, 
cambiaste un Ferrari por un Twingo. 

MILEY CIRYUS (Flowers, 2023) 
Started to cry but then remembered I
I can buy myself flowers […] 
Say things you don’t understand
I can take myself dancing.

2. Agradezco este texto a Marisol Ortega, Eva Tena, Laura Ibáñez, Inma Usó y Sara Castellote, que tomaron el tren hacia mi naufragio y vimos El Agua. Y a los Ivanes, que supieron acompañarnos.



Figuras 1 y 2. “Bagdad (Cap. 7: Liturgia)”, El Mal Querer, de Rosalía
(Helmi, 2018) / “Despechá”, Motomami, de Rosalía (Stillz, 2022).


Frente a la voz alta, clara y propia de las divas internacionales del pop, las cineastas españolas, desde dentro y desde fuera de España –Elena López Riera vive en Suiza pero volvió a casa para rodar El agua–, escuchan su tierra para poder construir una voz singular –no decimos voz propia porque estamos hechos de palabras siempre prestadas de las que solo podremos, con mucho esfuerzo, distanciarnos un poco. No hay caudal que venga con más fuerza que esas palabras que empapan las nuestras, que esa novela familiar que cada uno se tejió con lo que escuchó, robó e interpretó del secreto que se anuda en cada familia. Pilar Palomero ya nos enseñó en Las niñas (2020) que un canto cortado solo puede reanudarse con deseo una vez que se ha podido historizar algo de lo que había coagulado en el silencio de su madre. En El agua, el plano de una joven cantando en la iglesia con la camiseta de Selena Gómez (Figura 3) es una buena muestra de cómo la enunciación estudiará la colisión entre las voces extranjeras y las voces heredadas.


Figura 3. El agua. Joven con camiseta de Selena Gómez cantando en la iglesia.



Elena López Riera vivió la gran riada en Orihuela (Alicante) cuando ella tenía cinco años: “Recuerdo el miedo de los mayores al agua. Aquel era un miedo atávico”, “recuerdo a mi abuela contándome la historia de la novia que sale en la película en contextos muy cotidianos, mientras hacía una paella, por ejemplo”. (3) Las amigas de Ana (Luna Pamiés) dirán que nadie hace caso a sus abuelas cuando cuentan estas historias, pero ellas sí (Figura 4), como si algo en el cuerpo de las adolescentes se abriera a ese enigma arcano que las mujeres atesoran. El agua nace, por tanto, de tomarse en serio las palabras de las abuelas, esto es, las madres de las madres –o las mares de las mares en valenciano. El agua, de algún modo, también abraza el apellido materno de la directora: Riera es rambla, el lecho natural de las aguas pluviales. 

3. KOVACSICS, Violeta, entrevista a Elena López Riera, Caimán Cuadernos de Cine, nº. 171, pp.8-10, 2022, p.10.


Figura 4. El agua nace del relato de la abuela de Elena López Riera. 



2. Coger lo que se escapa

Figura 5. Luz y Fiebre (Bad Gyal, 2016)


El filme arranca con deseos de colorear la oscuridad. El hombre que vende rosas también vende gafas de sol con montura de neón. Ellos ya no compran rosas porque hoy ellas dejan bien claro que se las pueden comprar –volvemos a remitir a Flowers, de Miley Cyrus. Conocemos a la pareja protagonista entre las sombras, pasándose la luz con la boca (Figura 5) y besando el flash. A la salida de la discoteca, las luces de la policía tratan de recordar el orden en un escenario con basura. Los jóvenes estiran la noche mucho más de lo que resisten las farolas. Raya el alba, los trenes retoman su circulación, las casas levantan sus persianas. Pero antes de volver a casa, esos jóvenes comparten sus deseos de partir:

CHICO
Cuando acabe el verano a mi me molaría empezar una nueva vida…
ANA
Coger lo que se escapa…
CHICO
Alejarme de todo esto, buscarme mi curro. […]

Esos deseos de otro horizonte quedan entreverados por la que Ana interpreta: “coger lo que se escapa”, algo nada tonto si tenemos en cuenta que esos deseos quedan enunciados ante un río que hace de refugio, como aquel donde va a leer Elio en Call me by your name (Luca Guadagnino, 2017), un río de Heráclito que acaba mostrando que “lo propio del tiempo es que nos arrastra”, que “el tiempo es pérdida”. (4) Coger lo que se escapa es un modo de decir que hay que atrapar el deseo por la cola. (5) Pero esto es más difícil cuando las naranjas están amargas y el río arrastra cabras muertas (Figura 6):


Figura 6. Deseos de partir ante un río que arrastra cabras muertas.


4. RODRÍGUEZ SERRANO, Aarón, “Filo(eros)sofía: el tiempo del amor y el saber en Call me by your name (Luca Guadagnino, 2017)”, Trama & Fondo, nº 46, 2019, pp.53-71.

5. Tomamos la expresión de la obra teatral surrealista Le Désir attrapé par la queue (E deseo atrapado por la cola) escrita por Pablo Picasso en 1941. 


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