Botonera

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14.11.22

VIII. "PÁJAROS", Revista Shangrila nº 41, Pasión Rivière (coord.), Valencia: Shangrila, 2022




DE CÓMO ENTRAR EN LA JAULA
DE LOS PÁJAROS SIN PONERLOS A CANTAR
(las cajas de John Cage)
(Fragmento inicial)

Pablo Perera Velamazán

John Cage. Foto: James Klosty, 1972



Un cuervo se posó en el árbol que hay frente a mi ventana.
No era el cuervo de Ted Hughes, ni el cuervo de Galway.
Ni el de Frost, ni el de Pasternak, ni el cuervo de Lorca.
Tampoco era uno de los cuervos de Homero, impregnados
de sangre coagulada tras la batalla. Era solo un cuervo.
Que jamás encajó en parte alguna
ni hizo nada digno de mención.
Se quedo ahí en esa rama durante unos minutos.
Luego alzó el vuelo maravillosamente
y salió de mi vida.

Raymond Carver, Mi cuervo
                               


Birdcage es una pieza compuesta por John Cage en 1972 en el Electronic Music Studio de la Universidad de Albany y descrita por él mismo como “doce cintas pregrabadas para ser distribuidas por un solo intérprete en un espacio en el que las personas son libres para moverse y las aves para volar”.

Cage llegó a Albany un lunes por la noche con Hans Helms, un crítico musical y director de cine alemán, y un equipo de filmación y audio de tres personas de la WDR. Helms había recibido el encargo de hacer una película sobre Cage mientras componía la pieza. Cuando llegó al estudio, Cage traía consigo en una gran maleta tres grupos de cintas pregrabadas. 

Grupo A - tres cintas de pájaros cantores que Cage había grabado en aviarios durante las dos semanas anteriores. 

Grupo B - tres cintas de Cage cantando con voz de cántico su pieza anterior Mureau (MÚSICA+THOREAU), basada en escritos de Henry David Thoreau, sacados de sus diarios, acerca del silencio, el sonido o la misma música.

Grupo C - tres cintas donde se había grabado sin ninguna determinación previa el ruido de la calle.

Con estas cintas pregrabadas, durante cuatro largos días, en el estudio de la Universidad de Albany, se realizó, bajo la dirección discreta de Cage, un simple modulador del azar, un trabajo de transducción continuo entre ellas con los medios tecnológicos allí disponibles. Se muestrearon con dispositivos de procesamiento de audio todas las cintas de los Grupos A, B y C, en orden y duraciones aleatorios, en base a procedimientos matemáticos combinados con el método del I-Ching, hasta configurar lo que sería la base misma de la pieza: doce cintas pregrabadas individuales que quedaban a disposición de quien llevara a cabo la presentación de la obra. El procesamiento fue completamente independiente de los sonidos que se estaban procesando. No se tenía idea de los resultados hasta que no eran escuchados. Siguiendo la misma estrategia, la puesta en escena, cuya primera función tuvo lugar el 9 de diciembre de 1972 en un teatro de la propia Universidad de Albany, se presentó como la ejecutada por un solista que reproduce las 12 cintas mientras se mueve libremente por el espacio. En plena convivencia con personas “libres para moverse y aves para volar”.


*

De regreso de Las Carolinas, conduciendo por la ruta 9 en Delaware, John Cage se adentró sin haberlo previsto en el refugio natural de Bombay Hook. Era un fin de semana y no había nadie en los puestos de vigilancia. Así, en aquella tarde clara y diáfana, Cage pudo conducir libremente por los caminos de la reserva y llegar hasta los parajes más escondidos, que ni los propios guardas conocían bien. Y fue el puro azar de sus pasos, ese azar siempre en sus manos deslumbrado por sí mismo, el que le condujo a un lugar de amplios estanques de diferentes tamaños, donde convivían un sinnúmero de diferentes especies de aves. Allí, Cage, abandonado a sus pasos, como siempre le sucedía, después de haberse adentrado sin rumbo en aquel bosque de Bombay Hook, se quedó maravillado contemplando el vuelo cruzado de todos aquellos pájaros, sus aleteos apresurados, su dejarse llevar planeando por el aire de los cielos, y, sobre todo, se maravilló con sus trinos, sus cloqueos, sus silbidos, con el canto de múltiples voces que todos ellos hacían manar como una única voz que emergía de aquel paraje húmedo y escondido. De esta experiencia provenía, afirmaba Cage, su fascinación por los pájaros [...]

 



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