PRÓLOGO
José A. Jiménez de las Heras
Marco Bellocchio
Un canal oscuro y profundo, lleno de basura y desechos se va rellenando, lento y despacio, de agua que hace flotar los excrementos, defecaciones y demás porquerías; el agua acaba por anegarlo todo y en una corriente continua distribuye los desperdicios a través del canal que recorre ahora toda la ciudad; la música aparece y la película termina. Hemos asistido al último golpe, al definitivo puñetazo visual, al estómago y la conciencia, que Marco Bellocchio nos asesta en su Noticia de una violación en primera página. La imagen es tan poderosa y contundente en su enunciado como en su narrativa; tan poderosa como la ensoñación de un Aldo Moro escapando a su triste destino en el final de Buenos días, noche, otra de las obras maestras del radical cineasta italiano. Y si prefiero estas dos imágenes a cualquiera otra de su poderosa filmografía es porque en ellas se recoge la melancolía por la revolución que no cumplió sus promesas y la rabia ante una sociedad que nunca tendrá promesas que hacer o mantener.
Ricardo Jimeno entra con igual fuerza, precisión y capacidad de sugerencia en el mundo personal y cinematográfico de Marco Bellocchio. Y lo hace con una mirada limpia y novedosa, desde su doble adscripción como experto en narrativa y análisis cinematográfico, así como en su faceta de politólogo. Porque el autor tiene dos amores, entre los que no puede, ni debe escoger: el cine y la política. Y no puede ni debe hacerlo, en una demostración de cómo ambos pueden unirse para forjar un texto apasionante a lo largo de este recorrido por la filmografía de un autor esencial en el cine europeo y mundial, y, por desgracia, como tantas otras veces, olvidado en nuestro país.
El autor de este libro viene a despejar ese olvido y a hacer justicia a un cineasta sin el que no es posible entender la evolución del cine italiano, y que es pieza básica de ese cine político que eclosionó a finales de los '50 y primeros de los '60, en una Europa transida por el viento de cambio y el ansia revolucionaria de aquella juventud que buscaba la playa bajo los adoquines de París, Praga, Berlín y tantas otras ciudades.
Nadie mejor que Ricardo Jimeno podría afrontar esta tarea. El autor, como Doctor en Comunicación Audiovisual y Licenciado en Ciencias Políticas, tiene el perfil adecuado para abordar la doble cuestión, cinematográfica e ideológica, imbricada en el cine de Bellocchio y que no puede ser entendido sin aunar ambas cuestiones. Ricardo confeccionó una tesis doctoral con los mejores mimbres de la academia, afilada, minuciosa, de preclara inteligencia en el análisis y de personal mirada en la reflexión y en las conclusiones; y con esos poderosos materiales elabora ahora un libro, imprescindible en la bibliografía cinematográfica en castellano, que estaba por hacer; ha tenido la lucidez y el valor para escribirlo, uniendo su nombre al de Bellocchio para siempre, como autoridad de referencia en la materia: cosa que no es poco, más bien al contrario, supone mucho en este mundo inane de olvidos, incultura y desdén por el saber. En ese desolador panorama, Ricardo Jimeno se atreve a mostrar sabiduría, juicio propio, conocimiento y criterio a la hora de elaborar un texto de elevada calidad literaria y de punzante capacidad analítica, lo que aúna el conocimiento aportado sobre la figura de Bellocchio y su cine, con el placer que uno siente ante los mejores textos literarios: un libro de cine que apasiona y se lee con el placer devorador que se aplica a las mejores novelas.
Conozco bien al autor de este libro, su seriedad, su rigor, su capacidad de trabajo y su mente ágil y preclara para el análisis preciso desde un abrumador sentido común. Mucho ha sido el camino que hemos recorrido juntos, y mucho espero que sea el que nos quede aún por recorrer. Para mí es un placer y un honor prologar este libro por la amistad que me une con el autor, por la admiración y cariño que siento por él, y por el ánimo egoísta de vincular, aunque sea de manera colateral, mi nombre a una obra tan excelsa y necesaria como esta.
Y es que, en estos malos tiempos para la lírica, el conocimiento, la verdad, la reflexión de altos vuelos que campan por esta obra tan personal como rigurosa, nos permiten alejarnos de la mediocridad ambiental y mirar hacia un horizonte más esperanzador, en donde la reflexión, el pensamiento, la libertad individual y el compromiso social no sean arrastrados por ríos de fango como en el final de la película de Bellocchio. Gracias por ayudar a ello, Ricardo.