El amplio espacio de tiempo que comprende la que podemos considerar como última etapa de la carrera profesional de Luis Varela de casi treinta años, es preciso dividirla en varios periodos, más que cronológicos, laborales. A lo largo de todo ese tiempo nuestro actor desarrolla un trabajo intenso que afecta a las cuatro facetas que han venido definiendo aquella carrera: teatro, cine, televisión y doblaje. No obstante, será preciso diferenciar muy bien tanto el tipo de trabajo realizado como los ciclos en que se ha producido y, muy especialmente, los géneros que han predominado con mayor continuidad.
A lo largo de estos veintiocho años Luis Varela intervino en 14 películas, 50 obras de teatro (con las múltiples representaciones correspondientes en teatros de Madrid y otras partes de España), como habrá ocasión de comprobar; trabajó en 26 programas de televisión de los que varios han sido series que han dado un total de 103 espacios emitidos, ha dirigido una comedia musical y ha prestado su voz a través del doblaje a nada menos que 143 personajes en otros tantos filmes, tanto cinematográficos como de televisión. Si a ello se añadieran las apariciones en diferentes programas de radio y especialmente de televisión, no específicamente dramáticos, podemos llegar a la conclusión de que el ritmo de trabajo (por otra parte, constante en su carrera), no solo se ha mantenido, sino intensificado en estas dos últimas décadas de su dilatadísima trayectoria artística. Es difícil hallar un profesional del mundo del espectáculo español que llegue a igualar tal intensidad de trabajo.
Para poder discernir dentro de todo ese acervo de trabajo y situarlo en su variedad y tipos, es preciso establecer los correspondientes bloques dentro de cada modalidad y género.
A pesar de ser el cine y la televisión, los medios que deberían constituir la base de este recorrido profesional, en modo alguno podemos (como se viene haciendo hasta aquí) obviar su trabajo teatral, por otra parte, base y germen de esa carrera y vocación primera del actor. Por ello, daremos comienzo a sus trabajos a lo largo del periodo que ahora iniciamos por una modalidad de trabajo escénico que, justamente, se nutre de obras pertenecientes al teatro musical en todas las modalidades y subgéneros, desde la zarzuela a la comedia musical, pasando por la revista y otras piezas relacionadas con las varietés hasta llegar a la opereta y a la mismísima ópera, como enseguida comprobaremos.
De las 50 obras citadas más arriba, nada menos que 33 corresponden a los apartados señalados, sin que ello impida que, de nuevo, participe en un montaje de Don Juan Tenorio que realizó Gustavo Pérez Puig en el Teatro Español de Madrid en 1990, sobre una revisión del texto hecha por Enrique Llovet.
El actor interpreta en todas ellas papeles clave, con las partes dialogadas convencionalmente y otras cantadas. Cierto es que en las pertenecientes al teatro lírico clásico, zarzuela y ópera, son los cantantes profesionales (tenores, barítonos, sopranos…) quienes se encargan de la interpretación de los personajes principales, pero al existir también otros, generalmente de corte cómico, aunque no siempre, que alternan las partes habladas con las vocales o cantadas, que no necesariamente han de ser interpretadas por cantantes líricos, sino por actores cualificados y con formación musical, nuestro actor se hace cargo de esos papeles siendo solicitado por los directores y empresas de forma insistente, conocedores de sus aptitudes como intérprete, su espléndida voz, sus conocimientos musicales y el hecho de haberse dedicado también a la canción como intérprete profesional.
La zarzuela, igualmente conocida como género chico (sin que este adjetivo tenga connotación alguna de carácter peyorativo, como es sabido), ha sido parte esencial en la carrera de Luis Varela, al igual que lo ha sido la revista y la comedia musical, cuyas diferencias fueron expuestas en otro capítulo. Su capacidad como actor le permite alternar los géneros sin problema alguno y siempre acompañado de una profesionalidad ejemplar, sabiendo elegir los títulos y sin llegar jamás a lo que en algunos momentos se ha denominado como género ínfimo, al referirse a cierto tipo de revistas o musicales donde los aspectos más ligeros en los que lo picante, más que lo pícaro, predomina. Siempre, sin duda, con diferencias muy acusadas entre unas y otras, dependiendo también de los autores y del público (y locales) a los que están dirigidos.
Un título destaca entre todos los interpretados por Luis Varela en este periodo: la zarzuela La del manojo de rosas. En ocho montajes distintos de la zarzuela nuestro actor ha encarnado al célebre personaje de Espasa (con las consiguientes representaciones, que se cuentan por centenares), hasta el punto de poder considerarse como el actor que mayor número de ocasiones lo ha interpretado hasta ahora. Dejemos que él mismo nos cuente algunos pormenores de todo ese trabajo.
Lo más importante para mí en este sentido ha sido que es un género que me gusta enormemente y al que considero dignísimo, en el que han trabajado extraordinarios actores y actrices, maestros del arte interpretativo. Me refiero, naturalmente, a la zarzuela, pero también a la revista. El repertorio español en este apartado es riquísimo, con ejemplos magníficos de una calidad equiparable o mayor de la de tantos musicales del cine norteamericano tenidos como clásicos. Tanto la revista propiamente dicha como la comedia musical, que difiere levemente de ella, ofrecen una gama de posibilidades a los actores que sobrepasan a otros géneros. No quiero comparar, solamente decir (y me ciño a la experiencia propia) que no ya el montaje y producción de cualquiera de estos espectáculos musicales es difícil, además de caro y que precisan de intérpretes con muchos registros que además deben saber moverse, bailar, cantar, sin dejar en ningún momento de interpretar.
Tuve ocasión de trabajar tanto en la compañía del Teatro de la Zarzuela de Madrid como de otras pertenecientes a prestigiosos teatros españoles, con orquestas compuestas por decenas de profesores, coreografías extraordinarias, decorados y vestuario costosísimos y elencos formidables de actores y cantantes. Por ejemplo, las del Teatro Arriaga de Bilbao o del Campoamor de Oviedo, entre otras.
[...]
Seguir leyendo