Botonera

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12.2.22

XI. "LUIS VARELA. ACTOR TOTAL. LOS GRANDES GENÉRICOS ESPAÑOLES", Gabriel Porras, Valencia: Shangrila 2022.



9. Otras disciplinas interpretativas


Cartel de 1931



Con independencia de que el propósito de este estudio biográfico sobre la carrera profesional de Luis Varela se centre casi en exclusiva en los apartados cinematográfico y televisivo de su trabajo, resulta muy difícil, por no decir imposible, no hacer puntuales referencias a otros géneros interpretativos en los que dicha carrera se encuentra totalmente asentada, hasta el hecho de haber constituido el punto de arranque de la misma y una constante imprescindible en  su trayectoria, como es el caso del teatro.

Luis Varela es, ante todo, un actor de teatro. Sin olvidar que la diversificación de su actividad artística es tan variable como interesante, la escena es su esencia y sigue siendo la raíz de su vocación.

Además, entre aquellas otras ramas a las que aludimos, junto al doblaje, del que hemos hablado más arriba (y del que se volverá a tratar dada la importancia y continuidad a lo largo de su vida artística), existen otras, como su presencia en programas de radio (más abundantes en su etapa juvenil), el trabajo de locución como narrador de documentales y otras actividades afines en las que la voz del actor sirve como hilo conductor. (136) Pero existen dos vertientes muy significativas en su carrera, a las que Luis Varela profesa gran cariño y por las que siente un enorme respeto que entran dentro de la faceta, no sólo interpretativa, sino plenamente musical que acercan al actor a sus estudios primigenios en el Conservatorio; nos referimos a la Zarzuela, género que sigue cultivando con pasión y a la revista, la tradicional Revista Española que tantos ejemplos ha dado de magníficos espectáculos musicales llenos de color, humor y alegría.

136. De entre las numerosas veces en las que Luis Varela ha prestado su voz como narrador en muy diversos programas de televisión, en documentales de diversa temática y otros eventos similares, recogemos aquí aquellos que, por su directa conexión con el cine a través de cortos y largometrajes, tanto de ficción como en el apartado documental, forman parte de la filmografía del actor, así como del registro de sus trabajos televisivos. En ambos casos aparecerán en el apéndice correspondiente con las referencias precisas a lo largo del texto.

Si nos atenemos estrictamente a la cronología exacta, hemos de convenir que la primera experiencia de Luis Varela con el teatro lírico se produce en 1953 en el Teatro de la Zarzuela con una adaptación de El retablo de maese Pedro, donde, lógicamente, interpretaba un personaje infantil. Y se debe reparar en esta fecha crucial (e inicial) de nuestro actor, en la que comienza su carrera en el teatro, tanto en el llamado teatro convencional, en cuanto al concepto clásico y tradicional del mismo, como en el teatro musical o con partes musicales, como es el caso de la zarzuela que tanta importancia de todo orden ha venido teniendo en la citada carrera. ¿Pudiera ser una premonición la obra de Manuel de Falla inspirada en El Quijote, como debut tan temprano del jovencísimo actor? Quizá. Tanto en lo que concierne a sus múltiples y continuados trabajos en el género como en las veces que ha intervenido en sucesivos montajes de la obra de Cervantes.

La primera zarzuela, propiamente dicha, que encontramos en la carrera teatral de Luis Varela fue La revoltosa, el famoso sainete de Fernández Shaw y López Silva al que puso música Ruperto Chapí. Una pieza que llegará a ser una constante en la vida artística del actor, como otras cuantas que tendremos oportunidad de comentar. Fue en 1963, en el Teatro de la Zarzuela dirigida por José Luis Alonso. El joven Luis Varela encarnó al personaje de Tiberio, uno de los enamorados de la célebre Mari Pepa. A partir de ahí, con intermitencias que cada vez se fueron haciendo más cortas, nuestro actor es llamado con insistencia para interpretar obras del llamado Género Chico, donde, además de cantar, siempre era uno de los encargados de dar vida a un personaje tan característico e indispensable en el género como es el (llamémosle así y con el máximo respeto) gracioso, un tipo que sirve de nexo entre el tenor protagonista y el resto. Tal ha sido el éxito de Luis Varela en la zarzuela que existe un personaje quintaesencial del género como es el Espasa de La del manojo de rosas al que ha escenificado en decenas de funciones hasta el punto de ser considerado como el intérprete paradigmático del popular camarero hiperbólico, de gracia insuperable. 

Cuando el actor entra de lleno en la zarzuela propiamente dicha, con algunas incursiones en otros géneros musicales como la revista, es a partir de 1990. Trabajando dentro de la compañía del Teatro de la Zarzuela, en empresas privadas, en las temporadas líricas de diversos teatros (Arriaga de Bilbao, Campoamor de Oviedo…) e incluso en el extranjero, América Hispana especialmente, Luis Varela ha llegado a participar, siempre en primerísimos papeles, en 37 títulos, desde Las leandras en 1990 hasta poco antes de su retiro de las tablas, en 2013, con La del manojo de rosas, pudiendo afirmarse que su nombre ha estado presente en los grandes montajes del género en ese amplio periodo. A medida que en el recorrido por la carrera de nuestro actor vayan apareciendo los títulos de tantos montajes de zarzuela en que ha intervenido, habremos de detenernos en las circunstancias de las mismas y con sus recuerdos al respecto.

Participé desde muy joven en zarzuelas y he de confesar que este género lírico español me apasiona. Creo que no le damos en nuestro país la importancia que realmente tiene. Cuando he tenido oportunidad de salir a América con algún espectáculo de zarzuela, especialmente en Argentina, pero también en otros países, como Cuba, por ejemplo, ha sido el delirio por parte del público, con llenos constantes y éxito extraordinario. Soy de la opinión de que nuestro género musical es notablemente superior a otros, muy famosos y prestigiados, de algunos países. Nada tiene que ver el término “chico” referido a la zarzuela con el mayor o menor valor de esta respecto a la ópera. Es otra variante, quizá más genuinamente teatral. La del manojo de rosas, del maestro Pablo Sorozábal, con el delicioso libreto de Ramos de Castro y Carreño, ha sido la que más veces he tenido ocasión de interpretar y, efectivamente, tal y como dices, el personaje de Espasa, muchas veces lo han asociado a mi persona como actor pues lo he interpretado, que recuerde en por lo menos siete veces, con un amplio número de funciones. No me molesta en absoluto que me asocien con el personaje; en modo alguno supone nada parecido a un encasillamiento…, ahí está mi carrera para demostrarlo. Sin embargo, esa asociación, es para mí un honor.

Siempre que se me ofrecía trabajar en alguna función que me parecía interesante –nos cuenta el actor– y si disponía de tiempo o era compatible con otras actividades o compromisos previos, la aceptaba. No recuerdo con exactitud las obras en las que trabajé en esos años. Después de tanto tiempo los recuerdos se amontonan en la memoria y no resulta fácil situar cada uno en su momento. Pero te diré que, en 1972, creo recordar, formé compañía y debutamos, me parece que, con Tú y yo somos tres de Jardiel, autor que siempre me ha gustado mucho y que me parece no sólo un genio del teatro y del humor en general sino de una modernidad perenne. No pasa de moda. Por eso he interpretado obras de Jardiel cuando me ha sido posible y, por ello, al formar compañía quise expresamente debutar con este autor. Fue la primera función que produje. Mi mujer se asustó mucho cuando le dije que iba a formar compañía y más aún cuando supo que me había quedado con un teatro, el Arniches. Hay que tener en cuenta que se arriesgaba mucho y que todo dependía de que te fuera mínimamente bien pues en el caso contrario, significaba la ruina. Afortunadamente fue bien y me quedé también con el Martín… Una cosa que parecía locura, pero tenía entonces…, no había cumplido aún los 30 años y estaba lleno de ganas, a pesar del riesgo cierto que suponía.

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