INTRODUCCIÓN
Aunque pertenezca a un par de generaciones posteriores, Luis Varela representa como pocos a la gloriosa tradición de los grandes cómicos españoles de las décadas centrales del siglo XX, en el sentido más exacto y justificado del término. La capacidad y el talento que le permiten pasar con la mayor naturalidad de cometidos protagonista de gran envergadura a otros de menor extensión, siempre con idéntica ilusión, hacen de él uno de esos grandes actores que ennoblecieron el teatro y el cine españoles con memorables interpretaciones e inolvidables personajes.
Y tales circunstancias concurren en Luis Varela, tanto por la dilatada extensión en el tiempo de su carrera, como por la diversidad de la misma. En efecto, a pesar de no figurar dentro de las listas de los niños actores que nutrieron un apartado muy denso del cine español de los años cincuenta y sesenta del siglo XX y por no pertenecer al género infantil, es decir, donde tanto las historias como los personajes giraban en torno a aquellos niños y niñas actores, Luisito Varela, como era entonces conocido, intervino desde su niñez en diversas obras teatrales, espacios dramáticos de radio, los primitivos balbuceos de la televisión y en varias películas, formando parte de los elencos correspondientes en personajes de su edad, no específicamente en roles infantiles; por eso su carrera se prolonga desde la infancia en una trayectoria fija, continuando hasta su retiro.
En cuanto a la aludida diversidad de esa carrera, se puede asegurar que el caso de Varela es prácticamente único o, al menos, repetido en muy escasas ocasiones, pues ningún aspecto relacionado con la interpretación le es ajeno y, salvo el circo, por nombrar un tipo de espectáculo concreto, nuestro actor ha pisado todos los escenarios, todos los platós cinematográficos, todos los estudios radiofónicos, televisivos y de doblaje, en una relación de trabajos que resulta extraordinariamente amplia. El teatro, en sus más diversos géneros, desde el drama y la comedia a la revista, pasando por la comedia musical y la zarzuela; el cine (en toda su variedad genérica) y la televisión (series, teatro televisado, espacios musicales), el doblaje…, son apartados artísticos en los que la carrera de Luis Varela ha destacado a lo largo de más de sesenta años.
Enfrentarse, por tanto, a una trayectoria tan diversa y rica, es un reto de muy ardua labor que, sin embargo, resulta, –se debe admitir– apasionante. Sin embargo, se hace necesaria una división, digamos temática, de ese cúmulo de trabajos y títulos y para ello, en esta ocasión, se intentará abordar con mayor detenimiento la tarea de carácter audiovisual en la carrera de nuestro actor, o sea, la relacionada directamente con el cine y la televisión, sin que ello suponga, ni mucho menos, la no referencia a todo el resto de actividades profesionales, tanto teatrales, en sus distintas manifestaciones, como en otros ámbitos interpretativos.
Luis Varela pertenece al insigne grupo de los actores de reparto que han constituido el armazón esencial sobre el que se ha sustentado el teatro y, muy especialmente, el cine y la televisión en España. Aprendió con ellos y de ellos, sufrió las contingencias y disfrutó de los triunfos y, al igual que ellos, dispone de los resortes, las posibilidades y el genio que hacen de su carrera una de las más proteicas y completas de nuestro panorama artístico. He ahí, posiblemente, el aspecto más sobresaliente y más notable de su periplo y de su personalidad como intérprete.
El actor reivindica siempre su deuda con algunos de esos grandes intérpretes. Recuerda con afecto –veneración muchas veces– nombres ilustres entre aquellos grandes cómicos, desaparecidos en gran parte. Y no sólo los actores sino también entre las actrices. Dada su singular trayectoria en cuanto a la extensión de su carrera y sus inicios cuando era solamente un niño, ha tenido ocasión de trabajar junto a la mayoría de los grandes nombres del teatro español del siglo XX, primeros actores, galanes y genéricos; intérpretes especializados en tipos y característicos, los segundos y los meritorios…, todo el elenco actoral de las compañías de repertorio, clásicas de nuestro teatro, jerarquizadas en su estructura, pero abiertas en cuanto a posibilidades. Varela recuerda nombres como los de Rafael Bardem, Manuel Dicenta, Julia Delgado Caro…, entre tantos otros con quien le cupo la suerte de trabajar siendo muy joven y de los que, como él mismo repite, aprendió tanto, hasta el punto de considerar su enseñanza y ejemplo, además de un gran privilegio, como la mejor escuela. Al señalar un nombre entre todos, Luis Varela opta por la maestría de Fernando Fernán Gómez, junto al que también trabajó en varias ocasiones, entre ellas, como se verá, en su debut teatral, allá por 1954 y por quien será solicitado para algún que otro trabajo interpretativo, tal y como, igualmente, habrá ocasión de tratar.
Para esta aproximación biográfica a la persona y a la carrera de Luis Varela, se ha contado con la colaboración directa y siempre pronta del actor, quien, pese a sus múltiples trabajos y compromisos, se mostró solícito, abierto y dispuesto, con un ejercicio de recuerdo y memoria que no suele ser fácil en todas las ocasiones, máxime en este caso, cuando la carrera a detallar es tan densa, prolongada y llena de trabajos memorables. Su llaneza y cordialidad en el trato han supuesto un acicate y un estímulo que se plasma en tantos recuerdos, datos, anécdotas y remembranzas que esmaltan las páginas de este libro y que son, con seguridad, lo más valioso del mismo.
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