MOHOLY-NAGY.
ENTRE LA ABSTRACCIÓN Y EL MITO
Lázsló Moholy-Nagy, Kameraloses Fotogramm, 1926
[...] “Este siglo pertenece a la luz”, escribió convencido Moholy-Nagy. (1) Pero no sólo el siglo, habría que añadir. Para el creador húngaro el gran mito de la vida, su origen y –en tanto que mito, justamente– su destino, es la transparencia; la claridad por la que ella lucha y en la que necesariamente habrá de colaborar el artista. Esta es su tarea, algo titánica, sin duda. Hacer arte no es nada más, y nada menos, que eso: Lichtgestaltung: creación con luz. Por ello la fotografía, que es en su misma esencia creación con luz (2), “la primera forma de la creación lumínica” (3), es un arte de preocupación central en Moholy-Nagy. De hecho es la disciplina que, como explicó a menudo Moholy-Nagy, ha servido para liberar del peso representativo al arte mismo y, en ese sentido, la fotografía se vuelve una actividad artística programática. Esto es, cargada de futuro, el procedimiento del que se valdrá el resto de las prácticas artísticas.
1. “La fotografía inédita”, MOHOLY-NAGY, László, Pintura, fotografía, cine, Barcelona: Gustavo Gili, 2005, trad. de Gonzalo Vélez y Cristina Zelich, p.144.
2. Cfr., precisamente, el escrito que lleva por título “La fotografía es creación con luz”, también presente en la antología que hemos citado. Pero se trata de una idea que Moholy-Nagy va a reiterar infinitas veces.
3. En “La fotografía inédita”, MOHOLY-NAGY, László, op. cit., p.148.
La fotografía y el cine serán en verdad las artes del siglo porque, desde sus mismos principios “intentan alcanzar plenitud en la claridad”. (4) Se trata, evidentemente, de artes de la luz, técnicas que conducen y son conducidas por ella. Allí, diríamos, la técnica se vuelve radical: toca los orígenes mismos de la vida, su dimensión pura, simple y genesíaca. Es por eso que Moholy-Nagy asume, por ejemplo, que, en esta aventura de la luz, el investigador habrá de comenzar allí donde se produce “el experimento primordial que Fox Talbot llevó a cabo en 1835, cuando colocó un cordón directamente encima de un papel fotosensible que, al ser expuesto a la luz, registró las distintas intensidades en valores de negro, blanco y gris”. (5) El papel fotosensible es la tabula rasa, la potencia misma del ser que condensa la vida. Nace con ello el fotograma. Estos procedimientos elementales que tratan con la luz son, por ello, pre-subjetivos: en ellos la emoción surge “directamente de la expresión óptica “ (6); como quien dice, de la vida misma liberada de todo peso, sombra, gravedad, opacidad, sujeto, historia. Moholy-Nagy es un abanderado extremo de la avantgarde, pero convendremos en que su mito es casi tan viejo como el hombre mismo. Un mito de redención de la materia por la luz; mito gnóstico, al que el joven artista, a los 20 años, dedica todo un fervoroso poema, casi un himno (7):
“Descubres los años de luz de tu vida,
No están ligados a la cronología de las cifras
la otra medida se llama Eternitas,
una lucha consciente por el secreto de tu orden.
Espacio, tiempo, materia – ¿son uno con la luz,
están ligados como a una vida condicionada a la luz?
El vislumbre de la idea de insospechada grandeza
traspasa los límites de la criatura en el espíritu libre.
Como un brazo que conduce seguro
hacia vastos espacios que el ciego desconoce.
Tendrás que buscar desesperando –
luz como sustancia, ¿cuál es el precio?
No puedo matar o calmar la sed.
Espacio, tiempo, sistema – ¿sólo ilusiones, azar?
¿O la realidad de lo eterno que, nosotros,
entregados a la muerte, no vemos sino como reflejo?
Luz, ordenadora, conductora, luz inalcanzable,
lejano vislumbre que ilumina el ser puro,
fluye en mí, luz, luz altiva y penetrante,
luz indómita que purifica mis ojos.
Una tumba sofocante, la tierra se desmorona,
sacramento impugnado de la antiluz.
Pero nuestro cerebro, ridículo y pequeño,
traspasó la oscuridad de la nada y pensó
la materia, el espacio, el tiempo, en figuras de luz,
en luz eterna, luz como fuerza generativa.
Y el vacío, vanamente igualado
al espacio y al tiempo, rodea al hombre sin luz.
Sólo la luz, la luz total, le hará total”.
4. “Del pigmento a la luz”, MOHOLY-NAGY, László, op. cit., p.180.
5. “Arte y fotografía”, MOHOLY-NAGY, László, Pintura, fotografía, cine, op. cit., p.229.
6. Ibid., p.180.
7. Cit. por MOLDERINGS, Herbert, “Años de luz. El fotograma en la estética de László Moholy-Nagy”, László Moholy-Nagy. Fotogramas 1922-1943, Fundación Antoni Tàpies-Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía, 1997, p.17.
En 1929 exige de las autoridades estatales y municipales que abandonen las “obsoletas academias de pintura” y que funden “talleres de luz”, donde maestros y alumnos puedan investigar y dominar el que considera el recurso plástico más actual de su época. Ocho años más tarde, exiliado en Londres, volvió a lanzar su propuesta, esta vez con el nombre, casi plotiniano, de “Academy of Light”. En la particular teoría estética de Moholy-Nagy, que varió muy poco a lo largo de su vida, la luz es el órgano rector de todas las decisiones y criterios. La luz es vista incluso como la matriz del arte, y el arte como arte de la luz. El sentido y la conveniencia de cualquier práctica artística sólo se justificarán por su capacidad de reflejar esta facultad de alumbramiento. La aventura de la luz se despliega desde lo más a mano e inmediato hasta el cromatismo, la forma y la máquina, lo más abstracto. Las preguntas al respecto son las de un pionero, incluso las de un pensador de los orígenes, una especie de presocrático del constructivismo; sólo que, como ha sugerido Vincenzo Vitiello, tal vez demasiado moderno para ser místico: “Aún son necesarias –escribe en 1936– innumerables investigaciones sobre los principios mismos, incluso para los pintores: ¿qué es la luz – y qué la claridad, la oscuridad, los valores, el tiempo, la medida y sus nuevas técnicas, el movimiento de la luz, la refracción, el color (el pigmento)? ¿Mediante qué proceso oculto la luz se vuelve viva? ¿Qué es la intensidad del color y su actividad? ¿En qué modo el color actúa sobre la forma? ¿Por su posición, por la cantidad de superficie que ocupa? ¿Las funciones biológicas, las reacciones fisiológicas? ¿El estatismo, la dinámica de la composición? ¿Los aparatos de donde surge la luz fotográfica y cinematográfica, la pantalla? ¿La técnica de proyección? ¿De la coloración? ¿El rol de la mano? ¿De la máquina?”. (8)
8. “Del pigmento a la luz”, MOHOLY-NAGY, László, Pintura, fotografía, cine, op. cit., pp.180-182.
[...]
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