Botonera

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25.9.21

VI. "EL HOMBRE DE TRES LETRAS", de Pascal Quignard, Valencia: Shangrila 2021



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Podemos denominar románticos a los libros cuyos escritores son anteriores a la obra que publican. El contenido de lo que escriben contempla el mundo social en el que la aparición heroizará su destino. Los escritores son, por tanto, los narcisos, los genios, los académicos, los creyentes, los poetas, los pares de Francia, etcétera.
Yo no era romántico.
Me gustaban los libros en los que aquellos que los escriben no emergen jamás de su lectura. De Ovidio a Plutarco. De Plutarco a Petrarca. De Petrarca a Montaigne, Rousseau, Littré, Mallarmé, Kawabata, Tanizaki.
Una vida totalmente consagrada a la lectura de libros entraña consecuencias tremendas.
Exilios. Silencios. Retiros. Dimisiones. Divorcios. Suicidios. Aislamientos renovados sin cesar. No solo durante el día, sino también por las noches, todos los sueños, incluso la sexualidad de quien escribe, su muerte misma, están implicadas.

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La identidad de quien penetra en los libros queda transformada para siempre.
Iseo imitó a Lisias, Isócrates pretendió imitar a Iseo, que había imitado a Lisias, pero nadie logró imitar a nadie.
Cuando Heródoto quiso imitar a Homero no imitó a Homero. Cuando Jenofonte quiso imitar a Heródoto no imitó a Heródoto ni a Homero. Cuando Plutarco quiso imitar a Jenofonte no imitó a Jenofonte ni a Heródoto ni a Homero. Cuando Montaigne quiso imitar a Plutarco no imitó a Plutarco ni a Jenofonte ni a Heródoto ni a Homero. Valéry no consiguió imitar a Goethe ni Callois se convirtió en Valéry, que deseaba ser Goethe.

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A la estética de la segunda retórica, que apareció en el mundo antiguo cuando Grecia cayó bajo el yugo de Roma, se la denomina «aticista». Su fórmula es la siguiente: «La belleza es salvaje». La emoción es alérgica tanto a las normas como a lo que las desafía (es un salvajismo alérgico tanto a la tradición como a la originalidad). Lo que se busca es el origen. Ni el sujeto (el héroe), ni el sentido (la Historia). Por lo tanto, heredar no es en ningún caso poseer. Goethe escribió en Fausto: «Lo que has heredado de tus padres, adquiérelo de manera que lo poseas». Los humanos no son ojos, son miradas. Goethe es el último aticista, se planta en la frontera del romanticismo. La originalidad nace con el romanticismo. Se guarda mucho de entrar. Goethe sigue siendo griego. Igual que Hölderlin deseará seguir siendo griego. Igual que Nietzsche deseará seguir siendo griego. Igual que Heidegger deseará seguir siendo griego. La doctrina mimética que data de la transmisión de los comportamientos adquiridos de los depredadores duró hasta Grecia, luego de Grecia hasta los renacentistas, hasta los clásicos. La doctrina de la escuela aticista de la antigua Roma era imperativa: toda obra debe heredar lo que la precede como el aluvión del río hereda de la fuente. Toda obra debe abrevar en la fuerza que hay en su origen, renovar su impulso (su rhusis), reconectarse con su contagio previviente (su physis), tomar forma de rostro a partir de la belleza de todos los rostros amados.

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