Prefacio
CARLOS SAURA: EL ARTE TOTAL
Manuel Palacio
Con motivo de la Expo de Lisboa de 1998, se realiza la primera intervención del Estado democrático en el ámbito del cine para públicos extranjeros. La exposición lleva por título el “azoricanesco” Clásicos y modernos del cine español. Las tres docenas de films que se llevan a Portugal resultan reveladoras del canon oficial de aquellos años. La selección de ese canon parece haber sido realizada por un Consejo asesor formado por personalidades de la industria tales como Luis García Berlanga, José Luis Garci, Gil Parrando, José Luis Alcaine, Horacio Valcárcel, Elías Querejeta, José Luis López Vázquez, Alfredo Landa o Emma Suárez (la única mujer). La academia está presente exclusivamente por Román Gubern. El film elegido de Saura es Peppermint Frappé (1967).
Lo sorprendente es que en la selección de films no se indica qué cineasta o film es clásico y cuál es moderno. No quiero aquí impugnar la clasificación del bueno de Azorín. Sin embargo, hago notar que no sirve para delimitar el trabajo del creador contemporáneo; al menos cuando este modula su estética con ejemplos de arte total. Huelga decir, como se reivindica en las páginas de este volumen, que Carlos Saura es un artista total. En la cinematografía española hay algunos más, pero muy, muy, pocos. Y por ello, y sin caer en excesivo pleonasmo, Carlos Saura es uno de los mayores clásicos y a la vez uno de los mayores cineastas del campo de lo moderno. No es paradójico; ya se sabe aquello que se dice que todo estilo propio lleva el germen de convertirse en clásico. Para comprobarlo basta con leer este volumen, y unas intervenciones en las que se combinan análisis sobre la radical genialidad del arte de heredar de Carlos Saura con otras sobre la fecundidad de un estilo propio nacido de su experiencia vital y generacional.
En este punto debía dejar de escribir y remitir ya al amable lector o lectora al texto introductorio y a las aportaciones propiamente dichas. Sin embargo, quisiera decir una idea. Sí Carlos Saura es imprescindible para entender la España de los últimos cincuenta años es por algo que trasciende de lo cuantitativo de su poderosa obra o del rigor de las representaciones sociales que ha elaborado a lo largo de su filmografía. Emana de otro lugar: nace de la importancia que da al hecho de mirar. Para el artista aragonés mirar es otra manera de contar y es por ello por lo que me atrevo a catalogarlo de clásico y moderno a la vez. Puedo afirmar que para Saura mirar se convierte en una decisión moral; nos fuerza a los espectadores y le obliga a sí mismo, como dice esa cita apócrifa que se atribuye a Mizoguchi, a lavarnos los ojos después de cada mirada.
Por supuesto, esa opción creativa y estética tiene que ver con la luz. Tan es así que la que se presenta como ‘la primera biografía autorizada’ lleva por título Carlos Saura. En busca de la luz. (1) Pero es algo que trasciende a una visión limitada de la luz y su par, la sombra. Su exposición Luz para el Centro Niemeyer de Avilés (2011) era un recorrido físico y visual desde la oscuridad de la sombra hasta la luz por excelencia como es la del sol. Asimismo, recuérdese otros ejemplos de miradas como el minimalismo de imagen de muchas de sus películas musicales o del uso que hace del objetivo macro en La caza (1965).
1. Natalio Grueso, Carlos Saura. En busca de la luz, Córdoba: Editorial Berenice, 2019.
En Dulces horas (1982), un film que ha ido ganando prestancia desde su estreno, el protagonista masculino (Iñaki Aierra) acompaña a Berta (Assumpta Serna) a un campo yermo, ocre como se ven las tierras de España desde el aire de los aviones: “Donde me llevas”, dice el personaje femenino. “Esta parcela es mía. Está mejor así: sin nada. Ahora no mires, cierra los ojos. Es una sorpresa”. Y luego, tras enseñarle un paisaje que por la luz y el color es indudablemente español, (es Jadraque en el que destaca la visión del conocido como Castillo de El Cid), acota el actor: “Hay imágenes que por mucho esfuerzo que se ponga en olvidarlas, siempre permanecen. Esta es una de ellas. ¿Las quieres compartir conmigo?”.
Esa es la propuesta del artista total llamado Carlos Saura.
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