"SOLO HACIA CINE Y QUERÍA SER FELIZ"
MOTIVOS BIOGRÁFICOS EN LAS PELÍCULAS
DE ANDRÉI TARKOVSKI
Marina Tarkovskaya
[...] Desde nuestra primera infancia, mi hermano y yo crecimos con la sensación de formar parte de la naturaleza. Durante la Segunda Guerra Mundial vivíamos en un pequeño pueblo en el Volga, Yúrievets, pero ya antes y después pasábamos largas temporadas con nuestra madre en el campo, cerca de Moscú. Ahí mismo, Andréi luego filmó El espejo (Zérkalo, 1975). Recuerdo que pasábamos largas horas contemplando el río y las algas balanceándose bajo el agua, escenas que él luego reprodujo en Solaris (Solyaris, 1972) y Stalker (Stalker, 1979). El culto, pero también el respeto por la naturaleza, están presentes en todas sus películas.
Aparte de la naturaleza, en sus filmes se reproduce el tema del abandono, unido a los temas de la separación y de la espera. Nuestro padre, Arseni Tarkovski, abandonó a la familia cuando Andréi tenía cinco años, y yo, tres. En esa edad, nuestro vínculo con él era todavía fisiológico; recordábamos el olor de su cuerpo, del tabaco que fumaba. Cuando todo esto desapareció, fue horrible. El tema de la ausencia, de la espera –de despedidas y expectativas de nuevo retorno– aparece como hilo conductor en la película El espejo, autobiográfica, como también ocurre en otros largometrajes suyos.
En general, los motivos biográficos en el cine de mi hermano, Andréi Tarkovski, pueden dividirse en dos tipos: en primer lugar, pequeños episodios sueltos o impresiones que Tarkovski recordaba y que se trasladaron tal cual a sus guiones y películas. El cineasta Alexander Gordon denominó este procedimiento de Tarkovski “la teoría de los puzles”. Son episodios “trasladados” de su experiencia directa y se encuentran en casi todas las películas de Andréi Tarkovski [...]
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