G & G
Poto and Cabengo (Jean-Pierre Gorin, 1980)
La primera película filmada por Jean-Pierre Gorin tras la disolución del Grupo Dziga Vertov, hacia 1972, y el par de trabajos posteriores en los que extendió su colaboración con Jean-Luc Godard y Anne-Marie Miéville, es un original documento sobre un caso insólito de didáctica. Grace y Virginia (Gracie y Ginny) Kennedy, dos hermanas gemelas de seis años diríase que aisladas en un suburbio de San Diego, un vecindario de aspecto prefabricado y hogares miméticos construido en la posguerra y destinado a la vuelta de combatientes, del que alguien dice que se parece al Berlín occidental, utilizaban un lenguaje privado e ininteligible para el resto de personas. Una improbable mezcla de inglés paterno y alemán materno con la que se comunicaban de manera fluida.
Ese mismo año estaba de vuelta Jean-Luc, el factótum del citado colectivo antiautoral, con la digamos más convencional Salve quien pueda, la vida (Sauve qui peut, la vie, 1980), con lo que la opción documentalista tomada por Gorin parece bastante consecuente con su rol anterior. Aunque de entre las opciones posibles, no era desde luego la más lustrosa. Contrasta esta fascinante Poto and Cabengo con las dos últimas obras que habían hecho en común Gorin y Godard, y no me refiero tanto al contenido sino al ángulo empleado. Dos filmes tan políticos como Letter to Jane. An investigation about a still (1972), una conversación-disección sobre la muy publicitada y activista fotografía de Jane Hanoi Fonda, y Aquí y en otro lugar (Ici et ailleurs, 1976), otro experimento, y como tal intervencionista, sobre la convivencia paralela de dos familias, una francesa y otra palestina. No podían estar ambos trabajos más alejados de esta investigación sobre procesos naturales de aprendizaje y virtualmente involuntarios en la edad infantil. La clave es ese plural, aprendizajes, pues no solo es importante el relativo a las niñas.
Poto and Cabengo fija su atención en averiguar las causas que habían conducido a ese resultado final de comunicación entre ambas, y en cómo conocer a contrarreloj los mecanismos puestos en marcha por los familiares y vecinos, educadores, logopedas, pedagogos, psiquiatras y por supuesto los periodistas, no para entender qué decían, sino para que regresaran a un estadio del habla normal, esto es, aquel donde solo cupiera el inglés. La situación deriva en una múltiple y sutil radiografía de los Estados Unidos de la era presidida por Jimmy Carter, aquel granjero de cacahuetes paladín de los derechos humanos. Surgen entonces, durante los análisis, interrogantes sociológicos que son antesala de los políticos, los mismos que tanto le habían interesado a Gorin en los años previos [...]
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