UN OCÉANO PACÍFICO
El gran Miércoles (John Milius, 1978)
El trío que nunca fue. A comienzos de 1978, John Milius se apuraba en terminar el guion de la que iba a ser la más accidentada película de la década y que debía estrenarse a finales de ese mismo año. Cuando Apocalypse now (Francis Ford Coppola, 1978), sorteando mil calamidades y con un récord de nueve productores asociados, ve la luz un año después, era ya una leyenda y Milius más famoso como guionista que como realizador. Adelantándose a Coppola, Michael Cimino, otro cineasta crecido y descubierto para la grandeza, había presentado el primer gran filme sobre la guerra de Vietnam: El cazador. Contrastando con las colosales hechuras de ambas y la consiguiente atención masiva de los medios de comunicación que veían nacer o asentarse a los relevos naturales de los mitos desaparecidos, desnortados o minados por el paso del tiempo, la visión del propio Milius sobre una América de los sesenta abocada a otra exótica contienda, hizo que El gran Miércoles se consumiera en la grisura hasta quedar arrinconada para la causa de las mejores películas americanas de los setenta.
Frente a Robert De Niro y Christopher Walken jugando a la ruleta rusa, frente a aquella cabalgata aérea de las valquirias y frente al semidiós Marlon Brando ahogándose en los versos de T. S. Eliot y en los gritos de Jim Morrison, ¿quién podía encontrar relevantes los avatares que hacían virar la existencia de tres amigos surferos, empecinados en seguir fantaseando con la gran ola de sus vidas? El lapso de tiempo transcurrido desde el final del conflicto, no permitía devolver al público una imagen reconocible de la América en retaguardia que no fuera la de un país preparándose para la partida. Esa marcha que tan certeramente había escenificado la primera parte de la obra de Cimino. América dolida y en compleja recomposición, preguntándose cómo y por qué había salido escaldada de Asia. También El gran Miércoles hablaba, sin retirarse media milla de un paraíso terrenal para veinteañeros, en playas infinitas y con chicas en bañador, entre bromas, fiestas y buenas peleas, de cosas importantes. Y bien que debió extrañar, porque ni las prometedoras Dillinger (1973) y El viento y el león (The wind and the lion, 1975) invitaron a pensar en Milius como en algo más que en un remedo de sus admirados Sam Peckinpah, David Lean o John Huston. El gran Miércoles retomaba asuntos decisivos para una generación recién despertada del flower power para ir a caer en la jungla de Indochina. Así, establecer un paralelismo entre esta maravillosa película con las citadas de Coppola y Cimino, resulta necesario para resituarla en su contexto social y cinematográfico [...]
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