Botonera

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21.11.20

XII. "EN LOS MÁRGENES DE LA HISTORIA DEL CINE. UN BLOG COMME LES AUTRES", Jesús Cortés, Valencia: Shangrila 2020.




LA VIDA POR DELANTE
Alma negra (Roberto Rossellini, 1962)


Alma negra (Roberto Rossellini, 1962)


Adriano Zucchelli es un don nadie. Tiene 36 años y medio, una mujer veinteañera que solo quiere dormir, un negocio de venta de coches que no marcha demasiado bien, un pisito en Roma y un batallón de mujeres en el, más bien difuso, recuerdo. Un amigo muere legándole una villa, pero la hermana del chico no parece dispuesta a que toque una lira. Alma negra es una de las películas perdidas de Roberto Rossellini. De pálida conexión con las obras que jalonarán su filmografía a partir de esos años, comenzando por La edad del hierro (L’età del ferro, 1965) y con todo el grueso de una filmografía que arranca con la guerra como tema central. Alma negra fue otro de los fracasos críticos y populares de su vida.

Los que entendieron que Rossellini se modernizaba (una buena ironía hablando del más moderno de los cineastas) y que tal vez estaba dispuesto a caer por fin en el redil de los acomodados, con la música jazzística de Piero Piccioni, las escenas en clubes nocturnos y el protagonismo del símbolo de la comedia a la italiana, Vittorio Gassman, quedaron decepcionados con el tono del filme, desabrido, distanciado, a menudo con fondos neutros, lleno de palabras que son un reproche continuo cuando no una artimaña para esconder la verdad, sin humor. Los que esperaban otra obra importante como las precedentes Fugitivos en la noche (Era notte a Roma, 1960) y Viva Italia (Viva l’Italia, 1961), no entendieron qué demonios hacía Rossellini con un material tan ligero, tan cotidiano. Más de cuarenta años han pasado desde entonces y no creo que las cosas hayan cambiado. El paso adelante dado en El general de la Rovere, cuando Rossellini se probó con soltura en el drama reconstruido, desmontando los mecanismos del drama bélico y de repetir, en off, el experimento en la mencionada Fugitivos en la noche, imagino que le insuflaron fuerzas para tomar, no sin fruncir el ceño, este esqueleto argumental de comedia y transformarlo en uno de los más desoladores y subvalorados dramas de su tiempo.

No es descabellado pensar en la impresión que Jean-Luc Godard debió recibir al contemplarlo y cuánto de él tomó para el nudo central de El desprecio, que ha de recordarse por la larga y múltiple escena en la que Brigitte Bardot deshace todo el amor andado con Michel Piccoli. Quizá también exista una conexión con los dramas, por desgracia pocos y sin continuidad, de Fernando Fernán Gómez, con la durísima El mundo sigue (1963) como epítome. Todo en Alma negra es descorazonador y todo son excusas. Hasta las dos experiencias homosexuales que el seductor Adriano Zucchelli admite: la que le libró de ser fusilado en la guerra y la que le ha proporcionado la herencia que puede cambiar su vida. Todo vale [...]





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