TWO LOVERS
Sin temor (Ida Lupino, 1950)
[...] En Sin temor, Carol (Sally Forrest) y Guy (Keefe Brasselleson) interpretan a una pareja de baile que, tras muchos esfuerzos, consigue su primera gran oportunidad en un club. La vida les sonríe y desean casarse. Pero Carol cae enferma y es diagnosticada de poliomielitis. Ambos se distancian y ella conoce en el centro de rehabilitación a Len (Hugh O’Brian), un compañero de enfermedad. A pesar del asunto tan de actualidad que enmarca la historia, Sin temor es lo más opuesto que cabe concebir a un filme oportunista o didáctico sobre un tema candente. Ni en esta ocasión ni en ninguna otra de las películas que conozco de su filmografía, hay la menor voluntad pedagógica ni nada parecido a un propósito documental. Lupino no aporta un solo dato y definitivamente no serviría para ilustrar un reportaje sobre el impacto de la enfermedad. Al contrario, a Lupino lo que le interesa de sus personajes es que les toca, quizá por azar, quizá por simple e injusta lógica vital, afrontar una circunstancia que pone a prueba su fuerza de voluntad y la capacidad del prójimo –allegados que deben afrontar el problema como pueden, desconocidos que están muy tranquilos con los mecanismos aceptados para no sentir que no abandonan a su suerte a los demás– para entenderlos sin que ese aspecto sociológico sea percibido por el espectador apenas de manera tangencial: un detalle de puesta en escena, un secundario sin especial relevancia o un diálogo perdido, aportarán el mínimo elemento que delata cómo de especiales ven a los personajes.
Sin temor no podría ser más discreta y privada, y demuestra que también hay debuts en el cine americano de los años cuarenta sin la menor huella de Ciudano Kane (Citizen Kane, Orson Welles, 1940). Hugh O’Brian, de gran parecido físico con el joven Vittorio Gassman, incorpora al personaje clave del filme, Len. La única vez que comparte plano con el otro varón, Guy, Lupino hace un bonito corte al encuadre equiparando sus alturas a pesar de que Len se desplaza en silla de ruedas. Es el único personaje fuerte y lúcido de la historia y enseñará a Carol, con su buen humor y su fortaleza mental, que se puede vivir y amar a pesar de la fatalidad. De mayor grado para él, que parece desahuciado, mientras que ella solo debe hacerse a la idea de que será imposible volver a bailar. Len, es de justicia, protagonizará dos de las tres mejores escenas del filme, todas en la parte final; tres de las más extraordinarias de todo el cine americano de ese periodo [...]
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