Botonera

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17.11.20

II. "EN LOS MÁRGENES DE LA HISTORIA DEL CINE. UN BLOG COMME LES AUTRES", Jesús Cortés, Valencia: Shangrila 2020




PRÓLOGO
DESCUBRIMIENTO DE UN BLOG

Miguel Marías


Almas desnudas (Max Ophüls, 1949)



Aunque parezca mentira, esta historia tiene algo de intriga policíaca.

Mi primera noticia del autor de los textos que componen este libro es la lista de un desconocido llamado Jesús Cortés y que encima resultaba ser español en la revista digital, por entonces muy interesante, Senses of Cinema, de origen australiano. No solo era una lista de diez películas preferidas que podría ser la mía, cosa ya rarísima, sino que los directores que lamentaba tener que omitir eran más o menos los mismos que yo deploraba no haber podido incluir. Ni con José María Carreño, Victor F. Perkins o Jean Douchet (con Manolo Marinero, Robin Wood o Jacques Lourcelles las discrepancias podían ser más frecuentes y mucho mayores, pese a los muchos acuerdos) había estado nunca tan en sintonía. Como su currículum mencionaba colaboraciones en revistas cuya existencia yo ignoraba y que quizá no fueran de cine, traté de averiguar quién era tan insospechado afín, que por algunas pistas marginales supuse notablemente más joven. Pero buscando su nombre me encontré con bastantes homónimos, desde un bailaor flamenco a un funcionario de la Junta de Andalucía. Sin resolver el enigma, me llegó noticia de que los malpensados de siempre creían que yo votaba dos veces, una de ellas bajo pseudónimo, y eso que yo nunca he usado tal artilugio, por lo menos desde 1970.

Tiempo después, curioseando en la red, me intriga un blog titulado, para mí godardianamente, Un blog comme le autres, que, sorpresa, resulta no estar escrito en francés, no ser sobre Godard (aunque tampoco ajeno u hostil, como tantos) y ser obra de un tal... Jesús Cortés. Escribo un comentario y a partir de ahí voy descubriendo con el tiempo que Jesús, que por edad podría ser hijo mío, es sevillano y tiene unos antecedentes que en nada se parecen a los míos (roquero, entre otras cosas). Alguno pensará, de nuevo erróneamente, que le he influido mucho, cosa que encuentro inverosímil. Su estilo, que lo tiene, en nada se parece al mío, ni en la escritura ni en el enfoque crítico y no creo yo que me haya leído mucho, a lo sumo lo que es normal tropezarse conmigo cuando llevo más de medio siglo en activo. Si conseguimos estar bastante o incluso muy a menudo asombrosamente de acuerdo es, diría –porque es la única explicación que se me ocurre–, por pura casualidad. Ya sé que aquellos que Alfred Hitchcock llamaba verosimilistas no creen en ella, pero existir existe, como las meigas. Hasta tal punto es raro lo mucho que estoy de acuerdo con él o él conmigo, que ya he dicho a más de uno que me demandaba o sugería que escribiera un blog, que no hace ninguna falta, que si quiere saber mis opiniones consulte las de Jesús y casi seguro acertará. A lo sumo será una diferencia de grado, algunos cineastas y algunas películas, gustándonos o desagradándonos a ambos, a uno le apasionan o irritan más y otras menos.

Pero lo importante no son tanto los gustos, las afinidades o las coincidencias (que también pueden obedecer a razones muy diferentes o incluso opuestas), de hecho muchas veces interesan más los críticos discrepantes si sus razonamientos son buenos y le hacen a uno dudar de la primera impresión propia. Lo más importante es que Jesús Cortés escribe, que suele ser inhabitual, imprevisible, bien escrito y revelador a menudo de facetas que uno solo había entrevisto. En eso se parece, nueva sorpresa, al japonés Shigehiko Hasumi, del que uno lee, asombrado, su original enfoque del cine de Yasujiro Ozu o Mikio Naruse y se pregunta, intrigado, en qué aspectos inéditos o inatendidos de John Ford o Howard Hawks concentrará su interés, para descubrir que efectivamente cuando escribe sobre ellos, en lugar de repetir las observaciones más tópicas de los demás, nos hace ver algo que apenas habíamos intuido o de lo que no éramos plenamente conscientes. Es decir, que nos ayuda a ver mejor y más en una película que antes de su intervención. Lo cual me parece una de las funciones útiles de la crítica. Que reconozco no son muchas, pero las posibles no deben ser olvidadas o rehuidas, como hoy tan a menudo, en mi opinión, sucede.

Otra de esas funciones posibles y deseables de la crítica consiste en no ser conformista, seguidista y acrítica, también en ayudar a descubrir películas o cineastas ignorados, menospreciados u olvidados y estimular a los lectores no a admirarlos obligatoriamente, sino a mirarlos con atención y quizá a disfrutar de ello. No cuento otra virtud elemental pero, ay, a mi juicio muy infrecuente. Jesús Cortés escribe bien, sin pretenciosidad pseudoliteraria ni pedantería falsamente tecnicista, sin recurrir a jergas psicoanalíticas o las que estén de moda cada temporada, sin guiños de complicidad a los de la secta. Sus opiniones son las suyas, se suele entender lo que quiere decir, que es precisamente lo que escribe. Y se puede disfrutar con su lectura incluso cuando se discrepa en algún aspecto o matiz.

Como todo lo dicho no es frecuente, se deduce que es una lectura que vale la pena. Se lo dice alguien que lleva casi 55 años leyendo mucha crítica de cine y que ya no soporta casi ninguna.




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