MEMORIA HISTÓRICA. LA CONSTRUCCIÓN
DE LA MEMORIA COLECTIVA
Jan Gonzalo Iglesia
Days of Ire, Budapest 1956
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La historia en los (video)juegos
La representación o el uso de la historia en los juegos es un elemento recurrente que atrae la atención de gran parte de los aficionados. En el mundo de los juegos de mesa, la historia como tema está vinculada tradicionalmente con lo que conocemos como wargames, justamente un punto de contacto con los videojuegos. Durante los años 80, en el momento álgido de la edición de wargames en tablero, las principales empresas norteamericanas dedicadas a ese negocio (Avalon Hill y SPI) crearon sus divisiones digitales, ofreciendo productos que reformulaban digitalmente las mecánicas típicas de los juegos de mesa: puntos de movimiento, terrenos hexagonados o cuadriculados, factores de combate, etc.
A partir de ese punto, los juegos de temática histórica han ido evolucionando de formas muy diversas. Dentro de los juegos analógicos encontramos nuevos formatos como los eurogames o hibridaciones como los eurowars que se aproximan a la representación histórica a través de formatos menos complejos y más dinámicos (aunque aquí habría que discutir ampliamente sobre el papel que realmente está cumpliendo el tema escogido). En el caso de los videojuegos, la historia también traspasa las barreras del wargame clásico y se convierte en un tema recurrente de un conjunto de géneros propios como las aventuras gráficas o shooters como Call of Duty.
La relación entre los game studies y la historia se ha vehiculado principalmente a través del estudio del cómo la dimensión lúdica influye en la reproducción fiel (o no) de los sucesos históricos, la tensión entre la libertad de los jugadores y la exactitud de la simulación, o cómo se pueden utilizar los juegos para el aprendizaje, entre otros temas. En ese sentido tenemos trabajos como el de Uricchio (2005) sobre si los videojuegos son una plataforma apropiada para representar la historia o todo el desarrollo de los historical game studies (Chapman, Foka & Westin, 2017) que han sentado las bases para este tipo de análisis.
Pero a veces, estos debates entran en un bucle un tanto estéril sobre cómo afectan los juegos a la fidelidad histórica, sin tener en cuenta que, como dice el propio Chapman (2013: 323) y como pasa en otros artefactos culturales, la representación de la historia es siempre un ejercicio de seleccionar ciertas partes del pasado para codificarlas en una narrativa asequible al público. Por ejemplo, los creadores de Twilight Struggle, Gupta y Matthews, una simulación sobre la Guerra Fría que ha tenido un gran éxito tanto entre los amantes de los wargames como entre otros tipos de aficionados, consideran que los juegos de simulación son un reflejo de la historia, no historia propiamente dicha (Costikyan & Davidson, 2011).
Reflexionando alrededor de esos temas, me surgió la oportunidad de presentar un artículo sobre cómo los juegos de mesa representan la Guerra Civil española que acabó recogido en un proyecto encabezado por Laia Quílez, una compañera de Departamento en la Universitat Rovira i Virgili que trabaja sobre memoria histórica, posmemoria y producciones culturales, principalmente en el documental. Viendo su trabajo me surgieron diversas preguntas: más allá de los debates clásicos sobre los historical game studies, ¿qué pasa cuando nos paramos a pensar en cómo los juegos intervienen o influyen en la construcción de la memoria histórica? ¿Los juegos “mediatizan” la memoria de alguna manera? ¿Cómo influyen los elementos lúdicos en la construcción de la memoria?
Memoria, posmemoria y (video)juegos
La propia definición del concepto “memoria” es compleja. Nos encontramos, tal y como dicen Laia Quílez y José Carlos Rueda (2017), ante relatos construidos a través de las interpretaciones individuales y colectivas de hechos que, probablemente, no hemos vivido en primera persona. Esas narrativas (y contranarrativas) se enfrentan o se desarrollan en paralelo a lo que conocemos como memoria o historia oficial. Hablan y apelan a la identidad de determinados colectivos que, en algunos casos, han sido olvidados por los relatos institucionales. Por eso, las reivindicaciones vinculadas con la memoria histórica se centran en recuperar o visibilizar memorias minoritarias o en revisar (o revisitar) el pasado para enfrentarse a las versiones oficiales, especialmente de procesos históricos traumáticos. Tienen que ver con la llegada de nuevas generaciones que se ven menos afectadas por miedos o reticencias para hablar sobre según qué temas (especialmente si han sido traumáticos para las generaciones anteriores), o las demandas de reparación, de justicia e incluso de señalar responsabilidades largamente silenciadas. No es acto de revanchismo, sino de reparación [...]
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