1956-1959:
UN ANGRY YOUNG MAN EN EL FREE CINEMA (27)
UN ANGRY YOUNG MAN EN EL FREE CINEMA (27)
Allsop escribe en 1958 sobre la cultura Angry Young Man
[...]
Introducción: sobre el concepto AYM (28)
Desde mediados de los años ‘50, la cultura británica abusó de lo que numerosas portadas de revistas, periódicos y programas de radio y TV denominó el fenómeno Angry Young Man. Su nacimiento, que como señalaremos en este libro fue consecuencia de la puesta en escena de Mirando hacia atrás con ira y de la publicación de novelas previas de Kingsley Amis, Colin Wilson y otros, coincidió con los programas del FC, aunque para ser justos, el primer FC se celebró unos meses antes. Numerosos británicos se identificaron con las siglas o las rechazaron bien con acritud bien con ironía. Otros, como el personaje ficticio de este capítulo, asiduos espectadores del FC, de las obras del nuevo teatro Royal Court en el que se representó Mirando hacia atrás con ira y lectores de la literatura de autores tildados de AYM, fueron testigos perplejos, a veces con abundantes contradicciones y paradojas, de la eclosión del término en el que se les quiso integrar y, como es lógico, pusieron en duda su adscripción a un modo de conducta y un tipo de personajes con los que no se identificaban.
27. Nuestro personaje ficticio del presente capítulo 2 es un Angry Young Man que reúne en su persona ideas que se basan en referencias bibliográficas de las interpretaciones más señeras de la crítica relativa al fenómeno AYM, entre las que destacamos los siguientes autores: K. Allsop, L. Paul, G. Wellwarth, K. Worth, G. Feldman y M. Gartenberg, H. Ritchie, D. Salwak, W. Allen, H. Carpenter, G. Gorer, J. Holloway, K. Rexroth, Th. Carlyle, J. Russell Taylor… El lector queda avisado que algunas frases de este personaje ficticio pueden aparecer de nuevo en las reseñas de las películas del Capítulo 5.
28. Hay referencias en los Capítulos 1, 2 y 4 procedentes de WHITEBROOK, P., John Osborne: Anger is not about…, CPI Group (UK), 2015, y de HAYWARD, S, Cinema studies, the key concepts, Londres: Routledge, 2018.
El principal problema es la definición del propio término: el concepto de AYM relacionado con personajes que carecen de espacio estable y que se marginan del tiempo contemporáneo británico de los ‘50 se asociaría a una clase social nueva, de jóvenes solitarios, desarraigados e inestables psicológicamente, que vivían solos en habitaciones de ciudades en las que no tenían familia ni casi nadie a quien acudir en caso de necesidad.
Autores de referencia clásicos sobre el término AYM, entre los que destacamos el citado George Scott en Time and place, Allsop en The angry decade o Hewison en In anger (29), nos presentan un tipo de joven asociado, cito textualmente, a los siguientes términos: desilusión, no se compromete, falta de idealismo, conflicto generacional, intelectual autodestructivo, etc. Este arquetipo de personajes con nombres propios en las novelas y obras de teatro que protagonizan: Jim (Lucky Jim), Jimmy (Mirando hacia atrás con ira), Lumley (Sigamos bajando), Joe Lampton (Un lugar en la cumbre), Larry (Happy as Larry)…, sería el que Colin Wilson, en su libro ya citado, The outsider, pretendía relacionar con el personaje de Bill Hopkins, Plowart, protagonista de The devine and the decay. Para Wilson, Plowart era el auténtico disidente, insatisfecho con la realidad, capaz de irse a vivir a una isla en busca de su propia identidad. Creo, no obstante, que el auténtico AYM de los '50 se encuentra en la obra de Wilson, un outsider con un profundo desarraigo por las culturas por las que transita. Bill Hopkins dice: “Esta es la tragedia contemporánea, que un hombre no puede separarse del resto y ser diferente”, una referencia que se repetirá en las novelas AYM reiteradamente.
29. HEWISON, R., In Anger: British Culture in the Cold War 1945-1960, Nueva York: Oxford University Press, 1981.
Por citar nombres representativos, la literatura AYM tendría sus mejores referentes en novela y en teatro con autores como Kingsley Amis, Wilson, Wain, Hopkins, Sillitoe, Upward, Waterhouse, Pinter, Osborne, Wesker, Delaney, etc., pero la crítica sobre el fenómeno AYM suele coincidir en que los autores y los personajes de novelas y obras de teatro reseñadas como AYM nunca fueron outsiders de nada, casi todos acabaron integrados o en vías de hacerlo, y más bien podríamos concluir que eran intelectuales disconformes. Quizá alguna de estas interpretaciones definiría más concretamente su significación:
1. Braine, autor de Un lugar en la cumbre, pensaba que “el hecho real en todo el asunto AYM era una tontería” porque “nunca existió tal grupo, y las personas etiquetadas bajo esas siglas eran todas muy diferentes”.
2. La frase AYM se ha empleado sin más intención que contribuir a agrupar a los que comparten una cierta indignación contra la apatía, la complacencia, la ruptura de los ideales de su entorno. De esta forma, los escritores que se han impuesto a sí mismos la tarea de despertarnos han sido denominados, sin ánimo ofensivo, como AYM. Por otra parte, a pesar de los enormes esfuerzos de la prensa por crear hostilidad a través de constantes falsas interpretaciones, esos escritores han sabido encontrar un público, y su ira ha terminado por venderse sin dificultad. Tener prejuicios contra ellos por el único motivo de que sienten ira es imaginar de forma naíf que la ira es la única esencia de su obra. (30) [...]
30. MASCHLER, T., op. cit., pp.7-8.
Introducción: sobre el concepto AYM (28)
Desde mediados de los años ‘50, la cultura británica abusó de lo que numerosas portadas de revistas, periódicos y programas de radio y TV denominó el fenómeno Angry Young Man. Su nacimiento, que como señalaremos en este libro fue consecuencia de la puesta en escena de Mirando hacia atrás con ira y de la publicación de novelas previas de Kingsley Amis, Colin Wilson y otros, coincidió con los programas del FC, aunque para ser justos, el primer FC se celebró unos meses antes. Numerosos británicos se identificaron con las siglas o las rechazaron bien con acritud bien con ironía. Otros, como el personaje ficticio de este capítulo, asiduos espectadores del FC, de las obras del nuevo teatro Royal Court en el que se representó Mirando hacia atrás con ira y lectores de la literatura de autores tildados de AYM, fueron testigos perplejos, a veces con abundantes contradicciones y paradojas, de la eclosión del término en el que se les quiso integrar y, como es lógico, pusieron en duda su adscripción a un modo de conducta y un tipo de personajes con los que no se identificaban.
27. Nuestro personaje ficticio del presente capítulo 2 es un Angry Young Man que reúne en su persona ideas que se basan en referencias bibliográficas de las interpretaciones más señeras de la crítica relativa al fenómeno AYM, entre las que destacamos los siguientes autores: K. Allsop, L. Paul, G. Wellwarth, K. Worth, G. Feldman y M. Gartenberg, H. Ritchie, D. Salwak, W. Allen, H. Carpenter, G. Gorer, J. Holloway, K. Rexroth, Th. Carlyle, J. Russell Taylor… El lector queda avisado que algunas frases de este personaje ficticio pueden aparecer de nuevo en las reseñas de las películas del Capítulo 5.
28. Hay referencias en los Capítulos 1, 2 y 4 procedentes de WHITEBROOK, P., John Osborne: Anger is not about…, CPI Group (UK), 2015, y de HAYWARD, S, Cinema studies, the key concepts, Londres: Routledge, 2018.
El principal problema es la definición del propio término: el concepto de AYM relacionado con personajes que carecen de espacio estable y que se marginan del tiempo contemporáneo británico de los ‘50 se asociaría a una clase social nueva, de jóvenes solitarios, desarraigados e inestables psicológicamente, que vivían solos en habitaciones de ciudades en las que no tenían familia ni casi nadie a quien acudir en caso de necesidad.
Autores de referencia clásicos sobre el término AYM, entre los que destacamos el citado George Scott en Time and place, Allsop en The angry decade o Hewison en In anger (29), nos presentan un tipo de joven asociado, cito textualmente, a los siguientes términos: desilusión, no se compromete, falta de idealismo, conflicto generacional, intelectual autodestructivo, etc. Este arquetipo de personajes con nombres propios en las novelas y obras de teatro que protagonizan: Jim (Lucky Jim), Jimmy (Mirando hacia atrás con ira), Lumley (Sigamos bajando), Joe Lampton (Un lugar en la cumbre), Larry (Happy as Larry)…, sería el que Colin Wilson, en su libro ya citado, The outsider, pretendía relacionar con el personaje de Bill Hopkins, Plowart, protagonista de The devine and the decay. Para Wilson, Plowart era el auténtico disidente, insatisfecho con la realidad, capaz de irse a vivir a una isla en busca de su propia identidad. Creo, no obstante, que el auténtico AYM de los '50 se encuentra en la obra de Wilson, un outsider con un profundo desarraigo por las culturas por las que transita. Bill Hopkins dice: “Esta es la tragedia contemporánea, que un hombre no puede separarse del resto y ser diferente”, una referencia que se repetirá en las novelas AYM reiteradamente.
29. HEWISON, R., In Anger: British Culture in the Cold War 1945-1960, Nueva York: Oxford University Press, 1981.
Por citar nombres representativos, la literatura AYM tendría sus mejores referentes en novela y en teatro con autores como Kingsley Amis, Wilson, Wain, Hopkins, Sillitoe, Upward, Waterhouse, Pinter, Osborne, Wesker, Delaney, etc., pero la crítica sobre el fenómeno AYM suele coincidir en que los autores y los personajes de novelas y obras de teatro reseñadas como AYM nunca fueron outsiders de nada, casi todos acabaron integrados o en vías de hacerlo, y más bien podríamos concluir que eran intelectuales disconformes. Quizá alguna de estas interpretaciones definiría más concretamente su significación:
1. Braine, autor de Un lugar en la cumbre, pensaba que “el hecho real en todo el asunto AYM era una tontería” porque “nunca existió tal grupo, y las personas etiquetadas bajo esas siglas eran todas muy diferentes”.
2. La frase AYM se ha empleado sin más intención que contribuir a agrupar a los que comparten una cierta indignación contra la apatía, la complacencia, la ruptura de los ideales de su entorno. De esta forma, los escritores que se han impuesto a sí mismos la tarea de despertarnos han sido denominados, sin ánimo ofensivo, como AYM. Por otra parte, a pesar de los enormes esfuerzos de la prensa por crear hostilidad a través de constantes falsas interpretaciones, esos escritores han sabido encontrar un público, y su ira ha terminado por venderse sin dificultad. Tener prejuicios contra ellos por el único motivo de que sienten ira es imaginar de forma naíf que la ira es la única esencia de su obra. (30) [...]
30. MASCHLER, T., op. cit., pp.7-8.
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