Introducción
En el libro colectivo Death of the father, An Anthropology of the End in Political Authority editado por John Borneman, se demuestra la importancia que reviste, tanto desde el punto de vista político como desde una dimensión simbólica, la muerte de los líderes de los regímenes caracterizados como “totalitarios” y “patriarcales” del siglo XX, muerte que suele suscitar la aparición de unos relatos en torno a lo que se considera un “trauma nacional”. La desaparición se transforma en un evento que “influenciará las formas de autoridad […] que le sucederán, y el proceso democrático que le seguirá”. (1) Si el fallecimiento es un elemento entre otros de la biografía del líder, tiene un sentido muy peculiar. Punto final, se impone como un evento único, dotado de un alcance muy peculiar, que marca a la vez su salida de la historia, suspendiendo el curso del tiempo de su acción política, pero también su entrada en la Historia, es decir en el largo plazo de la memoria colectiva.
La muerte de Francisco Franco Bahamonde, que tuvo lugar el 20 de noviembre de 1975, después de una larga agonía, más allá de marcar, desde el punto de vista biológico, el final de su vida como jefe de Estado en activo, ha funcionado como auténtico punto de inflexión de la historia contemporánea de España. Ansiada por unos y temida por otros, a la vez concluye un período de casi cuarenta años y abre nuevos horizontes. Se trata de un acontecimiento fundacional para el paso de España a una forma de modernidad política, después de ese extenso periodo, al hacer posible la vuelta a la democracia. Esta se concretará pronto en un proceso de transición política que dará lugar a una Constitución, aprobada en referéndum por el pueblo español el 6 de diciembre de 1978. A partir de la muerte de Franco, que constituye un ineludible punto de partida, la transición hacia la democracia en España se realiza dentro del sistema institucional vigente, mediante la figura de Juan Carlos, nombrado por Franco su sucesor en 1969, y proclamado rey el 22 de noviembre de 1975. La Ley para la Reforma política, llevada a cabo por Adolfo Suárez y sometida a referéndum el 15 de diciembre de 1976, será la llamada “ley puente” que permitirá liquidar el antiguo sistema y construir la democracia a partir de una política de consenso pactada por la élite franquista moderada y la oposición al antiguo régimen. De modo que la figura del dictador, a diferencia de lo que pasó en otros sistemas autoritarios, no será sometida al juicio de la historia. En aquel momento, las estatuas no se derribarán.
1. BORNEMAN, John (ed.), Death of the father. An anthropology of the end in political authority, New York / Oxford: Berghan, 2003, p.3.
Con la frase “Generalissimo (sic) Francisco Franco Is Still Dead” (“El Generalísimo Francisco Franco todavía está muerto”), el famoso humorista estadounidense Chavy Chase parodió, en la primera temporada del programa NBC’Saturday Night, los titulares de los medios de comunicación que durante largas semanas se abrieron con la noticia de que Franco todavía estaba vivo (“Generalissimo Franco is still alive”), en esperas de la gran noticia de su muerte. El gag en forma de oxímoron se hizo tan famoso que lo reiteró durante más de un año después de la muerte del Caudillo, a veces con variantes lingüísticas (como “El Generalísimo todavía sigue valiente en su lucha por permanecer muerto” [2]), pero el humor descansaba fundamentalmente en la repetición. Con el tiempo y ya desvinculada de su contexto de enunciación, la frase se cargó de un nuevo sentido que no por azar retomaría The Wall Street en su edición del 2 de marzo de 2009, con motivo de la polémica en torno a las estatuas del dictador todavía en pie en el país después de la adopción de la Ley de Memoria Histórica de diciembre de 2007: “El Generalísimo sigue muerto. Y sus estatuas siguen aquí” (3), escribía Thomas Catan.
2. “Generalissimo Francisco Franco is still valiantly holding on in his fight to remain dead”.
3. CATAN, Thomas, “Generalísimo Francisco Franco Is Still Dead. And His Statues are Next”, The Wall Street Journal (02/03/2009).
https://www.wsj.com/articles/SB123594813501604681 [consulta: 11-01-2020].
De hecho, la muerte de Franco acabó por convertirse en un auténtico “nudo de memoria”, para emplear una metáfora que usa Pierre Nora en la introducción del libro colectivo sobre los “lugares de memoria” en la que habla de esos “[…] nudos de memoria en los cuales vinieron a prenderse los hilos eternamente flotantes del recuerdo y del olvido; en otras palabras, las matrices de nuestra memoria política contemporánea”. (4) Una metáfora que no define y no volverá a usar en adelante, pero que permite caracterizar el evento de la muerte de Franco. La imagen del nudo, en sentido figurado, me parece pertinente para designar de manera metafórica el problema memorístico relacionado con la muerte de Franco, herencia compleja y conflictiva, en suma, de un “pasado que no pasa” para retomar el título del libro que Conan y Rousso dedicaron al periodo de la colaboración en la Francia de la Segunda guerra mundial. (5) Este sigue dividiendo a los españoles, como lo hace el monumento que, hasta la exhumación del 24 de octubre de 2019, conservó sus restos mortales y era visitado hasta entonces por cientos de miles de personas cada año: “Ningún monumento de la dictadura franquista ha suscitado en España tantas polémicas como el Valle de los Caídos. Ninguno ha acumulado tanto simbolismo. Ninguno ha generado posturas tan irreconciliables” (6), escribía Fernando Olmeda.
4. “[…] noeuds de mémoire où sont venus se prendre les fils éternellement flottants du souvenir et de l’oubli; autrement dit les matrices de notre mémoire politique contemporaine”, NORA, Pierre (ed.), Les lieux de mémoire TI], París: Gallimard, 1984, p.XII.
5. CONAN, Eric & ROUSSO, Henri, Vichy, un passé qui ne passe pas, París: Folio, 1997.
6. OLMEDA, Fernando, El Valle de los Caídos. Una memoria de España, Barcelona: Península, 2009. p.11.
Este ensayo se propone reflexionar en torno a la muerte de Franco como evento en el sentido moderno de la palabra, un evento que marca una ruptura, y que como tal sigue produciendo sentido en las memorias:
Esfinge, el evento es también Fénix que nunca desaparece del todo. Dejando numerosas huellas, vuelve sin cesar con su presencia espectral para conjugarse con eventos ulteriores, provocando unas configuraciones siempre inéditas. (7)
7. “Sphinx, l’événement est aussi Phénix qui ne disparaît jamais vraiment. Laissant de multiples traces, il revient sans arrêt rejouer de sa présence spectrale avec des événements ultérieurs, provoquant des configurations chaque fois inédites. En ce sens, il est peu d’événements dont on puisse dire avec certitude qu’ils sont terminés car ils sont toujours susceptibles de rejeux ultérieurs”, DOSSE, François, Renaissance de l’événement. Un défi pour l’historien: entre Sphinx et Phénix, París: PUF, 2010. p.6.
La doble metáfora, de la esfinge y del ave Fénix, me parece acertada en la medida en que nos conduce a enfocar el evento tanto a corto plazo de su advenimiento como a más largo plazo de su pervivencia en las memorias.
Las imágenes han desempeñado un papel particular en la historia y memoria de la muerte de Franco. Las pantallas participaron de manera particularmente activa en su elaboración narrativa, no solamente en el momento de su advenimiento, mediante el discurso visual que las autoridades vigentes instituyeron en las primeras horas, sino también desde la perspectiva de su posterior reelaboración y fijación en las memorias hasta nuestros días. El régimen personal del Caudillo había descansado en una propaganda por la imagen que lo había convertido en un auténtico icono. Su imagen se difundió de manera polifacética en casi todos los soportes visuales, imponiendo su presencia en la esfera tanto pública como privada de los españoles:
además de una realidad incontrovertible, dramática y duradera, Franco fue también una representación escénica, un icono de la vida española, que quedaba impreso por doquiera que se posara la mirada de los españoles: carteles, periódicos, revistas, monumentos, cartas, fotografías, cine, televisión. (8)
De modo que la escenografía visual de su muerte será particularmente cuidada, imponiendo un canon de representación asentado en una tradición monárquica secular, volcada hacia el pasado. Sin embargo, esta imagen oficial pronto se empezó a reelaborar, resignificar y cuestionar mediante nuevos relatos y nuevas representaciones.
8. SÁNCHEZ-BIOSCA, Vicente, “Los iconos de Franco: imágenes en la memoria”, Archivos de la Filmoteca, n° 42-43, vol. I, octubre 2002-febrero 2003, pp.16-17.
El objetivo de este libro es pues estudiar el advenimiento de la muerte de Franco como “nudo de memoria” a través de las imágenes audiovisuales que la relataron como tantas variaciones sucesivas, desde el momento en que sucedió, el 20 de noviembre de 1975, hasta su exhumación y reinhumación en el cementerio de Mingorrubio (9), más de cuarenta años después. Si la exhumación no constituirá probablemente el episodio conclusivo de ese nudo de memoria, lo cierto es que finaliza un ciclo narrativo en el cual el lugar donde reposaba el cuerpo del dictador, el Valle de los Caídos, va relacionado con un relato inaugural, el de los funerales e inhumación, que se ha impuesto como una ineludible matriz, compuesta por discursos e imágenes unilaterales que marcaron indeleblemente las memorias. Es también porque una parte del “nudo” del problema se relaciona con ese lugar mantenido intacto durante décadas en régimen de democracia como el recuerdo vivo y espectacular de una ausencia de revisión profunda del pasado.
9. El cementerio de Mingorrubio está ubicado cerca de El Pardo. El Panteón de los Franco, edificado en 1969 y situado en los terrenos del Patrimonio de Estado, acogió en 1988 en su cripta a la mujer del dictador, Carmen Polo. Franco fue inhumado a su lado el 24 de octubre de 2019.
Si las imágenes televisivas del evento constituyen la matriz y punto de partida de los posteriores relatos, estos se declinaron de manera muy variada tanto en el ámbito televisivo como cinematográfico, sea en formatos cortos, medios, series o largometrajes. Por otra parte, los relatos de la muerte de Franco se han servido tanto de formas documentales como ficcionales. El abanico de registros empleados es muy amplio, con un sinfín de matices que van desde el dramatismo y patetismo de los primeros momentos, obviamente laudatorio, hasta lo burlesco-satírico, pasando por un uso del didactismo o realismo, e incluso de lo fantástico-maravilloso. En cuanto a la caracterización temporal del evento, cubre, en función de los relatos, el periodo que va de su enfermedad y agonía, a partir de octubre de 1975, hasta los funerales y la inhumación que tiene lugar el 23 de noviembre de ese año [...]
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