Tradición cinematográfica checa
[...] Las primeras películas checas datan de 1898, un hecho no generalizado en el resto de los países vecinos. Desde sus inicios el cine checo supo amoldarse a los cambios técnicos y artísticos que marcaba la época, siendo la aparición del sonido uno de los factores claves que verifican precisamente esta idea. Como señala el autor, con la llegada del sonido la industria checa no solo continúo su desarrollo sino que floreció, dejando atrás a gigantes del cine mudo como Dinamarca o Suecia que detuvieron su producción durante años. Sin embargo, como veremos más adelante, su capacidad de adaptación será mucho más admirable en el periodo posterior, cuando logre sobrevivir a la guerra y a las imposiciones estalinistas.
Tras la Primera Guerra Mundial, el país se encontró con dificultades económicas. Peter Hames (2005) explica la gran acogida por parte del público de la que gozaron las películas patrióticas en aquellos años, éxito contrarrestado con las importaciones extranjeras. Uno de los primeros estudios, los Kavalírka, fueron levantados en 1924 por el actor Karel Lamač, y fue allí donde se rodaron muchas de las películas de la década de los veinte. Hubo que esperar todavía algunos años para que nacieran los estudios Barrandov, situados en Praga, cuya importancia sería determinante para el desarrollo posterior de la industria. Mientras Dina Iordanova (2003) fecha su entrada oficial en el año 31 con la aparición de los primeros films sonoros (p.25), Peter Hames (2005) sitúa su creación dos años más tarde (p.10). A pesar de esta imprecisión, que no es sino una prueba de la escasez de consenso ante la carencia de estudios sobre el tema, lo significativo es que dichos estudios se convirtieron en el centro de producción más importante de la región, comparable en tamaño, como afirma Iordanova, con los emblemáticos estudios de Cinecittà en Roma. A día de hoy, Barrandov, haciendo competencia a los estudios alemanes DEFA en Berlín, afirman ser los más grandes y modernos de toda Europa.
Francisco Javier Zubiaur (1999) hace referencia a la firmeza de la cinematografía checa afirmando que esta “contaba ya con una historia propia y reconocimiento internacional desde la década de 1930, gracias a una generación de realizadores que asegura la continuidad tras la Guerra: la formada por Otakar Vávra, Martin Frič, Jiří Weiss, Karel Zeman y Jiří Trnka” (p.388).
Antes de continuar con la evolución correspondiente al periodo de postguerra, conviene señalar algunos de los hitos fílmicos previos. Sin duda uno de ellos es Éxtasis (Ecstasy, 1932) de Gustav Machatý, prestigioso director que contaba con experiencia en Hollywood como asistente de cineastas tan célebres como D.W. Griffith o Erich von Stroheim. A diferencia de otras obras maestras checas, Éxtasis dispone de un lugar en la historia de la cinematografía y son muchos los críticos que no se olvidan de reseñarla. Su reclamo de atención se basa fundamentalmente en el escándalo que provocó ya que el guion relata las experiencias sexuales femeninas de una jovencísima Eva Maria Kiesler (Hedy Lamarr) sin el pudor y la censura moral propia de la época. La actriz protagonizó uno de los primeros desnudos del cine acompañado además por grandes dosis de erotismo y sensualidad. Es precisamente el escándalo lo que, según Peter Hames (2005), desvirtúa la relevancia concedida al film. Con un guion bastante pobre, la película debería ser entendida simplemente como la continuación de una obra previa realizada tres años antes: Erotikon (1929). Por ello, Hames afirma que “la fama de Machatý descansa sobre el escándalo de la película en el Festival de Venecia de 1934 y, en particular, sobre el desnudo de Lamarr.” (p.10) [...]
[...] La FAMU es la facultad de cine de la Academia de Artes Musicales de Praga. Esta escuela cinematográfica, con rango universitario, tuvo una contribución fundamental formando a las generaciones que se encargarían de renovar un cine checo que durante los años cincuenta había quedado adherido a las pautas del realismo socialista.
Su fecha de nacimiento varía en función de la fuente a la que acudamos. F. J. Zubiaur señala que fue en 1945 cuando en la Academia de Bellas Artes recién establecida en Praga se abrió la escuela de cine (p.389). En la misma fecha lo sitúa Making Pictures: a century of European Cinematography añadiendo además que se trataba de la cuarta universidad de cine en Europa después de la de París, Roma y Moscú (p.58). Peter Hames (2005) apunta que la escuela se estableció a finales del año 46 (p.27) mientras que César Ballester (2007) afirma que el acontecimiento tuvo lugar en 1947 (p.18).
Para logar una mayor exactitud acudimos a la página Web oficial de la misma FAMU (http://www.famu.cz) donde comprobamos que Peter Hames es quien ofrece la fecha correcta. A pesar de ello, de que la web de la FAMU y Hames sitúan su inicio en el 46, en Madrid se celebró el 40 aniversario de la misma en 2007, en vez de en el 2006. En noviembre del 2007 se celebró la Semana de Cine Experimental de Madrid y, aludiendo al sesenta aniversario del nacimiento de la escuela, la dirección dedicó un ciclo a cineastas en ella graduados incluyendo algunos pertenecientes a la Nová Vlna como Jan Němec, Pavel Juráček o Věra Chytilová. La posibilidad de ver films checos antiguos hoy en día es algo bastante insólito dentro de nuestras fronteras.
El rigor en las fechas no será motivo de discusión, son datos orientativos que simplemente permiten situarnos en el contexto. (9) Lo más significativo es que una vez superado el periodo de letargo provocado por la guerra, la tradición cinematográfica checa retoma fuerzas e inaugura una escuela de cine basada según Ballester (2007) “en líneas generales en la moscovita VGIK” (p.18). Gran parte del profesorado eran los directores vanguardistas de los años treinta. Fueros ellos quienes pusieron en práctica las teorías del movimiento Devětsil, aquellos como Martin Frič y Jiří Weiss que combinan realidad y metáfora visual (visto esto en el apartado anterior). Este autor explica cómo el profesorado, el cual debía transmitir el realismo socialista según las directrices impuestas por el Partido, protegía a los estudiantes de esas mismas pautas porque eran conscientes de la pobreza estética y artística de las doctrinas comunistas. “El profesorado de la FAMU trasmitió a los estudiantes algo de ese espíritu vanguardista de experimentación formal, de ruptura y búsqueda de la realidad que a su vez recibieron de Devětsil” (p.21).
9. Lo mismo sucede con numerosos films donde las fechas varían dependiendo de la fuente elegida.
Tanto este último autor como Peter Hames (2005), coinciden en que uno de los factores claves de la escuela es que en ella los estudiantes tenían acceso a todas las películas llegadas del extranjero. Las importaciones fílmicas permanecían en Praga durante unos días, tiempo suficiente para pasarlas en la FAMU, independientemente de que luego fueran o no distribuidas en el país. Por ello, los estudiantes eran unos privilegiados que estaban al día de lo que estaba ocurriendo en el panorama cinematográfico internacional (por ejemplo conocían la Nouvelle Vague o el Free Cinema inglés) [...]