La obra de Víctor Erice, aclamada y mitificada por la crítica cinematográfica mundial, no parece, a primera vista, especialmente musical. Calificada como silenciosa, contemplativa, pictórica… los análisis, e incluso el recuerdo del público en general, no hablan de música. Sin embargo, cuando se señalan, en concreto, los momentos más emblemáticos de sus películas, paradójicamente emergen, enseguida, un pasodoble bailado por un padre y una hija en una fiesta de primera comunión (El sur), una copla entonada una y otra vez hasta satisfacer a dos amigos pintores que disfrutan del paso de la vida junto a un membrillero (El sol del membrillo), los enormes ojos de una niña obnubilada ante la proyección –y la música…– de una película de terror en un pequeño pueblo castellano de las España de posguerra (El espíritu de la colmena), una canción de cuna que emerge de la nada en el filo de vida y la muerte de un recién nacido (Alumbramiento), un pianista que atormenta las noches de insomnio de un niño aterrorizado por la experiencia de asomarse a la primera película de su vida (La Morte Rouge), una niña que improvisa una canción invocando el final de la lluvia que arruina el dibujo de un árbol como el que pintó su abuelo veinte años atrás (Correspondencias Erice-Kiarostami), o un acordeonista que interpreta un himno obrero ante la foto en la pared de unos compañeros que ya no están (Cristales rotos)…
La música no sólo es un elemento clave para entender la propuesta expresiva en todas y cada una de las películas de Víctor Erice, sino que, como se desgrana en este libro, es el hilo conductor de su carrera profesional y de su inagotable búsqueda a través de seis décadas por realizar un destino vital a través del cine. Una búsqueda por salir al encuentro de la verdad –más allá de la realidad material del mundo–, que se configura en el pensamiento y la metodología de trabajo del cineasta a través de un diálogo entre la propia biografía del director, la historia universal del cine, y el contexto social, político y cultural en el que se van forjando todas esas películas. En este diálogo multidireccional, recorrido por múltiples experimentos y caminos de ida y vuelta, la música se revela como la llave que abre todas las puertas hacia el otro lado con el que sueña Víctor Erice desde que una tarde de invierno de 1945 su hermana le llevó a ver la primera película de su vida.
La música no sólo es un elemento clave para entender la propuesta expresiva en todas y cada una de las películas de Víctor Erice, sino que, como se desgrana en este libro, es el hilo conductor de su carrera profesional y de su inagotable búsqueda a través de seis décadas por realizar un destino vital a través del cine. Una búsqueda por salir al encuentro de la verdad –más allá de la realidad material del mundo–, que se configura en el pensamiento y la metodología de trabajo del cineasta a través de un diálogo entre la propia biografía del director, la historia universal del cine, y el contexto social, político y cultural en el que se van forjando todas esas películas. En este diálogo multidireccional, recorrido por múltiples experimentos y caminos de ida y vuelta, la música se revela como la llave que abre todas las puertas hacia el otro lado con el que sueña Víctor Erice desde que una tarde de invierno de 1945 su hermana le llevó a ver la primera película de su vida.