POR UN CINE DESCONTROLADO
RICHARD LEACOCK
N.º 22-23, verano de 1961
En 1908 se hizo un noticiario cinematográfico que muestra a Tolstói hablando con varios solicitantes en la terraza de su casa en Yásnaia Poliana. Y aunque se trata de un espectáculo extraordinario, ¡qué frustrante es no poder oír lo que le está diciendo a esa gente! Y aquí está el problema. ¿Cómo registrar las relaciones humanas sin ese medio excepcional de comunicación: la palabra?
El arte cinematográfico se ha desarrollado durante buena parte de su vida hasta ahora sin diálogos. Cuatro películas son razonablemente típicas de este período: Potemkin, The Kid, Nanook y The Eternal Triangle (protagonizada por Mary Pickford). La mayoría de la gente estará de acuerdo en que Potemkin es fascinante pero muy extraña para el espectador de hoy en día; The Kid y Nanook funcionan perfectamente y parecen extrañamente contemporáneas; y The Eternal Triangle resulta totalmente ridícula. Sin embargo, creo que es la última película la que es la abuela de lo que hoy consideramos el cine normal.
Potemkin representa uno de los avances más emocionantes de la historia del cine. Se desarrolló una forma cinematográfica que era en efecto un lenguaje visual maravilloso. Se ha prestado mucha atención a esas técnicas, que han dado en llamarse «montaje». Alrededor del montaje creció un cuerpo teórico, y a muchos les pareció que el cine estaba madurando y que, en adelante, tendría una elegante base teórica en la que apoyarse. Pudovkin escribió Film Technique y Eisenstein Film Sense, que ofrecían lo que parecía ser una aproximación general al cine.
Sin embargo, cuando el cine sonoro hizo su aparición se hizo muy evidente un hecho desastroso: ya no era necesario un sustituto visual para el habla. Las teorías tardan en morir, y todavía hay muchos teóricos cinematográficos que se aferran a la «edad de oro del cine». Quizás deberían visionar de nuevo la primera película sonora de Pudovkin para ver lo vacía que resulta ante esta nueva situación. Como dijo Roberto Rossellini: «...en el cine mudo el montaje tenía un significado preciso porque representaba el lenguaje. Hemos heredado del cine mudo el mito del montaje, aunque este ha perdido la mayor parte de su sentido».
Había una antigua forma de arte que se ajustaba perfectamente al cine mudo. Por supuesto, era la pantomima (en todas sus manifestaciones, incluyendo el slapstick). No importaba realmente cómo se rodara siempre que pudiese apreciarse la pantomima. The Kid todavía sigue recorriendo todo el mundo. No necesita palabras ni tiene «versiones extranjeras». La atención mundial que lograron los artistas de pantomima de este periodo probablemente nunca será igualada.
Desde la invención de la «película sonora» se ha asumido alegremente que las películas son una extensión del teatro en el sentido de que se hace que una historia sea representada ante un público (la cámara) en condiciones controladas. El control es esencial. Los diálogos se escriben y son aprendidos por los actores, las acciones son ensayadas en decorados cuidadosamente seleccionados o construidos, y estos ensayos se repiten una y otra vez hasta que la escena resultante se ajusta a las ideas preconcebidas del director. Qué horror... Ninguna de estas actividades tiene vida propia. En todo caso, tienen mucho menos «espíritu» que una producción de teatro, porque la tiranía de la técnica es mucho mayor que en el teatro. Es cierto que si se alquila un teatro vacío no pasaría nada porque sí... ninguna obra de teatro tendría lugar espontáneamente... pero, a medida que se prepara una obra de teatro, esta parece tomar vida propia, en parte porque su forma emerge durante los ensayos. Mientras que una película sucumbe a la tiranía de la Eficiencia de Producción y se divide en fragmentos para hacer las cosas más fáciles a la cámara. Si dos escenas totalmente independientes se realizan en el mismo lugar. Se realizarán consecutivamente, aunque sus cometidos en la película sean opuestos y requieran emociones completamente diferentes por parte de los actores [...]
En 1908 se hizo un noticiario cinematográfico que muestra a Tolstói hablando con varios solicitantes en la terraza de su casa en Yásnaia Poliana. Y aunque se trata de un espectáculo extraordinario, ¡qué frustrante es no poder oír lo que le está diciendo a esa gente! Y aquí está el problema. ¿Cómo registrar las relaciones humanas sin ese medio excepcional de comunicación: la palabra?
El arte cinematográfico se ha desarrollado durante buena parte de su vida hasta ahora sin diálogos. Cuatro películas son razonablemente típicas de este período: Potemkin, The Kid, Nanook y The Eternal Triangle (protagonizada por Mary Pickford). La mayoría de la gente estará de acuerdo en que Potemkin es fascinante pero muy extraña para el espectador de hoy en día; The Kid y Nanook funcionan perfectamente y parecen extrañamente contemporáneas; y The Eternal Triangle resulta totalmente ridícula. Sin embargo, creo que es la última película la que es la abuela de lo que hoy consideramos el cine normal.
Potemkin
The Kid
Nanook
Potemkin representa uno de los avances más emocionantes de la historia del cine. Se desarrolló una forma cinematográfica que era en efecto un lenguaje visual maravilloso. Se ha prestado mucha atención a esas técnicas, que han dado en llamarse «montaje». Alrededor del montaje creció un cuerpo teórico, y a muchos les pareció que el cine estaba madurando y que, en adelante, tendría una elegante base teórica en la que apoyarse. Pudovkin escribió Film Technique y Eisenstein Film Sense, que ofrecían lo que parecía ser una aproximación general al cine.
Sin embargo, cuando el cine sonoro hizo su aparición se hizo muy evidente un hecho desastroso: ya no era necesario un sustituto visual para el habla. Las teorías tardan en morir, y todavía hay muchos teóricos cinematográficos que se aferran a la «edad de oro del cine». Quizás deberían visionar de nuevo la primera película sonora de Pudovkin para ver lo vacía que resulta ante esta nueva situación. Como dijo Roberto Rossellini: «...en el cine mudo el montaje tenía un significado preciso porque representaba el lenguaje. Hemos heredado del cine mudo el mito del montaje, aunque este ha perdido la mayor parte de su sentido».
Había una antigua forma de arte que se ajustaba perfectamente al cine mudo. Por supuesto, era la pantomima (en todas sus manifestaciones, incluyendo el slapstick). No importaba realmente cómo se rodara siempre que pudiese apreciarse la pantomima. The Kid todavía sigue recorriendo todo el mundo. No necesita palabras ni tiene «versiones extranjeras». La atención mundial que lograron los artistas de pantomima de este periodo probablemente nunca será igualada.
Desde la invención de la «película sonora» se ha asumido alegremente que las películas son una extensión del teatro en el sentido de que se hace que una historia sea representada ante un público (la cámara) en condiciones controladas. El control es esencial. Los diálogos se escriben y son aprendidos por los actores, las acciones son ensayadas en decorados cuidadosamente seleccionados o construidos, y estos ensayos se repiten una y otra vez hasta que la escena resultante se ajusta a las ideas preconcebidas del director. Qué horror... Ninguna de estas actividades tiene vida propia. En todo caso, tienen mucho menos «espíritu» que una producción de teatro, porque la tiranía de la técnica es mucho mayor que en el teatro. Es cierto que si se alquila un teatro vacío no pasaría nada porque sí... ninguna obra de teatro tendría lugar espontáneamente... pero, a medida que se prepara una obra de teatro, esta parece tomar vida propia, en parte porque su forma emerge durante los ensayos. Mientras que una película sucumbe a la tiranía de la Eficiencia de Producción y se divide en fragmentos para hacer las cosas más fáciles a la cámara. Si dos escenas totalmente independientes se realizan en el mismo lugar. Se realizarán consecutivamente, aunque sus cometidos en la película sean opuestos y requieran emociones completamente diferentes por parte de los actores [...]