París-Texas / En un lugar solitario
De ahí la emoción. Porque para continuar, hay que saber qué o a quiénes se continúa. Por diversas razones, y entre otros, John Ford, Allan Dwan, Yasujiro Ozu y Nicholas Ray fueron importantes para Wenders. Contemplativos. Cineastas de la emoción, justamente. Es a ellos a quienes continúa, continúa esa emoción que hoy ya casi nadie sabe hacer nacer de una sucesión de imágenes y que yo llamaría, a falta de una expresión mejor, “la emoción en plano general”.
¿Qué quiero decir ? A riesgo de recordar mal una película ya vieja (pero ¿acaso no está el cine hecho también de todo aquello que hemos alucinado?), tomaré un ejemplo de una película de Nick Ray. En En un lugar solitario, la pareja Humphrey Bogart-Gloria Grahame pela pomelos (¿eran pomelos?) en su cocina. No pasa nada, y Bogart dice de pronto algo así como: “Si alguien nos viera, ahora, ¿adivinaría que somos felices?”. Y el espectador, enseguida, se dice que sí, tal vez, pero que él mismo, un segundo antes, no pensaba en eso.
Emoción ante la precariedad del instante y la belleza frágil del cine, capaz de hacernos sentir “cerca” de una escena sin que se necesite, sin embargo, “acercar” la cámara. Sin la efracción de un primer plano o la indiscreción de un zoom multiuso. Lo que podemos llamar “emoción” es el movimiento de cámara al revés, el que sucede en el cuerpo del espectador. Proviene de aquello que, súbitamente, adivinamos. Pero, ¿cuál es la palabra más importante aquí, “adivinamos” o “súbitamente”? Ambas. “Adivinamos” porque estuvimos a punto de dejar pasar el momento. Entonces, aceptamos quedarnos en la puerta de la cocina de En un lugar solitario y ya es con otros ojos que advertimos que Ray es un gran escenógrafo. Tomé mi ejemplo de él, pero podría haber citado cientos, del mismo tipo, extraídos de París, Texas [...]
Los contemplativos quieren merecer el paisaje, no poseerlo. Deslizarse en él furtivamente, no hacerse notar. Modificarlo, no rehacerlo. ¿Qué quiere Travis, el hombre que (Wenders dixit) “regresa de entre los muertos”? Lo mismo que Wenders cuando “regresa” del mito de la Muerte del Cine [...]
El secreto (a menudo banal) no es algo que la lengua pueda soltar, es el horizonte hueco de una curva asintótica. A fuerza de acercarnos, nos alejamos. A fuerza de acercarnos a Travis, el hombre surgido del desierto, no vimos que ya estaba alejándose de nuevo. La emoción-Wenders es un boomerang.