Botonera

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13.5.19

X. "CINE-DIARIO (EDICIÓN INTEGRAL 1981/1986)", Serge Daney, Shangrila 2019



Toda una noche



[...] el amor se hace fuera de campo. Mucho sudor, no poca sensualidad; nada de sexo. Akerman filma el antes y el después. Solo que el después lleva las huellas del antes. Toda una noche se convierte imperceptiblemente en un documental sobre los modos de dormir, los rituales, las sábanas. Un bigotudo con un conjunto de slip-maillot blanco duerme mal en su diván (es un escritor, pero eso solo lo sabremos por la mañana). Una mujer que ya dejó de ser joven abandona en un impulso a su marido, que dormía con un pijama azul: va al hotel, cambia de idea y vuelve junto al pijama azul, treinta segundos antes de que suene el despertador matutino. Un muchacho despierta a su compañero, un soldado que se escapó del cuartel y que se desliza fuera de las sabanas de color malva. La noche es más larga que el deseo, la cámara es más paciente que la noche, la ciudad se despierta: Bruselas va a “bruselar” [...]

Esperábamos el amanecer. Ha llegado. Es la parte más bella del filme. Protagonistas dos veces oscuros, nuestros “personajes” hacen su entrada en el día. Vistos a medias, conocidos a medias. Sabemos suficientemente poco sobre ellos para verlos todavía tal como son, con restos de sueño sobre el rostro, los malos reflejos ante el café que hierve, el olvido. Entonces, la banda de sonido desencadenada los ciñe, como una isla de ficciones posibles en un mundo (bastante pequeño: Bélgica) sin ficción, algarabía inerte. Porque la ficción, la verdadera, la que iría de la A a la Z, de “había una vez” a “the end”, no es para esta película. En Toda una noche, Chantal Akerman se contenta con filmar de la A a la B. Mil veleidades de ficciones recortadas, sí; un gran relato, jamás. Si todo círculo no es idealmente sino una sucesión de líneas rectas colocadas una junto a otra, he aquí algunas líneas. Si toda línea no es sino una sucesión de puntos, he aquí algunos puntos. Si todo punto es, en el límite, un concepto inmaterial, he aquí un poco de inmateria [...]

Quiere que el espectador no duerma, sugiriéndole que “toda una noche” es un tiempo lo suficientemente largo como para que un cuerpo pase por todos los estados, incluidos los estados no posibles del deseo y los poco probables de la postura amorosa. Incluido su propio cuerpo.