Botonera

--------------------------------------------------------------

15.5.19

VIII. "CARRETERA PERDIDA. PASEOS CON DAVID LYNCH", Roberto Amaba (coord.), Shangrila 2019




 CARRETERA PERDIDA:
EL TUMBLR DE DAVID LYNCH

Déborah García




Todd Hido



Las imágenes en movimiento no son la única pasión de David Lynch. El director de Carretera perdida (Lost highway, 1997) no ha dejado de desconcertar y de fascinar al público, atrayendo en el proceso a gran número de seguidores. El cine, por lo tanto, no es la pasión exclusiva de David Lynch. (1) Inspirado por artistas a los que se remite de manera obvia como Francis Bacon y Mark Rothko, Lynch se inició como artista plástico durante su adolescencia y a lo largo de los años ha seguido ejerciendo como escultor, bricolador, dibujante, diseñador, collagista y pintor expresionista abstracto. Lynch es un artista integral. Su obra no puede entenderse sin prestar atención a la manera en que sus imágenes conversan con multitud de disciplinas y obras de diferentes creadores y periodos; empezando por su propia obra no cinematográfica. El caso de Carretera perdida no es una excepción, y como tal, el objeto de este artículo es analizar algunas de las referencias visuales y sentimentales que se encuentran en su interior.

1. YOUNG, Paul, “Talking art” en The City of Absurdity. The mysterious world of David Lynch. <http://www.thecityofabsurdity.com/inttalkart.html> [Última consulta: 22-10-2018].



Mark Rothko


Al mirar con detenimiento la obra de Lynch, aislándola incluso de sonido (si se me permite), mirándola en silencio, obtenemos una especie de palimpsesto que se mueve entre pintores abstractos y figurativos, entre fotógrafos, arquitectos e interioristas. Elementos y referentes que se unen para representar una narrativa invisible, escondida en la rutinaria vida estadounidense: la desintegración de la personalidad del hombre moderno, la violencia oculta tras los objetos cotidianos, la monstruosidad interior de los individuos desvelada mediante la cámara.



Paul Delvaux


Mi análisis se centrará en aquellas referencias que considero decisivas a la hora de mostrar esta desintegración de la personalidad, esta violencia latente. Para ello prestaré atención a las arquitecturas, a su componente semiótico, al juego entre el interior y el exterior. A las formas arquitectónicas, pero también a las formas decorativas. A la técnica del retrato y a su relación con las pinturas de Francis Bacon. A los objetos, con especial interés a la presencia de la televisión que me conduce a la serie fotográfica de Lee Friedlander. La desintegración del sujeto se extenderá hacia formas de lo siniestro que dialogan con la obra de la fotógrafa Diane Arbus. El dúo formado por Alice/Renee establecerá su conexión particular con la obra del pintor surrealista Paul Delvaux. El uso de la luz y del color marcarán la profunda relación con Stephen Shore. Y por último, la perfecta correspondencia que se establece entre las imágenes de David Lynch y las de William Egglestone, ambos maestros en revelarnos cómo la normalidad estadounidense encubre lo aberrante [...]



William Egglestone