Botonera

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12.5.19

VI. "CARRETERA PERDIDA. PASEOS CON DAVID LYNCH", Roberto Amaba (coord.), Shangrila 2019




CARRETERA PERDIDA Y EL CINE TOPOLÓGICO.
O DE CÓMO CONVERTIR UNA CINTA 
DE CINE EN UNA CINTA DE MOEBIUS

Juan Diego Parra Valencia


Carretera perdida



Carretera perdida (Lost highway, 1997) debe ser considerada como el gran cisma en el cine de David Lynch. En esta película, los aspectos más revolucionarios de su estilo encontrarán su eje de constitución. Si es verdad, como diría Henri Bergson, que “la esencia de una cosa no aparece nunca al comienzo, sino hacia la mitad, en la corriente de su desarrollo, cuando sus fuerzas se han consolidado” (1), entonces Carretera perdida daría muestra de lo esencial lynchiano. Desde ella reconocemos un pulso definido a nivel visual y sonoro que redunda en desajustes entre percepción y acción (tanto de los personajes como de los espectadores), una manera efectiva de conectar la densidad atmosférica con la tensión narrativa que deriva en una constante desorientación para el receptor atento, quien se ve atrapado en flujos de imágenes falsamente inmóviles. Pero quizás lo más importante resida en el sugerente uso del tiempo narrativo topológico, a través de un relato de carácter moebiano.

1. Citado por DELEUZE, Gilles, La imagen-movimiento. Estudios sobre cine 1, Barcelona: Paidós 1994, p.15.

El experimento narrativo realizado por Lynch en esta película, le permite repensar el problema del tiempo desde estructuras no cronológicas que le llevan a la posibilidad miltidimensional del relato. Antes de Carretera perdida, si bien lo lynchiano había adquirido un carácter “atmosférico” (equivalente a la idea de “lo kafkiano”), su preocupación por la noción de tiempo no había implicado características ontológicas, sino más bien estilísticas. Es decir, antes de Carretera perdida –desde Cabeza borradora (Eraserhead, 1977) hasta Corazón salvaje (Wild at heart, 1990)–, lo lynchiano se evidenciaba desde un “tempo” narrativo, el cual derivaba en la tensión entre lo onírico y la consciencia atenta. Pero a partir de 1997, el carácter del “tiempo” se convierte en una preocupación expresiva dentro de su cine. Es desde Carretera perdida que Lynch erige y reivindica “lo posible” como alternativa frente a los hechos concretos de la percepción, y reconstituye el campo virtual de los acontecimientos. La cámara lynchiana no solo busca capturar el flujo lineal del tiempo, sino que le otorga sentido en función de la reversibilidad y la desincronía, con lo cual implica al espectador como eje de articulación entre el pensamiento y el acto narrativo, desarrollándolo con creciente complejidad en sus películas posteriores: Mulholland Drive (2001) e Inland Empire (2006). Como ya lo había intuido desde Terciopelo azul (Blue velvet, 1986), explorado en la serie de televisión Twin Peaks (Mark Frost, David Lynch, 1990) y escenificado en Twin Peaks: Fuego camino conmigo (Twin Peaks: Fire walk with me, 1992) será la estructura serial la clave en su búsqueda de darle un valor intensivo (y no solo extensivo) a la idea de tiempo. A partir de la serialidad narrativa, Lynch invierte el valor espacial de los acontecimientos, permitiéndoles transformarse en tiempos narrativos gracias a la reversibilidad y a la superposición.

Carretera perdida es un ejemplo privilegiado de esta estrategia, ya que a través de los giros de la narración, el director norteamericano consigue moldear escenarios más cartográficos que cronológicos en el devenir de los personajes. Estos, dentro del relato, funcionan más como coordenadas que reescenifican la acción narrativa. De lo que se trata no es solo de reconocer en qué momento ocurren los acontecimientos, sino en qué posición se encuentran. Así, el flujo temporal se invierte constantemente de acuerdo a la relocalización sistemática, lo cual obliga a la redistribución continua de elementos según nuevas series narrativas. Y es, precisamente por dichas series, que la continuidad se transforma en contigüidad, para lograr cercanía espacial no armonizante con la distancia temporal. En eso consiste el efecto Moebius de la película, que veremos a continuación [...]