"[...] durante la primavera y el estío de 1985, poco después de la sentencia
de Onda, cuando Jean–François Lyotard organizó en el Centro Georges Pompidou
una exposición rotulada Los inmateriales (Les immatériaux, del 28 de marzo al 15
de julio). Allí, el filósofo francés quiso enseñarnos cómo se descomponía el paradigma
de la modernidad. Lo hizo mediante la ordenación de un espacio que, siguiendo
una progresión general, iba del cuerpo al lenguaje. Un espacio y un
itinerario donde se distinguían muestras del “teatro del no-cuerpo” y de “textos
desmaterializados”. Por simple imposibilidad temporal y porque, supongo, mis
inquietudes infantiles eran bien distintas, no visité aquella muestra. No obstante,
repasando la documentación disponible, caigo en la tentación de recordar un soliloquio
del capitán Ahab. Uno de sus momentos más ceñudos y empecinados. Y
eso es mucho ceño y demasiado empecinamiento. Con el ataúd del resucitado
Queequeg reconvertido en boya salvavidas, ante un panorama donde los signos
revocan los significados, Ahab exclama en cubierta: “¡Ah, qué inmateriales son
todos los materiales! ¿Qué cosas reales hay, sino los pensamientos imponderables?”. La muestra de Lyotard era el esqueleto del Pequod reflotado, la modernidad
ballenera reducida a un amasijo de vergas y jarcias desvencijadas. Pero
también era el fuego de san Telmo, la vana fosforescencia que coronaba el barco
fantasma de la posmodernidad. Un lugar de muerte pronosticada donde, de
acuerdo a un sentido mágico y espiritual, el ataúd preservaba la inmortalidad" [...]
MUY PRONTO
NARRACIÓN Y MATERIA