QUERIDO NAT:
Marisa López Mosquera
Nada nos garantiza la inmunidad. Ni trabajar con el descalabro humano, ni proporcionar a los demás una interpretación fiable del mapa de su futuro, intrincados caminos que alumbramos para ellos con suaves destellos, aunque sin excepción conduzcan al mismo agujero insondable, al que llegarán anulados, perdida la mínima habilidad en el control de sí mismos. Los desvelos, la calma, la interpretación del sufrimiento, todo ello empieza a quedar atrás para mí porque yo sí conozco lo que hay tras cada curva en adelante, las paradas intermedias, antes del pequeño gran final. ¿Recuerdas aquella paciente, la mujer que aseguraba que alguien le había extirpado el futuro de su mente y no atendía a razones? Nos conmovió su protesta, que adivinase en su demencia que el tiempo se había acabado, la sencillez con la que podía renegar de cualquier consuelo, palabras vacías para quien tiene ya incrustada una fecha de caducidad; para quien anticipa, abandonada la lucha, que su deterioro será una cuenta atrás implacable e irreversible. Subestimamos la intuición en ocasiones, alguna gente tiene su propio radar acoplado al miedo. Mi conocimiento de la enfermedad como profesional apenas deja algún interrogante sin cubrir, la tristeza y la necesidad de atar todos los cabos me llevan a escribirte esta carta, mi amor, mi compañero, antes de desaparecer por completo en mi interior [...]