LA VOZ IMPOSTADA.
CORRESPONDENCIA ENTRE BREVE ENCUENTRO Y CARTA DE UNA DESCONOCIDA
CORRESPONDENCIA ENTRE BREVE ENCUENTRO Y CARTA DE UNA DESCONOCIDA
Xavier Romero
Tras una cita con su amante, frustrada por el inesperado regreso a casa del amigo de este, y después de haber vagado sola durante tres horas, Laura (Celia Johnson) entra en el bar de la estación y pide un brandy, una hoja de papel y un sobre. Apenas tiene tiempo de escribir dos palabras que no vemos, cuando entra apresuradamente Alec (Trevor Howard), su amante, que la ha estado buscando. La carta queda en suspenso y, de algún modo, la película viene a substituirla.
Es verdad, no llega a haber carta en Breve encuentro (Brief Encounter, David Lean, 1945). Sin embargo, la estructura del filme remite a ella: el flashback es un recuento de lo acontecido, como la voz en off en primera persona sustituye al monólogo escrito. La película de David Lean es una carta, un mundo cerrado en sí mismo, por eso nada resulta prescindible ni aparecen personajes irrelevantes. Una carta implica un emisor y un receptor, y durante buena parte del filme veremos a Laura buscando desesperadamente un interlocutor. Sucesivamente, querrá contar lo feliz que es, compartir sus dudas, confesar su “crimen” y, finalmente, rememorar su historia de amor, sin hallar nunca un confidente válido.
El monólogo interior de Laura empieza en un tren, con un lamento dirigido a su amiga Dolly (“I wish I could trust you”), pero se desarrolla casi por completo, y a modo de confesión, frente a Fred, su marido, lo que nos convierte a nosotros, espectadores, en únicos y privilegiados receptores, en sustitutos del esposo. “I want to remember every minute” nos dice Laura, y no hay otra manera de conseguirlo que poniéndolo por escrito. Durante todo su relato, curiosamente, es Fred el que escribe (completa un crucigrama), lo que compositivamente le convierte en una suerte de secretario de su mujer. A su vez, es Laura la que en realidad intenta encajar las piezas de un puzle, un “romance” que para Fred es solo una palabra de siete letras.
Una carta, esta sí enviada, es también el mecanismo que permite a Lisa, la protagonista de Carta de una desconocida (Letter from an Unknown Woman, Max Ophüls, 1948), expresar sus sentimientos y reordenar una historia de amor. Cierto que el objetivo narrativo de la carta aquí es muy distinto (una especie de venganza por un amor no correspondido) pero, en el fondo, lo que ambas mujeres persiguen es despertar un sentido: Laura quiere ser escuchada y Lisa, vista. Lean y Ophüls recurren al flashback para estructurar el relato, aprovechando además otros elementos habituales del cine negro, no solo a nivel formal (marcados claroscuros) sino revirtiendo, cada uno a su manera, la figura de la femme fatale: la mujer adúltera que hace perder la cabeza a un hombre también casado es, en Breve encuentro, una sencilla ama de casa, víctima de su tiempo; en Carta de una desconocida, la mujer manipula y conduce a la muerte a un hombre… cuando ella misma ya ha muerto [...]