El complejo de Jano:
John Cassavetes y Hollywood
John Cassavetes y Hollywood
[...] “Pagué Faces yo mismo. Para que no dejase de afluir dinero a la producción, traté de estirar mis labores como desarrollador de proyectos televisivos para Screen Gems todo lo que pude y, cuando se cansaron y me echaron, me pasé por Universal –mi banco– y actué en dos pilotos televisivos que nos procuraron el dinero necesario para comprar celuloide y una cámara”. En julio de 1971, la revista Playboy publicaba una amplia entrevista concedida por John Cassavetes a Lawrence Linderman. En ella, el actor y director estadounidense se mostraba tan franco como en él fue habitual acerca de lo que entendía por ser un artista –“descubrir qué quieres expresar, y expresarlo”– y su desdén hacia lo que simboliza Hollywood: “la relación de los ejecutivos de los grandes estudios con el cine tiene que ver con el dinero; y quien pretenda ir de otra cosa, miente”.
Son declaraciones que apuntalan la imagen hoy por hoy canónica de Cassavetes como creador insumiso ante las exigencias de la industria del cine estadounidense; como cineasta de inusual coherencia entre la visión del mundo alternativa a lo mayoritario que atestiguaron sus películas, y lo que predicaba públicamente. Pero, por otro lado, las palabras seleccionadas, el conjunto de sus réplicas a las preguntas de Linderman, la publicación en que aparecieron, permiten comprobar la familiaridad plena de Cassavetes con los modos de producción y promoción de la Meca del Cine, y su habilidad y pragmatismo a la hora de explotarlos en nombre de su arte. Cifrar sus obligaciones profesionales con Screen Gems y Universal en clave de dinero fácil con el que amparar las producciones que le interesaban realmente, delata contradicciones habituales que cierto tipo de cineastas prefiere no analizar, y que soslayan asimismo de manera habitual quienes escriben sobre ellos.
Contradicciones en las que de continuo caen, caemos, quienes llevamos a cabo una labor creativa en el marco de los estilos de vida capitalistas. En apariencia, se ejerce la lectura crítica de los mismos. En la práctica, se recurre a sus herramientas a la propia conveniencia, bajo el amparo de la etiqueta autoadjudicada de artista comprometido, y se acaba por servir como excusa cultural para que el sistema perpetúe sus dinámicas [...]
Son declaraciones que apuntalan la imagen hoy por hoy canónica de Cassavetes como creador insumiso ante las exigencias de la industria del cine estadounidense; como cineasta de inusual coherencia entre la visión del mundo alternativa a lo mayoritario que atestiguaron sus películas, y lo que predicaba públicamente. Pero, por otro lado, las palabras seleccionadas, el conjunto de sus réplicas a las preguntas de Linderman, la publicación en que aparecieron, permiten comprobar la familiaridad plena de Cassavetes con los modos de producción y promoción de la Meca del Cine, y su habilidad y pragmatismo a la hora de explotarlos en nombre de su arte. Cifrar sus obligaciones profesionales con Screen Gems y Universal en clave de dinero fácil con el que amparar las producciones que le interesaban realmente, delata contradicciones habituales que cierto tipo de cineastas prefiere no analizar, y que soslayan asimismo de manera habitual quienes escriben sobre ellos.
Contradicciones en las que de continuo caen, caemos, quienes llevamos a cabo una labor creativa en el marco de los estilos de vida capitalistas. En apariencia, se ejerce la lectura crítica de los mismos. En la práctica, se recurre a sus herramientas a la propia conveniencia, bajo el amparo de la etiqueta autoadjudicada de artista comprometido, y se acaba por servir como excusa cultural para que el sistema perpetúe sus dinámicas [...]