El cine ha muerto. ¡Viva el cine!
Antonia del Rey-Reguillo / Nancy Berthier
Durante las dos últimas décadas el cine ha estado viviendo una serie de mutaciones relacionadas con los cambios experimentados por los tres actores que tradicionalmente han intervenido en el hecho cinematográfico: la industria, los creativos y los receptores, a los que hoy se suman factores como los new media y ese lugar virtual de interacción conocido como ciberespacio. Todo se ha transformado, los sistemas productores, las formas de ver y hasta los soportes. Por otra parte, las series televisivas rivalizan actualmente con los largometrajes cinematográficos en cuanto a distinción cultural y afición del público. Como consecuencia de todo ello, el cine ya no ocupa la centralidad mediática que tenía tiempo atrás. Si desde el siglo pasado se está pronosticando regularmente la muerte del cine, en la actualidad, la suerte del séptimo arte parece más que nunca en peligro. No obstante, lejos de desaparecer y tal como sucedió en otros momentos de su historia, el séptimo arte resiste y supera los malos augurios con un antídoto fundamentado en una capacidad de adaptación que, inevitablemente, implica una profunda transformación del medio. Obviamente lo que ha muerto es el modelo tradicional, que situó el cine como industria cultural dominante en el curso del siglo veinte, un modelo que se corresponde con un estadio ya superado. De hecho, en la actualidad, el cine está experimentando un proceso de hibridación que hace que su lugar y su función se estén reajustando en el ámbito magmático del audiovisual. Por otra parte, la llegada de la tecnología digital ha redefinido la relación entre imagen y realidad en el mundo contemporáneo, permitiendo la creación de muchos canales de exhibición paralelos e incrementando con ello el consumo doméstico del cine. Las películas han pasado directamente de la sala de proyección al ciberespacio, ese cajón de sastre “donde no hay cánones, ni valores, ni procesos de singularización de los diferentes medios o canales de difusión”. Sin embargo, como ha señalado Àngel Quintana la excepcionalidad artística que posee como medio de expresión invita a creer que el cine “debe cumplir una destacada función como alteridad”, contribuyendo “a la recuperación de esa imagen del mundo que el exceso de imágenes insignificantes y de discursos audiovisuales formateados ha difuminado”. (1)
1. Quintana, Àngel: Después del cine. Imagen y realidad en la era digital, Barcelona: Acantilado, 2011.
Partiendo de estas consideraciones, este libro se propone abordar el proceso de reconfiguración del séptimo arte en el panorama profundamente metamorfoseado del audiovisual contemporáneo. Dicho proceso fue sometido a discusión científica mediante una serie de estudios de casos representativos, presentados en el ámbito del VII Coloquio Internacional de Cine Iberoamericano Contemporáneo celebrado en la Universidad de Valencia en junio de 2016. Como resultado del mismo, los trabajos que engrosan el libro conforman un nuevo capítulo en el continuum de la reflexión transversal que, desde el año 2010, se lleva a cabo mediante encuentros anuales sobre el cine iberoamericano contemporáneo realizados por un grupo de investigadores universitarios procedentes de Europa y América. (2) En este sentido, los trece textos que reúne el presente libro, como en el caso de las anteriores publicaciones derivadas de los respectivos encuentros, representan un acercamiento plural al tema de estudio, además de poseer un marcado carácter internacional, determinado por el origen de sus autores, procedentes de Colombia, Costa Rica, España, Estados Unidos, Francia, México y Venezuela. La diversidad de acercamientos al objeto de estudio habida en el libro, así como el amplio abanico de casos tratados, pone de manifiesto no solo las distintas tradiciones académicas, sino los diferentes universos cinematográficos abordados, donde confluyen una representación de países con tradiciones e industrias fuertes en el ámbito del cine hispanófono y la de aquellos otros de producción más modesta, pero no menos interesante. En este contexto de pluralidad académica, los trabajos que componen el libro se plantean con un objetivo principal, el de seguir reflexionando y planteándose cuestiones con la voluntad de mantener abierto un debate científico sobre las transformaciones de todo orden que vienen afectando a las relaciones que el cine mantiene actualmente con el resto de los discursos audiovisuales [...]
2. Concretamente, los encuentros de cine iberoamericano contemporáneo han dado lugar, hasta la fecha, a cinco publicaciones colectivas surgidas entre 2012 y 2017: Operas primas en el cine documental iberoamericano 1990-2010
(Guadalajara: Prensas de la UDG, 2012), Cine iberoamericano contemporáneo y géneros cinematográficos (Valencia: Tirant lo Blanch Humanidades, 2014), La comedia y el melodrama en el audiovisual iberoamericano contemporáneo (Madrid: Iberoamericana/Vervuert, 2015), La cultura de las pantallas. El cine iberoamericano en el panorama audiovisual actual (monográfico de la Rev. Nuevo Texto Crítico, Stanford University, 2015, nº 21) y Frente a la catástrofe. Temáticas y estéticas en el cine español e iberoamericano contemporáneo (Paris: Éditions Hispaniques, 2017).
[...] los trabajos reunidos en el libro y la variedad de temas que ellos abordan proyectan una multiplicidad de perspectivas y puntos de vista sobre el proceso de reconfiguración que vive el medio audiovisual en su conjunto, y el séptimo arte en particular. La suma de asuntos estudiados y su variedad de perspectivas confirman tanto la potencia y vitalidad de los discursos audiovisuales como el interés y la demanda creciente que generan entre los consumidores. En ese contexto, pese a sus reconocibles e innegables imbricaciones con el conjunto del audiovisual y singularmente con la serialidad televisiva, el cine parece conservar la potencia y vitalidad suficientes que lo acreditan como merecedor del estatuto propio y diferencial que ha mantenido hasta ahora dentro del magma genérico de los productos audiovisuales. Y, ambas cualidades, potencia y vitalidad, dejan entrever la posibilidad de que ese séptimo arte, a través de la experimentación y el ingenio de los jóvenes cineastas, esté iniciando un camino de vuelta, no tanto de regreso a los orígenes como en busca de su propia esencia diferencial, precisamente la que le está demandando una sociedad saturada de productos audiovisuales repetitivos y ajustados a la demanda del mercado. No obstante, la naturaleza, el itinerario y la meta de dicho camino todavía están por ver.