Éric Rohmer
El amor después el mediodía (1972) / El rayo verde (1986)
Pero más allá de la iconografía clásica del ideal melancólico está el trasfondo del temperamento, lo que subyace a la actitud, al sentimiento, el carácter ontológico de la melancolía. La melancolía es un concepto poliédrico. Lo ha sido durante siglos. Mientras el cristianismo la asociaba a la pereza y la introspección, en el Renacimiento era la enfermedad del genio y el artista, propicia para la inspiración y la creatividad. Si para los románticos era la manifestación de la soledad de un mundo sin Dios, para el cientificismo del S. XIX era una forma de depresión y esquizofrenia. Aun así, en todas las interpretaciones subyace siempre un mismo síntoma (causa o consecuencia), un estado objetivamente inherente al temperamento melancólico y al concepto mismo de la melancolía: el estado de inadecuación en el mundo. No pertenecer, no disfrutar, no encajar. Ni en el mundo que te rodea ni en ti mismo. Estar incómodo dentro de tu propio ser. Los franceses tienen la suerte de contar con la expresión perfecta, être mal dans sa peau, una metáfora cuya definición más simplista es malheur (“tristeza”), pero cuya plasticidad remite a un sentimiento más profundo y doloroso. Estar mal en tu propia piel es ese malestar definitivo, el dolor existencial que se disfraza de melancolía cuando ignoramos su origen preciso [...]
La melancolía disimulada.
El dolor existencial en Éric Rohmer
El dolor existencial en Éric Rohmer
Irene de Lucas
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