Ingeborg Bachmann (Austria, 1926 - Italia, 1973) comienza a escribir poemas en los años ‘50, en un momento marcado por la devastación de la posguerra y la necesidad de volver a pensar y a narrar la historia a partir de la barbarie del nazismo. Desde Die Gestundete Zeit (El tiempo postergado, 1953), su primer libro de poesía publicado, existe en la autora una preocupación evidente por el lenguaje en cuanto potencial vehículo de sutura y en particular por el lenguaje poético, que tenía que renovarse deshaciéndose de la herencia de un pasado nefasto. El primer poemario de Bachmann es, en gran medida, la expresión no celebrativa, sino en forma de lamento, de un mundo en ruinas, una suerte de exequias por el desastre común y un aviso de la importancia de la memoria en aras de la reconstrucción. El tono del libro es a la vez desesperado y alarmante, y pone su acento en la pintura escalofriante del panorama futuro incierto. Si, como quería Freud en el ensayo Über Trauer und Melancholie (Duelo y melancolía, 1915), el duelo es la reacción a la pérdida de un ser querido o de una “abstracción equivalente” (la patria, el ideal, etc.), el libro de Bachmann se inscribe en la ceremonia de un duelo histórico para el que, además, se requiere de una nueva poética.
En el poema “Sólo cosas sombrías”, Bachmann convoca a la figura mítica de Orfeo, con quien se compara en su tarea de nombrar y actuar como puente o impasse entre la vida y la muerte. El personaje clásico de Orfeo, fijado en la imaginación colectiva como fundacional del arte poética y en cuya mirada Blanchot cifraba el inicio de la escritura, es traído al poema para significar la función de puente de la palabra poética y la necesaria vertiente elegíaca, en tono y contenidos, del libro [...]
Sólo cosas sombrías.
Duelo y melancolía en la obra poética
de Ingeborg Bachmann
Laia López Manrique