William S. Burroughs
Mirad, MIRAD bien el camino de la droga antes de
viajar por él y liaros con las Malas Compañías.
W.S. Burroughs
viajar por él y liaros con las Malas Compañías.
W.S. Burroughs
El almuerzo desnudo no es solo un libro centrado en la droga, sino que es una crónica desquiciada y enfermiza de lo que supone ser un yonqui. Por otra parte, es una obra que nos permite conocer cómo la droga actuaba en la mente de su autor, ya que cuando William S. Burroughs la escribió había alcanzado las más altas cotas de su adicción. La heroína había andado de la mano del célebre escritor durante doce años antes de que viera publicada su novela en Francia y durante su etapa en Tánger había usurpado gran parte de la humanidad de su portador, convirtiéndose en la protagonista absoluta de su organismo. Por tanto, la novela es una disección minuciosa del hábito desde dentro, abundante en descripciones prolijas acerca de las sensaciones, rituales, vicisitudes y ambientes que rodean el mundo de la drogadicción.
Si la adaptación que el cineasta David Cronenberg hace de la novela es un claro ejemplo de “celuloide alucinado”, como veremos a lo largo de las siguientes páginas, es precisamente por la decisión del cineasta canadiense de hacernos plenamente partícipes desde un principio del viaje iniciático que supuso para el escritor el proceso creativo que dio lugar a su novela. Tantas drogas tomó Burroughs durante la redacción del manuscrito de El almuerzo desnudo que, según afirma en el prólogo que hizo a posteriori para su más famosa obra, no recordaba haber escrito ni una sola palabra de las que finalmente aparecieron sobre el papel impreso:
Desperté de la Enfermedad a los cuarenta y cinco años, sereno, cuerdo y en bastante buen estado de salud, a no ser por un hígado algo resentido y esa sensación de llevar la carne de prestado que tienen los que sobreviven a la Enfermedad. La mayoría de esos supervivientes no recuerdan su delirio con detalle. Al parecer yo tomé notas detalladas sobre la Enfermedad y el delirio. No tengo un recuerdo preciso de haber escrito las notas publicadas ahora con el título de El almuerzo desnudo.
El almuerzo desnudo, así, como caso paradigmático de “celuloide alucinado” nos descubre la importancia que tuvieron las drogas como detonante de la capacidad creadora de Burroughs. Las anárquicas anotaciones que terminaron integrando el conjunto final del libro fueron escritas en un estado de alteración constante que otorga a la obra ese factor de extrañeza que nos sitúa en una especie de éxtasis literario, gracias a que trasciende los límites de la escritura racional para adentrarse en el territorio irracional de lo alucinado, como un modo de expresión estética capaz de explorar y reflejar visualmente el turbado inconsciente del protagonista [...]