Cocaine Cowboys, Ulli Lommel, 1978
[...] El problema del que adolecen los pocos estudios [sobre el cine alucinado], además, según afirma [Jack] Stevenson en referencia a Cocaine Fiends And Reefer Madness [Michael Starks, 1982], es que la valoración de los films que ofrecen éstos se basa en demasía, cuando no únicamente, en el grado de realismo alcanzado en la representación de los efectos de las drogas, lo que les lleva a desechar algunos films si entienden que dichas representaciones pueden resultar ridículas o poco realistas a nivel farmacológico. Sin duda, esta forma de valoración parece lógica, aunque dichos prejuicios estético-morales pueden llevar a obviar el evidente interés que tienen los primeros films que trataron el tema de la droga, como por ejemplo el título de culto Reefer Madness (Louis J. Gasnier, 1938), dado que en ellos se ofrecía una visión pretendidamente exagerada de los efectos de la droga que desde la perspectiva actual resulta ridícula, ya que su función principal era advertir de los peligros que conllevaba el consumo de estupefacientes. Es decir, dichos films no están centrados en las drogas en sí mismas, sino en la histeria que las drogas producen en la sociedad.
Por tanto, el término “realismo” es tangencialmente opuesto a la paranoia moralista que tratan de inculcar estas películas. El cine sobre drogas, afirma Stevenson (2000), es un tipo de cine muy reaccionario. Evidentemente, esta asociación que se establece entre el uso de drogas con la perdición moral y la degradación física que atribuye una serie de consecuencias nocivas al consumo de estimulantes lleva aparejada una tendencia a la justificación del tema elegido. Así se explica que, salvo algunos casos excepcionales, todos los films que se centran en el tema de las drogas tiendan a una resolución moralista. Y no hay que pensar que únicamente se ofrece esta visión maniquea de las drogas en los films de los años treinta aunque, dado el contexto en el que se produjeron los mismos, dicho enfoque resulta más evidente e histriónico. Un ejemplo de película reciente que representa a la perfección este gusto por la moralina sería Réquiem por un sueño (Requiem for a dream, Darren Aronofsky, 2000), adaptación de la novela homónima de Hubert Selby Jr.
La importancia del texto de Michael Starks, Cocaine Fiends And Reefer Madness, como obra seminal sobre el tema es incuestionable. Hemos de reconocer, por tanto, su carácter pionero, pues cuando salió a la luz en 1982, la relación entre cine y drogas no había sido aún explorada por historiadores ni estudiosos del séptimo arte. El hecho de ser la primera referencia seria sobre este tema tiene un valor añadido que no podemos obviar, ya que Starks abrió el sendero para futuros estudios al respecto, facilitando sobremanera el trabajo de localización y catalogación de aquellos films vinculados con las drogas. Por esta razón, hemos de destacar principalmente la inmensa labor de investigación realizada por Starks para recopilar la ingente cantidad de títulos cinematográficos relacionados con las drogas que se recogen en Cocaine Fiends and Reefer Madness. De hecho, el propio Starks era consciente de lo titánico de su labor y así lo manifestó en la solapa del libro donde podemos leer lo siguiente:
Cocaine Fiends and Reefer Madness es una exhaustiva exploración de la historia de la representación de las drogas psicoactivas en las películas que abarca desde el clásico de Thomas Edison Opium Smoker (1894) hasta Cocaine Cowboys (1978). Se incluyen cerca de 400 películas mudas y 1000 sonoras, como poco 500 films sobre el abuso de las drogas, 85 películas experimentales y 135 programas de televisión. Más de 150 instantáneas nunca antes publicadas, muchas de ellas extremadamente raras ilustran el texto.
No podemos juzgar, por tanto, el contenido de Cocaine Fiends and Reefer Madness sin atender al momento histórico y tecnológico en el que se fraguó, y observándolo en perspectiva hemos de reconocer que, pese a que sus planteamientos teóricos no coinciden en gran parte con los nuestros y a que encontramos inevitables lagunas informativas, el trabajo de Starks ha sido punta de lanza para el resto de estudios y, por supuesto, también para el que centra este volumen [...]
Por tanto, el término “realismo” es tangencialmente opuesto a la paranoia moralista que tratan de inculcar estas películas. El cine sobre drogas, afirma Stevenson (2000), es un tipo de cine muy reaccionario. Evidentemente, esta asociación que se establece entre el uso de drogas con la perdición moral y la degradación física que atribuye una serie de consecuencias nocivas al consumo de estimulantes lleva aparejada una tendencia a la justificación del tema elegido. Así se explica que, salvo algunos casos excepcionales, todos los films que se centran en el tema de las drogas tiendan a una resolución moralista. Y no hay que pensar que únicamente se ofrece esta visión maniquea de las drogas en los films de los años treinta aunque, dado el contexto en el que se produjeron los mismos, dicho enfoque resulta más evidente e histriónico. Un ejemplo de película reciente que representa a la perfección este gusto por la moralina sería Réquiem por un sueño (Requiem for a dream, Darren Aronofsky, 2000), adaptación de la novela homónima de Hubert Selby Jr.
La importancia del texto de Michael Starks, Cocaine Fiends And Reefer Madness, como obra seminal sobre el tema es incuestionable. Hemos de reconocer, por tanto, su carácter pionero, pues cuando salió a la luz en 1982, la relación entre cine y drogas no había sido aún explorada por historiadores ni estudiosos del séptimo arte. El hecho de ser la primera referencia seria sobre este tema tiene un valor añadido que no podemos obviar, ya que Starks abrió el sendero para futuros estudios al respecto, facilitando sobremanera el trabajo de localización y catalogación de aquellos films vinculados con las drogas. Por esta razón, hemos de destacar principalmente la inmensa labor de investigación realizada por Starks para recopilar la ingente cantidad de títulos cinematográficos relacionados con las drogas que se recogen en Cocaine Fiends and Reefer Madness. De hecho, el propio Starks era consciente de lo titánico de su labor y así lo manifestó en la solapa del libro donde podemos leer lo siguiente:
Cocaine Fiends and Reefer Madness es una exhaustiva exploración de la historia de la representación de las drogas psicoactivas en las películas que abarca desde el clásico de Thomas Edison Opium Smoker (1894) hasta Cocaine Cowboys (1978). Se incluyen cerca de 400 películas mudas y 1000 sonoras, como poco 500 films sobre el abuso de las drogas, 85 películas experimentales y 135 programas de televisión. Más de 150 instantáneas nunca antes publicadas, muchas de ellas extremadamente raras ilustran el texto.
No podemos juzgar, por tanto, el contenido de Cocaine Fiends and Reefer Madness sin atender al momento histórico y tecnológico en el que se fraguó, y observándolo en perspectiva hemos de reconocer que, pese a que sus planteamientos teóricos no coinciden en gran parte con los nuestros y a que encontramos inevitables lagunas informativas, el trabajo de Starks ha sido punta de lanza para el resto de estudios y, por supuesto, también para el que centra este volumen [...]
Fragmento de la introducción 3