Rodaje de Tren de sombras
El (tren) tiempo fílmico (en sombras)
Hay una danza sobre el tiempo que se escribe en ciertas páginas de Deleuze, al trasluz de su particular interpretación de Bergson, y que señala que nuestra experiencia de lo temporal no puede ser medida en pequeños fragmentos, en pequeños ahoras. Bergson, por cierto, se equivocó radicalmente al pensar el cine y dar por sentado que el tiempo fílmico era, de alguna manera, la unidad de los 24 fotogramas que se despliegan en un segundo. La comparación entre el segundero y la manera en la que el proyector desliza cada imagen contra la pantalla en blanco es, simple y llanamente, errónea.
Pero vayamos todavía más despacio. Tomemos, por ejemplo, las dos siguientes imágenes:
Tren de sombras
De la primera se puede decir que es, en esencia, materia. Es huella fílmica, rascadura, borrado, pero al mismo tiempo, huella de tiempo. El tiempo en el que la película reposa, olvidada, en la estantería de una filmoteca o un salón familiar, los procesos químicos que la erosionan, los líquidos que desprende y que deforman sus bordes, su textura o su color. Fíjense en la paradoja: el cine digital se resiste a ser erosionado por el tiempo, su promesa es la del visionado perfecto, el de la imagen cristalina, el de la duración eterna. Y sin embargo, en una pirueta nostálgica fácilmente entendible –allí donde no hay experiencia del tiempo únicamente queda el pánico–, los programas de edición incorporan filtros que provocan artificiales rascaduras, quemaduras, veladuras sobre las imágenes digitales [...]
"(Des)velar el tiempo: Secretos a través
de la mirada del espectador de cine".
Aarón Rodríguez Serrano
de la mirada del espectador de cine".
Aarón Rodríguez Serrano