Michael Mann
Situémonos en 1971, en un viaje por carretera que Michael Mann emprendió por Estados Unidos tras retornar de Londres. Viajaba con varios colaboradores, entre ellos el fotógrafo de Newsweek Marvin Kupfer. Armados con una cámara, Mann y compañía se dedicaron a visitar un país en pleno cambio, marcado por la indeleble huella de la traumática guerra de Vietnam, a documentar lo que sucedía por sus calles, sus pueblos, sus carreteras. Durante el transcurso de este viaje Mann entrevista a un ranchero, a un veterano de Vietnam, a un ex miembro de The Weatherman. El resultado es un documental de 37 minutos llamado 17 Days Down the Line (1972). Poco después, Mann comenzaría a trabajar en la industria televisiva de Los Ángeles.
Mann confiesa que durante el citado viaje aprendió a escuchar y grabar los ritmos, texturas, y colores del lenguaje hablado. De esta experiencia extrajo una idea que sería fundamental a lo largo de su carrera: nunca debía perder una línea de diálogo. En una entrevista de 1983 con The Electric Theater Show de Londres, Mann relata que conserva una caja llena de fragmentos de diálogo, expresiones y giros idiomáticos escuchados junto a la barra de un bar. Esta obsesión por no perder ese detalle capturado de manera espontánea, contingentemente, compilando interacciones ajenas, marca uno de los ejes definitorios de los trabajos cinematográficos y televisivos de Mann: su obsesión por el detalle, por la investigación concienzuda para crear universos verosímiles. Una clarificación: no estamos hablando de realismo. Este concepto se encuentra en el foco del debate de los historiadores y teóricos del cine desde que los influyentes escritos de André Bazin en Cahiers du cinema lo situasen en el epicentro del debate fílmico. Además sería un error utilizar el término realismo para identificar el trabajo de Mann. Su objetivo no es jamás reproducir o capturar una realidad pre-existente. Es un devoto de la fidelidad al detalle precisamente para involucrar intelectual y emocionalmente al espectador. Por ende, su objetivo no es tanto lo real como lo verosímil [...]
Mann confiesa que durante el citado viaje aprendió a escuchar y grabar los ritmos, texturas, y colores del lenguaje hablado. De esta experiencia extrajo una idea que sería fundamental a lo largo de su carrera: nunca debía perder una línea de diálogo. En una entrevista de 1983 con The Electric Theater Show de Londres, Mann relata que conserva una caja llena de fragmentos de diálogo, expresiones y giros idiomáticos escuchados junto a la barra de un bar. Esta obsesión por no perder ese detalle capturado de manera espontánea, contingentemente, compilando interacciones ajenas, marca uno de los ejes definitorios de los trabajos cinematográficos y televisivos de Mann: su obsesión por el detalle, por la investigación concienzuda para crear universos verosímiles. Una clarificación: no estamos hablando de realismo. Este concepto se encuentra en el foco del debate de los historiadores y teóricos del cine desde que los influyentes escritos de André Bazin en Cahiers du cinema lo situasen en el epicentro del debate fílmico. Además sería un error utilizar el término realismo para identificar el trabajo de Mann. Su objetivo no es jamás reproducir o capturar una realidad pre-existente. Es un devoto de la fidelidad al detalle precisamente para involucrar intelectual y emocionalmente al espectador. Por ende, su objetivo no es tanto lo real como lo verosímil [...]
Fragmento de:
Introducción. Michael Mann:
Introducción. Michael Mann:
director, productor, guionista
Vicente Rodríguez Ortega
