Collateral, Michael Mann, 2004
En el imaginario popular más extendido, Los Ángeles se asocia de manera casi automática a Hollywood. Tal versión identifica el todo con una parte. Se piensa en glamour, estrellas del cine, amplias avenidas, majestuosas mansiones en resplandecientes colinas y los sueños acumulados de un sinfín de individuos que se mudan a la ciudad californiana con el fin de cumplir un sueño: ser parte de los estruendosos mundos del celuloide y la televisión que articulan el día a día de esta vasta región al oeste de Estados Unidos. Es además un lugar que cualquier espectador de cine ha visitado repetidamente, pese a no haber estado jamás allí; el cinéfilo tiene su propia versión de la ciudad. Una mirada alternativa identifica Los Ángeles con horizontalidad en contraposición al modelo urbano de verticalidad, representado por Nueva York, más cercano a la vieja ciudad europea. Desde esta perspectiva, Los Ángeles es una extensión casi inabarcable que nos ofrece lo mejor y peor de cualquier gigantesco espacio multicultural contemporáneo. Ambas posiciones obvian quizá el factor determinante de la constitución de la ciudad angelina: su dimensión vertical y la importancia fundamental de esta última como mecanismo conector entre los diferentes espacios que la constituyen.
Los habitantes de Los Ángeles distinguen entre surface streets –las calles– y freeways –elevadas autopistas que se extienden cual arañas por toda la ciudad, conectando los diferentes barrios y ciudades colindantes. No olvidemos que en el área metropolitana de Los Ángeles viven más de 20 millones de personas. La superficie total de la ciudad en sí es de 1.300 km²; el “gran Los Ángeles” alcanza los 91.000 km². Cuando uno se aleja de Los Ángeles por una de las numerosas autopistas que la rodean y atraviesan, la ciudad parece no acabar nunca. Es el epítome de una ciudad global –un núcleo nodal de la era contemporánea en términos de tecnología y comunicación– pero también un conglomerado sin parangón de lugares en apariencia anónimos que conectan los centros de entretenimiento y trabajo con los espacios de residencia de millones de habitantes que comparten una misma denominación geográfica.
Al acercarse a la representación del espacio urbano en Heat (1995) y Collateral (2004) es necesario detenerse precisamente en la manera en que el cineasta estadounidense traza la cartografía urbana de la ciudad estadounidense enfatizando la importancia de estos no-lugares (en términos de Augé), de los espacios de tránsito, que millones de extraños habitan día a día, en extrema proximidad física con otros individuos pero de manera solamente temporal, ya sea protegidos por la coraza protectora de sus vehículos particulares o los medios de transporte comunales, en ruta a los lugares que definen las coordenadas económicas, sociales y culturales de su urbanidad [...]
Los habitantes de Los Ángeles distinguen entre surface streets –las calles– y freeways –elevadas autopistas que se extienden cual arañas por toda la ciudad, conectando los diferentes barrios y ciudades colindantes. No olvidemos que en el área metropolitana de Los Ángeles viven más de 20 millones de personas. La superficie total de la ciudad en sí es de 1.300 km²; el “gran Los Ángeles” alcanza los 91.000 km². Cuando uno se aleja de Los Ángeles por una de las numerosas autopistas que la rodean y atraviesan, la ciudad parece no acabar nunca. Es el epítome de una ciudad global –un núcleo nodal de la era contemporánea en términos de tecnología y comunicación– pero también un conglomerado sin parangón de lugares en apariencia anónimos que conectan los centros de entretenimiento y trabajo con los espacios de residencia de millones de habitantes que comparten una misma denominación geográfica.
Al acercarse a la representación del espacio urbano en Heat (1995) y Collateral (2004) es necesario detenerse precisamente en la manera en que el cineasta estadounidense traza la cartografía urbana de la ciudad estadounidense enfatizando la importancia de estos no-lugares (en términos de Augé), de los espacios de tránsito, que millones de extraños habitan día a día, en extrema proximidad física con otros individuos pero de manera solamente temporal, ya sea protegidos por la coraza protectora de sus vehículos particulares o los medios de transporte comunales, en ruta a los lugares que definen las coordenadas económicas, sociales y culturales de su urbanidad [...]
Fragmento de:
Ciudad, subjetividad y crimen:
Los Ángeles en Heat y Collateral
Ciudad, subjetividad y crimen:
Los Ángeles en Heat y Collateral
Vicente Rodríguez Ortega