Ladrón, Michael Mann, 1981
Bien entrada la noche, un automóvil se aventura por una avenida mientras los colores neón de las luces de la ciudad se despliegan sobre su capó (Ladrón / Thief, Michael Mann, 1981). O, para ser más precisos respecto a lo que vemos en pantalla: en la oscuridad, el capó de un automóvil parece continuar en el centro del encuadre mientras la calle se desliza por debajo y los colores neón se suceden atravesándolo (y podemos, por tanto, intuir el movimiento del coche mediante este proceso). O incluso siendo más literal si cabe: en la pantalla aparece una gran forma iluminada mientras algún tipo de espacio se mueve por debajo de la misma. Si queremos acercarnos –y analizar– los filmes de Michael Mann, necesitamos este tipo de descripciones divergentes y, simultáneamente imbricadas, desde el realismo a los extremos del formalismo, con el fin de abordar las historias de masculinidad entre hombres que cuentan (también teniendo en consideración los masculinos vehículos en los que sitúa a sus tipos duros, desde el mencionado coche en Ladrón, a, digamos, todos los botes, aviones, autos, etc. en un filme como Miami Vice) y los recursos estéticos a través de los que se articulan estas historias, en los que la función narrativa continuamente se arriesga a ser excluida en aras de una exposición puramente visual: luces, colores pinball, gradientes de enfoque, movimiento puro, un ballet formalista de objetos que parecen importar menos por lo que son que por el aspecto que tienen [...]
Fragmento de:
A modo de prólogo. El destino de Mann:
A modo de prólogo. El destino de Mann:
la dirección en Hollywood del formalismo
al existencialismo a la auto-reflexividad
Dana Polan
Dana Polan