Botonera

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30.10.16

"MAGDALENA MONTEZUMA. MUSA, MÁSCARA Y MUÑECA", DE MARIEL MANRIQUE, TRAYECTOS [MINOR] LIBROS, SHANGRILA, 2016







El 15 de julio de 1984, ella [Magdalena Montezuma] cumplió su prenda en Berlín. No pudo ver terminada la película que él [Werner Schroeter, El rey de las rosas, 1986] le había dedicado, al inicio de la cual una rosa rojo sangre se abre sin premeditación y con alevosía. 
La enterraron en el cementerio de Südstern, al que él nunca a fue a sentarse junto a ella, si es que algo de ella estaba ahí, o a llevarle flores. De todas formas, él ya había inventado, para ella, un jardín demencial, en Sintra. 
El 12 de abril de 2010, él se murió en Kassel, del mismo mal que tanto miedo le causaba. Como ella, era un resplandor de huesos. Había seguido haciendo películas y obras de teatro y montando óperas. Pero sabía muy bien lo que había encontrado aquella noche de 1968, en Heidelberg, y lo que había perdido hacía veintiséis años, en Berlín. “Fue tan exquisita que nunca pude reemplazarla. Fue única, fue el primer amor”.
En la tumba de ella colocaron una lápida, con su nombre verdadero, que era el falso. Algunas lápidas nunca se equivocan. 
Es medianoche. La lluvia golpea las ventanas. 
Realmente era medianoche. Y la lluvia caía por primera vez. 
Mariel Manrique