El reino de Nápoles, Werner Schroeter, 1978
En 1978, la narración es la verdadera provocación. No para cuestionar lo que se estableció durante diez años sino, por el contrario, para pensar un nuevo cuerpo social, histórico, deseante, y confrontar con una historia lo que Fassbinder llama el “gran proyecto cinematográfico del mundo de Schroeter”. Para mezclar todas las posibilidades de la representación: Reino de Nápoles es para algunos la gran película de Schroeter, la que las cruza todas, aquella en la que los planos son impulsados por una extraordinaria voluntad de comunicación.
Philippe Garrel, enero de 1983: “Reino de Nápoles es una obra maestra. Antes de cada película, uno se dice que no debe olvidar, sobre todo, lo esencial: como se hace cine para vivir, no nos olvidemos del público popular, para que comprenda lo que uno quiere decir. Cuando somos jóvenes, fracasamos. Y luego, un día, conseguimos hacerlo”.
¿Por qué Reino de Nápoles, a la manera de El hijo secreto para Garrel, constituiría el punto culminante de una filmografía? Por su claridad. Unifica esa filmografía, en lugar de jugar el rol de una ruptura epistemológica. ¿Cómo puede esta película amplia, épica (Nápoles, de 1942 a 1973), constituir la prolongación de los primeros planos de La muerte de María Malibrán? Porque lo que tiene para decir es la consumación de diez años de reflexión sobre la libertad humana y el desencanto de la voz.
Philippe Garrel, enero de 1983: “Reino de Nápoles es una obra maestra. Antes de cada película, uno se dice que no debe olvidar, sobre todo, lo esencial: como se hace cine para vivir, no nos olvidemos del público popular, para que comprenda lo que uno quiere decir. Cuando somos jóvenes, fracasamos. Y luego, un día, conseguimos hacerlo”.
¿Por qué Reino de Nápoles, a la manera de El hijo secreto para Garrel, constituiría el punto culminante de una filmografía? Por su claridad. Unifica esa filmografía, en lugar de jugar el rol de una ruptura epistemológica. ¿Cómo puede esta película amplia, épica (Nápoles, de 1942 a 1973), constituir la prolongación de los primeros planos de La muerte de María Malibrán? Porque lo que tiene para decir es la consumación de diez años de reflexión sobre la libertad humana y el desencanto de la voz.
Philippe Azoury
A Werner Schroeter, que no le temía a la muerte