Botonera

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1.4.16

XIX. LÁGRIMAS 1 - PASEO POR EL AMOR, EL DOLOR Y LA MUERTE, Revista Shangrila nº 26, Santander: Shangrila Textos Aparte, 2016




L’Humanité, Bruno Dumont, 1999



¡Es tan misterioso el país de las lágrimas!
Antoine de Saint-Exupéry


Las lágrimas de dos inglesas y un continente, y el llanto como dolor; las de Mia Farrow en un cine de Nueva Jersey durante la Depresión, y el llanto como desahogo; las lágrimas de cocodrilo de Escarlata O’Hara, o el llanto como máscara, y es que las lágrimas disimulan tanto como revelan; la lágrima del pequeño vagabundo, y el llanto como la comunicación de los niños: “¿Ahora, puedes ver?”; las torrenciales lágrimas de Lilian Gish en el cine de Griffith, que trata del paisaje del rostro, decía Antonio Drove… y las lágrimas de aquel coño doliente en la película de Bruno Dumont de paradójico título: L’Humanité.

En el cine se ha llorado mucho, dentro de la pantalla y fuera en la sala (y en muchos camerinos)… también se ha eyaculado y sangrado: líquidos y agujeros, heridas. Dentro de la pantalla, acaso el plano más bello de Truffaut –que tantas risas provocó en su estreno y solo a punto de morir el director recuperó para el metraje original de Las dos inglesas y el amor– sea la sangre roja en los lienzos de aquella primerísima noche de amor de Muriel, que también llora y vomita de amor en esa película de ceguera y fluidos. Fuera, en la sala, mi padre siendo niño orinando en la pared del cine Bristol sin quitar los ojos de la pantalla –¡el poder eyaculatorio del ojo!– durante la definitiva bobina de Murieron con las botas puestas… y esas lágrimas de certeza y muerte de Olivia de Havilland, enamorada del arribista genocida. El día del juicio final, escribió Cioran (que no lloraba nunca) en De lágrimas y santos, lo que más pesarán como criterio de verdad serán las lágrimas (...)

El coño que llora.
A propósito de un plano de L'Humanité de Bruno Dumont
Javier Rebollo en Lágrimas 1