Javier Maqua y Ramón Trecet en Radio3
Wikipedia define al polímata (en griego: πολυμαθής) como a aquél “que conoce, comprende o sabe de muchos campos”, un individuo que destaca en diversas ramas del saber. El término, que se refiere a personas cuyos conocimientos no están restringidos a un área concreta, sino que dominan diferentes disciplinas, generalmente de las artes y las ciencias, le viene pintiparado, hecho a medida, al científico y escritor Javier Maqua Lara (nacido en Chamberí, Madrid, el 26 de marzo de 1945, aunque de linaje asturiano y con profundas raíces en Avilés), quien, tras desertar de Ingeniería, se licenció como Biólogo y que también cursó breves estudios en la Escuela Oficial de Cinematografía (EOC). Los galardones acumulados a lo largo de las posteriores décadas —entre otros el Premio Café Gijón al que se hizo acreedor por Invierno sin pretexto (Alfaguara, 1992)—, acreditan que Javier Maqua destacó, y destaca, como novelista desde Aventuras de Percy en Oceanía, novela firmada al alimón con José Luis Téllez (1978), hasta —por ahora, y a la espera de inminentes entregas o reediciones que ya tardan, puesto que casi todas sus novelas están descatalogadas a fecha de hoy— la publicada en mayo 2015 por la editorial Piel de Zapa La sombra.
Fue también, y es, un narrador-orfebre, autor de piezas cortas, desde Epístola primera (Papeles de San Armadans, 1976) hasta Censura previa de guión: negociaciones. Otro final para Viridiana (2009), sobre el affaire que rodeó el regreso a España de Luis Buñuel en 1961. Y en este apartado debe necesariamente incluirse asimismo algunos títulos de los que se hablará aquí, como Los últimos balleneros de tierra adentro, Premio NH, 1998, o el inédito, Mirar a cámara (2015), y que enlaza con un capítulo de “Vivir cada día” dirigido por Javier Maqua: La nueva vida de Cándida Galán (emitido por RTVE el 26 de marzo de 1983; premio Ondas de ese año).
Pero además de como escritor y periodista, muy activo en los años noventa en el diario El Mundo (véase Y un par de huevos fritos, Compañía Literaria, 1995), Javier Maqua ha sido, por lo que a este volumen importa, el director cinematográfico de Tú estas loco, Briones (1981), Chevrolet (1997), Carne de Gallina (2002) y Apuntarse a un bombardeo (2003), el realizador de memorables capítulos de “Vivir cada día” entre 1983 y 1988, el director de la miniserie Muerte a destiempo (1990), sin olvidarnos de su inicial colaboración con Juan García Atienza (Los paladines, RTVE, 1972), de la ayudantía de dirección (y/o producción, según rezan los títulos de crédito) en Ditirambo vela por nosotros (Gonzalo Suárez, 1967) o del inacabado Proyecto de Fin de Carrera para la EOC (Berta, 1969).
En realidad, pese a sus heteróclitos capítulos, y aun hablando de otros géneros y actividades, este libro siempre va de cine, en tanto en cuanto en la obra de Maqua los géneros poseen una inusitada permeabilidad. Postulamos, con independencia de ello, que Javier Maqua ha sido y es, quizás también y/o sobre todo, narrador y dramaturgo, incluso desde antes de ganar un accesit del Premio Lope de Vega (de teatro) con Triste animal (1985), y, desde luego, un autor indispensable hoy mismo en el inmediato futuro de nuestro teatro, en tanto en cuanto es creador de textos de radical vigencia que quisiéramos ver recalar lo más pronto posible en las tablas, siguiendo la estela del reciente estreno en 2014 de su obra Carne de gallina (película remontada ahora como obra teatral, dirigida por el actor, director y dramaturgo asturiano Maxi Rodríguez) y la publicación de La función del orgasmo (ADE Teatro, nº 155, abril-junio, 2015), con prólogo de Marta Sanz, novelista colaboradora de este volumen. Porque todo está por terminar, y así lo confirma Javier Maqua:
Como [Paul] Valéry, pienso que un texto nunca se termina, sólo se abandona. Y da lo mismo que se haya publicado ya; si se reedita será forzosamente distinto, incluso cambiará su título. Pero hay algunos que, aun sin publicarse, siguen para mí vivos, siguen llamándome de cuando en cuando, y sigo retocándolos; es el caso de Off Hamlet, Eulogio, mártir (Los mártires jactanciosos) y Franco (Papá quiere dormir en casa). Nunca los di por concluidos aunque, valga la paradoja, los concluyera varias veces.
Y es que, como de Monsieur Teste, podría predicarse de Javier Maqua:
Estás lleno de secretos que llamas Yo.
Tú eres la voz de tu desconocido.
(...)
Fue también, y es, un narrador-orfebre, autor de piezas cortas, desde Epístola primera (Papeles de San Armadans, 1976) hasta Censura previa de guión: negociaciones. Otro final para Viridiana (2009), sobre el affaire que rodeó el regreso a España de Luis Buñuel en 1961. Y en este apartado debe necesariamente incluirse asimismo algunos títulos de los que se hablará aquí, como Los últimos balleneros de tierra adentro, Premio NH, 1998, o el inédito, Mirar a cámara (2015), y que enlaza con un capítulo de “Vivir cada día” dirigido por Javier Maqua: La nueva vida de Cándida Galán (emitido por RTVE el 26 de marzo de 1983; premio Ondas de ese año).
Pero además de como escritor y periodista, muy activo en los años noventa en el diario El Mundo (véase Y un par de huevos fritos, Compañía Literaria, 1995), Javier Maqua ha sido, por lo que a este volumen importa, el director cinematográfico de Tú estas loco, Briones (1981), Chevrolet (1997), Carne de Gallina (2002) y Apuntarse a un bombardeo (2003), el realizador de memorables capítulos de “Vivir cada día” entre 1983 y 1988, el director de la miniserie Muerte a destiempo (1990), sin olvidarnos de su inicial colaboración con Juan García Atienza (Los paladines, RTVE, 1972), de la ayudantía de dirección (y/o producción, según rezan los títulos de crédito) en Ditirambo vela por nosotros (Gonzalo Suárez, 1967) o del inacabado Proyecto de Fin de Carrera para la EOC (Berta, 1969).
En realidad, pese a sus heteróclitos capítulos, y aun hablando de otros géneros y actividades, este libro siempre va de cine, en tanto en cuanto en la obra de Maqua los géneros poseen una inusitada permeabilidad. Postulamos, con independencia de ello, que Javier Maqua ha sido y es, quizás también y/o sobre todo, narrador y dramaturgo, incluso desde antes de ganar un accesit del Premio Lope de Vega (de teatro) con Triste animal (1985), y, desde luego, un autor indispensable hoy mismo en el inmediato futuro de nuestro teatro, en tanto en cuanto es creador de textos de radical vigencia que quisiéramos ver recalar lo más pronto posible en las tablas, siguiendo la estela del reciente estreno en 2014 de su obra Carne de gallina (película remontada ahora como obra teatral, dirigida por el actor, director y dramaturgo asturiano Maxi Rodríguez) y la publicación de La función del orgasmo (ADE Teatro, nº 155, abril-junio, 2015), con prólogo de Marta Sanz, novelista colaboradora de este volumen. Porque todo está por terminar, y así lo confirma Javier Maqua:
Como [Paul] Valéry, pienso que un texto nunca se termina, sólo se abandona. Y da lo mismo que se haya publicado ya; si se reedita será forzosamente distinto, incluso cambiará su título. Pero hay algunos que, aun sin publicarse, siguen para mí vivos, siguen llamándome de cuando en cuando, y sigo retocándolos; es el caso de Off Hamlet, Eulogio, mártir (Los mártires jactanciosos) y Franco (Papá quiere dormir en casa). Nunca los di por concluidos aunque, valga la paradoja, los concluyera varias veces.
Y es que, como de Monsieur Teste, podría predicarse de Javier Maqua:
Estás lleno de secretos que llamas Yo.
Tú eres la voz de tu desconocido.
(...)
"Introducción. Masculino, plural"
Alejandro Montiel, Javier Moral y Fernando Canet
en Javier Maqua: más que un cineasta 1.
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