Encuentros en el fin de mundo (2007)
Postproducción de Grizzly Man (2005). Werner Herzog sorprende al compositor de su banda sonora, Henry Kaiser, asimismo experto buceador, mostrándole a un conocido imágenes submarinas que ha grabado bajo la barrera de hielo de Ross. El metraje entusiasma a Herzog. Recontextualiza parte del mismo en la science fiction fantasy The Wild Blue Yonder (2005), y consigue que la National Science Foundation de Estados Unidos y el Discovery Channel le sufraguen una estancia en la Antártida; dispondrá de siete semanas para rodar allí un documental. Único apoyo, su director de fotografía desde 1995, Peter Zeitlinger.
Con su característica voz en off, propia de un Robert Walser que jugase a ser Martin Heidegger, el cineasta alemán confiesa en los planos iniciales de Encuentros en el fin del mundo que no tiene claro si podrá cumplir con el encargo de la National Science Foundation. El resultado, avisa, estará en todo caso lejos de conformar el enésimo documental afable y didáctico sobre pingüinos. Dando por supuesto que muchos espectadores del Discovery Channel no sabrán quién es Werner Herzog, aclara que sus inquietudes girarán una vez más en torno a la condición humana y su discutible vínculo con el mundo en sí: “¿Por qué nuestra especie recurre para ocultar la identidad a las plumas o los antifaces? ¿Por qué ciertos tipos de hormigas ostentan la capacidad de esclavizar a los pulgones y, en cambio, un animal tan sofisticado como el chimpancé no se sirve de especies inferiores?”.
Estas reflexiones, que prologan su llegada y la de Zeitlinger a la estación McMurdo, asentamiento humano más poblado de la Antártida y centro logístico a partir del cual el explorador se adentra en el sexto continente, en el Polo Sur, constituyen no solo una declaración de principios. También, de intenciones (...)
De plumas y antifaces:
Encuentros en el Fin del Mundo (2007)
Encuentros en el Fin del Mundo (2007)
Diego Salgado
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