Grito de piedra (1991)
Como buena parte de las películas de Werner Herzog, Grito de piedra (Cerro Torre: Schrei aus Stein, 1991) pretende movernos, obligándonos a ir en una dirección inusual, y al mismo tiempo conmovernos, aceptando a personajes a quienes podemos ver llevando a cabo empresas en apariencia imposibles que jamás llegamos a entender por completo. La obra del cineasta alemán parece seguir aquel silogismo de Wittgenstein que establecía que «lo que decimos será fácil, saber por qué lo decimos será muy difícil». No es una aventura cinematográfica más, posible gracias a los trucajes y la tecnología, sino una aventura anterior a cualquier efecto especial generado por ordenador, en la que el cine se convierte –parafraseando a Gilles Deleuze y a Serge Daney− en arte en el tiempo (o en arte del presente). Cuando en algún momento seguimos las peligrosas ascensiones de los protagonistas de Grito de piedra, estamos viendo a especialistas de verdad escalando las paredes del Cerro Torre en Argentina, una de las cumbres más impracticables de todo el planeta, objetivo final para aquellos a quienes ya no les quedan ochomiles que subir en la Cordillera del Himalaya, como le sucede a uno de los personajes de esta película. Más que por su altura, es la verticalidad de sus paredes y las duras condiciones climatológicas lo que hacen especialmente apetecible su escalada. Intentar coronar la cumbre conlleva muchos riesgos, de ahí que cualquier expedición que pretenda hacerlo tenga mucho de suicida. Pero el alpinismo se basa, en buena medida, en la noción de un límite adonde es preciso llegar, aunque sólo sea para constatar que más allá de él sólo aguarda la nada o el vacío, o el enfrentamiento del hombre con la Naturaleza en sus rincones más fieros y depredadores. Es difícil saber qué mueve a cierta gente a asumir tales riesgos, la mayoría de las veces sin obtener demasiadas recompensas, sin una medalla al valor, sin una aclamación multitudinaria. Tan difícil como explicar las motivaciones de Werner Herzog para seguir esos pasos que también llevan al cine a sus límites (...)
La conquista de una imagen:
Grito de piedra (1991)
Grito de piedra (1991)
Hilario J. Rodríguez
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