Cobra Verde (1987)
(...) No son demasiadas las personas con las que Werner Herzog pasaría un buen rato charlando sobre el caminar. Y a uno le viene a la cabeza, así, de sopetón, aquello que escribe otro ilustre caminante, Henry David Thoreau: “En el curso de mi vida me he encontrado solo con una o dos personas que comprendiesen el arte de Caminar; esto es, de andar a pie; que tuvieran el don, por expresarlo así, de deambular”. Cualquiera que haya leído el famoso Del caminar sobre hielo (Barcelona: La Tempestad, 2003) sabrá que, para el cineasta muniqués, caminar no es ninguna tontería; más bien algo así como una vía de introspección similar al bushidō (no en vano la mejor traducción de este sería “el Camino” en vez de “el Código” del samurai). Así, consecuentemente, la primera recomendación del director –”el mundo se revela a aquellos que viajan andando”– a los alumnos de sus seminarios itinerantes de cine es que olviden el coche y el transporte público y se desplacen a pie a las clases. En esto, Herzog parece seguir los pasos del joven Leigh Fermor, que atravesó Europa a pie en la década de los treinta, desde la playa de Hoek van Holland a Constantinopla, recopilando vivencias que serían la base de algunos de sus libros. Miembro de esta happy few de “caminantes andantes” –como él mismo confesó en uno de sus libros–, otro viajero perpetuo, Bruce Chatwin, con el que Herzog compartía itinerarios, experiencias, desafíos. Solo era cuestión de tiempo, pues, que sus sendas acabaran encontrándose: el cineasta, sabiendo que Chatwin acababa de recorrer el outback australiano, le ofreció colaborar en Donde sueñan las verdes hormigas (Wo die grünen Ameisen träumen, 1984). La cosa no cuajó –la colaboración, me refiero–, pero de ahí surgió una “amistad” (quizás sería mejor decir una “camaradería”) que alcanzó lo más recóndito de todo: como los dos compartían el arte del caminar, pues, claro, lo más lógico es que hablaran de ello (...)
"La situación puede que se nos vaya
de las manos": Cobra Verde (1987)
de las manos": Cobra Verde (1987)
Santiago Rubín de Celis
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Trayectos libros - 448 páginas
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