El país del Silencio y la oscuridad (1971)
(...) Según Tomas de Aquino, la pena de los infantes, sin otra culpa que el pecado original, reside en la privación del rostro divino. Pero lejos de considerarse una tara negativa, los infantes no pueden experimentar dolor, y si lo hacen apenas sabrían como articularlo. Lo que para el adulto es el dolor menos soportable ―renunciar a la mirada divina―, en los infantes se vuelve motivo de alegría natural: es el marchamo irreparable de la pérdida lo que les pone en relación directa con la dicha.
El secreto de esa alegría es el que mueve a los personajes sordociegos de Herzog. Fini y su comunidad son criaturas que habitan más allá de la condena y la salvación. Por eso solo pueden salvarse de la salvación misma. Frente a ellas no hay pedagogía ni piedad o voluntarismo (tampoco el del ministro) que los rescate (...)
El secreto de esa alegría es el que mueve a los personajes sordociegos de Herzog. Fini y su comunidad son criaturas que habitan más allá de la condena y la salvación. Por eso solo pueden salvarse de la salvación misma. Frente a ellas no hay pedagogía ni piedad o voluntarismo (tampoco el del ministro) que los rescate (...)
"El limbo de los inocentes:
El país del Silencio y la oscuridad" (1971)"
El país del Silencio y la oscuridad" (1971)"
José Miguel Burgos Mazas
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Trayectos libros - 448 páginas
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